Campo de Gibraltar

El sol, petróleo de Andalucía

  • El parque solar del Guadarranque evita la emisión de 19.317 toneladas de dióxido de carbono en dos años · La Comunidad tiene 681 megavatios de potencia solar instalada y 3.980 en energías renovables

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El Campo de Gibraltar es un eje estratégico para el sistema nacional de generación eléctrica. A las centrales térmicas, de ciclo combinado y parques eólicos se unió, hace ahora dos años, el parque solar del Guadarranque. En su momento fue el mayor de Andalucía tras una potente inversión de 90 millones de euros por parte de Endesa.

El pasado viernes se cumplieron dos años de la inauguración oficial de las instalaciones que arrancaron en pruebas en julio de 2008. La gestión de la instalación corre hoy a cargo de Enel Green Power España, la filial de renovables de la eléctrica italiana Enel (principal accionista de Endesa).

La compañía detalla que el parque solar ha generado desde el 15 de julio de 2008 hasta el 31 de agosto de este año un total de 49.532.072 kilovatios-hora, el equivalente al consumo de unos 10.000 hogares con una energía totalmente limpia, sin generación de emisiones ni afección para la calidad del aire o el suelo.

Este torrente energético aportado a la red en una de las provincias españolas, junto con Málaga y Almería, con mayor número de horas de luz solar al año ha evitado la emisión de 19.317 toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera en total. El cálculo se efectúa conforme a lo que hubiera emitido una central de combustión durante el mismo periodo para generar idéntica cantidad de electricidad.

El parque solar se revela, por tanto, como un espacio limpio que ocupa una superficie de 37 hectáreas (equivalente a otros tantos campos de fútbol) con una capacidad de generación máxima de 24 gigavatios al año. La potencia de la instalación asciende a 12,3 megavatios, que se corresponde con el 1,8% del total de la potencia fotovoltaica instalada en Andalucía (681 megavatios en mayo de 2010). En el conjunto de las energías renovables a escala andaluza, el mar de placas solares de Guadarranque supone el 0,3% de la potencia renovable en Andalucía, formada en total por 3.980 megavatios.

La gestación del proyecto comenzó en abril de 2007, con la presentación del proyecto al Ayuntamiento de San Roque por parte de la entonces denominada Endesa Generación. La iniciativa tuvo muy buena acogida en el municipio y la rapidez en la ejecución fue posible gracias a que la parcela hoy ocupada por las placas estaba clasificada como suelo industrial, lo que aceleró los trámites. La licencia de obras fue concedida en julio de 2007, comenzando entonces el proceso de construcción en el que intervinieron hasta 70 empresas (43 de ellas andaluzas) y una media de 93 trabajadores al mes.

Actualmente, la planta emplea a unas tres personas en las labores de operación y mantenimiento durante las horas de luz solar, todos los días.

El parque solar está compuesto por 123 instalaciones solares (en el argot, huertos solares) de 100 kilovatios de potencia, a su vez formados por 550 módulos y un total de 68.000 paneles (200 vatios). Las placas cuentan con un sistema de seguimiento de la luz solar: es decir, al igual que un girasol busca la radiación, las placas son capaces de orientarse sin intervención alguna para aprovechar la luz desde el alba hasta el ocaso. Los paneles se orientan automáticamente al Este (con un límite de 45 grados) por la mañana, permanecen planos (paralelos al suelo) a mediodía y se giran hacia el Oeste por la tarde. Esta tecnología permite captar un 17% más de energía que una instalación fija, lo que implica un 22% más de productividad. Además, las placas están dotadas con células fotovoltaicas que permiten generar electricidad con niveles muy bajos de radiación solar y su degradación a lo largo de 25 años será inferior al 20%, por lo que se augura una vida útil muy prolongada.

La energía se evacua a través de una línea de 15 kilovoltios y tres kilómetros de longitud que conecta el parque solar con la subestación de transformación eléctrica de San Roque. De ahí, a los hogares sólo hay un paso, enchufar un aparato o dar al interruptor. Todo sin emitir un gramo de CO2.

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