Cómics

¡Bienvenidos al pasaje del terror!

  • La editorial sevillana Isla de Nabumbu regresa a las librerías con un volumen que nos pondrá los vellos de punta a más de uno

Detalle de la ilustración de portada.

Detalle de la ilustración de portada.

Siempre le estoy dando vueltas, y a estas alturas de la película aún no sé darle una razón de ser. Desde pequeñito, semi oculto tras la puerta de mi dormitorio, rogaba entre susurros a mis padres que me dejaran ver aquella película “de miedo” que ellos disfrutaban.

La verdad es que casi siempre accedían a mis ruegos y, claro, luego pasaba lo que pasaba. Con los ojos muy abiertos me sumergían en universos terroríficos, tapándome la cara en aquellos momentos en los que en crescendo del horror superaba mi infantil aguante.

Tras estas experiencias me esperaba, siempre, una larga, larguísima noche en la que uno y mil ruidos me acosaban bajo la 'segura' protección de la sabana y mantas.

Con el tiempo me convertí en apasionado lector del género, ya fuera devorando revistas de cómic (Dossier Negro, Vampus, SOS, Creepy…) o conociendo por el camino a infinidad de escritores que me enseñaron todas las facetas del Terror con mayúsculas.

No sé, tal vez hay una pizca de masoquismo en querer pasarlo mal, adentrándonos en parajes oscuros donde la muerte aguarda…

Es por esto, y otras muchas razones, que siempre es una alegría poder volver la vista atrás y rememorar aquella publicación de Toutain Editor que tantas “alegrías” nos dio a los bisoños lectores que en los ochenta y noventa pudimos sumergirnos en sus oscuras páginas, repletas de abominaciones, muerte, gritos… Su nombre era Creepy.

Y lo vamos a hacer gracias al buen criterio de la editorial Isla de Nabumbu, que reúne en un lujoso álbum toda la producción de un singular autor de cómics, Santipérez, que siendo un chaval se hizo un hueco entre los grandes y publicó en la segunda (y breve) época de Creepy.

Además de un recorrido biográfico por aquellos años en los que el autor, totalmente autodidacta, se lanzó al mundo de las viñetas tras desempeñar otros oficios, este volumen nos abre las puertas a su particular mundo, reconocible sobre todo por dos factores: El primero, y creo que más importante es el uso de la ironía más extrema, un humor negro, negrísimo en sus relatos, que nos muestran la disputa entre dos viejos amigos por un trofeo de pesca, el peligro que puede suponer el alimentar a las palomas, los extremos secretos de un matrimonio, o cómo un inocente muñeco puede esconder el más profundo de lo horrores… y así, una tras otra, un puñado de relatos que nos introducen en ese otro mundo, más lóbrego y sombrío, que en muchas ocasiones tan solo podemos percibir por el rabillo del ojo.

El segundo factor es el gráfico, ya que al joven Santipérez se le podría nombrar como el justo heredero patrio del gran Berni Wrightson. Me lo imagino, mirando y remirando los álbumes publicados por Toutain, imitando el trazo del maestro norteamericano y logrando que en muchas de sus páginas se reconozca su inconfundible sello. Y con el tiempo, y trabajo, lograr un estilo propio y reconocible, como podemos comprobar a lo largo de esta antología.

Finalmente, porque es de recibo, dejar patente el cariño con el que la pequeña editorial Isla de Nabumbu (se nota que Javier Alcázar y Antonio Moreno, sus principales artífices, aman, y mucho, el medio) trata a sus publicaciones, y el gusto con el que las saca al mercado. Además de los textos, que nos ponen en situación y presentan a un autor tal vez desconocido para muchos, la factura de este álbum es impecable, desde la portada, hasta la calidad de papel y todos los extras que contiene, convirtiéndolo en una obra imprescindible para todos aquellos, que como un servidor, disfrutamos con este género, el Terror.

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