historia

La espadaña de la Capilla de Europa

  • El arquitecto redactor del proyecto de restauración del histórico templo algecireño rememora cómo y por qué su equipo decidió mantener el campanil, de color calamocha

Como arquitecto redactor del proyecto y director de las obras de restauración de la Capilla Nuestra Sra. de Europa en Algeciras, me he visto sorprendido en su periódico del pasado lunes 13 de agosto, por una frase contenida en una colaboración titulada Aquella feria taurina de agosto, del siguiente tenor literal: "Por cierto y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, vaya remate que pusieron en su día a la Capilla de Europa. ¡Qué horror! ¿A quién se le ocurrió esta obra? Mas bien parece un trabajo vulgar de escayola de los que adornan una caseta de feria."

Y para que el autor del texto, y algunos más, conozcan la verdad, les diré lo siguiente: en el proceso de configuración de un proyecto arquitectónico de restauración se plantean diversas hipótesis de trabajo sobre cada uno de los diferentes elementos que conforman el edificio a restaurar. Y hay que recordar que, a principios de los años 80 del siglo XX, la Capilla estaba en ruina y había que salvarla. Por aquel entonces la fachada de piedra había perdido su verticalidad y su capacidad estructural, y sobre ella estaba la espadaña o el campanil al que se confunde como "un adorno de feria".

La decisión que se tomó por el equipo de trabajo conformado entonces por Don Jaime López de Asiain, catedrático de Estética y Composición de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, por Don José María Pérez Alberich, arquitecto algecireño, más tarde técnico de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y por el que esto escribe, fue proponer en nuestro proyecto la salvación de aquella espadaña porque considerábamos que era el remate arquitectónico mas adecuado al lienzo de piedra que conformaba la fachada.

No encontramos desgraciadamente en nuestra investigación datos sobre el autor, pero, aunque fuera un simple maestro de obras local, considerábamos que nuestro mejor homenaje era respetar su legado. Y empaquetamos (valga la expresión) aquel elemento arquitectónico en una gran caja de madera reforzada con perfiles metálicos, y protegiéndolo interiormente con material espumoso que evitara su rotura.

Y una madrugada (éramos muy pocos) cortamos el tráfico del centro y una potente grúa situó aquella caja en el acerado, entre la valla de obra y el edificio de la Capilla.

A partir de entonces se desmontó la fachada, piedra a piedra, se numeraron y se volvieron a colocar en posición correcta, y cuando el edificio se consolidó estructuralmente (cimientos, muros, nave, cubierta, cúpula, camarín, fachada…) y consideramos resueltos los problemas mayores de seguridad, y de la misma forma y modo, la grúa volvió a colocar la misma espadaña en el lugar donde se encuentra hoy. Y ello se hizo cuando la seguridad estructural estaba restablecida y la Capilla se había salvado de su ruina.

Y añado algo más: descubrimos por los restos que aun quedaban adheridos del mortero original de su enfoscado, que su color primitivo había sido el de la calamocha. Aquel maestro de obras de mediados del siglo XVIII disponía para pintar su campanil de la cal (blanca), de la almagra (roja) y de la calamocha (amarilla). Y pintó de color calamocha porque era el color que haría resaltar la espadaña sobre el lienzo blanco encalado que tendrían las casas de aquel entonces en un pueblo andaluz como era Algeciras. Y por eso lo mantuvimos.

Desconozco, repito, el nombre de aquel maestro de obra, pero no les quepa la menor duda que es el mejor remate que pudiera tener esa fachada de piedra. Podíamos haber copiado cualquiera de los cientos de campaniles que hay en las iglesias y conventos de Andalucía o inventarnos uno cualquiera, pero manteniendo el que había le ofrecíamos un homenaje y un respeto a aquel maestro de obras desconocido. Aunque a muchos no le guste. Qué le vamos a hacer.

Y para no abundar en mas datos, que los hay y muchos sobre la Capilla, por cuanto se pueden recabar en la lectura de la memoria del proyecto, mis artículos en prensa desde los años 80, mis conferencias y mi aun presencia vital (suelo explicarle a aquel que me pregunta por la calle) le agradecería al autor de la colaboración y a otros interesados por el escaso patrimonio arquitectónico algecireño, y ya que hablamos de la Capilla, se interesen por la presencia desde hace un año de un arbusto existente que va creciendo entre la peana o base del campanil y el capitel de la columna frontal superior mirando izquierda la fachada, dado que su crecimiento estimo puede provocar la rotura de las piedras de la fachada y su posterior ruina. Eso sí que es de agradecer.

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