Historias de Algeciras

El alzamiento militar de 1918 (y III)

  • El alcalde Emilio Morilla tiene que afrontar problemas como la falta de actitud en la empresa Ferrocarriles Andaluces que asumió la gestión de la línea Algeciras-Bobadilla

El cuartel de El Calvario, testigo de los incidentes de 1918

El cuartel de El Calvario, testigo de los incidentes de 1918 / E. S.

Para contrarrestar la protesta de las escalas inferiores, se crean Juntas en las altas esferas del Ejército; juntas que públicamente se solicita sean disueltas, pero que al parecer íntimamente son potenciadas: “Las Juntas de Defensa de Jefes y Oficiales, niegan que se disuelvan. Afirman que los elementos militares están dispuestos á apoyar al actual Gobierno y estiman que este debe proceder con rapidez á satisfacer los anhelos del pueblo”. La situación política pone contra las cuerdas al Presidente del Consejo de Ministros, García Prieto, de quién se dice que se reúne en su casa “clandestinamente” con los responsables de las distintas carteras; la corona, sale al paso y defensa de García Prieto, ratificándole su confianza.

En Algeciras, al mismo tiempo que su Alcalde Emilio Morilla, vive con la preocupación lógica los acontecimientos que tan de lleno deja notar sus efectos, dada la importancia estratégica que la ciudad tiene para el Ejército, existen otros temas que ha de afrontar con gran celeridad, como por ejemplo la falta de actitud de la empresa de Ferrocarriles Andaluces, que hacía poco tiempo se había hecho cargo del servicio motivando en la población, no pocas protestas, como así hizo público la oposición municipal: “Cuando la línea del ferrocarril Algeciras –Bobadilla, era de una empresa inglesa y regentada por don Juan Morrison, los servicios estaban cumplidos á costa de todos los sacrificios, en beneficio del público. Antes de que empezara el invierno por cuenta de la compañía inglesa se arreglaba y componía el trayecto del puente al muelle de madera; las vagonetas de zahorra se sucedían constantemente á ese objeto; como recompensa al pueblo del servicio que la vía tiene en ese trayecto sin remuneración alguna. Desde que está la nueva empresa el servicio es detestable, tanto de la línea como de los vapores á Gibraltar, y el trayecto de la vía pública de que se sirve gratuitamente es una laguna extensa e insondable que pone en gran apuro á vecinos y transeúntes. Es una vergüenza para la ciudad el estado en el que se encuentra la vía pública”.

Morilla no solo siente la presión de la oposición en el asunto del tren, sino que también el elemento militar la ejerce, dado que el buen estado de las infraestructuras urbanas de la ciudad, facilitan el acceso directo de las tropas hasta la zona de embarque. Pero siguiendo con el posible ruido de sables que para algunos se está produciendo en los cuarteles de la nación, el ejecutivo de Prieto, toma una medida que tensará aún más la situación: expulsar a los militares implicados. Haciéndose público por los defensores de los suboficiales lo siguiente. “El Gobierno ha decidido la expulsión de quienes seguían respetuosamente la senda del derecho […], el derecho de petición no podrá ejercerse por ninguna clase de fuerza armada, sino con arreglo á las leyes de su instituto, en cuanto tenga relación con éste.

Muchos jefes y oficiales viven los serios acontecimientos con gran preocupación

El gobierno no podía apoyarse en la idea de que las Juntas subvierten la pirámide la las jerarquías militares, ya que el Ministro de la Guerra había declarado, providencial semejante subversión. El Gobierno no tenía fundamentos legales ni morales, para impedir en un sector jerárquico lo que favorece en otro. Y surgió la verdad oficial, y surgió el complot. Los sargentos –prosigue el texto consultado–, no son expulsados por imitadores, se los echa por revolucionarios, tan burdo es ello como podía serlo la serie de ridículas negativas de la noche anterior a la expulsión. ¿Cómo vá á creer nadie en un complot leyendo los documentos relativos á las Juntas de las clases de tropa?. Y además cuando aparecen revolucionarios en el Ejército ¿la sanción legal es echarlos á la calle?. El Gobierno ha acumulado torpeza sobre torpeza en este asunto que aparece ya á plena luz y desprovisto de las hojas de parra con que lo quieren honestar los gobernantes”.

En nuestra ciudad, muchos son los jefes y oficiales que están viviendo, al igual que las clases de tropa, los serios acontecimientos con gran preocupación, profesionales de la milicia tales como el capitán del Batallón de Cazadores de Talavera, 18, Camilo Vázquez Mauciera; Francisco Serrano Trujillo, también oficial músico del mismo batallón; Santiago Lambea, comandante destinado en el Parque de Artillería situado en las afueras de la ciudad; el Tte. coronel Luís León, domiciliado en la calle Cristóbal Colón (antes Larga), 6; José María Jaime y Rodríguez, comandante de Caballería, destinado en esta ciudad; Vicente Rodríguez Carril, comandante de Artillería de Montaña, con domicilio en el Camino de la Estación, antes Ramón Chíes, y hoy Avd. Agustín Bálsamo; Juan Olano, capitán del escuadrón del Regimiento de Sagunto; Genaro María Jaspe Moscoso, comandante de Marina, domiciliado en calle Regino Martínez; el segundo comandante del mismo cuerpo, Leopoldo Colombo, con domicilio en calle Cristóbal Colón; José Enrique Patiño, general de brigada retirado, domiciliado en calle Alfonso XI, 19; y para finalizar el ejemplo de la gran familia castrense algecireña de la época, recordar a las clases de tropa destinada, conjuntamente con sus mandos en las oficinas de la Comandancia de Ingenieros Militares, que compartía edificio con la primera sede del Banco de España en el número 10 de la calle Sagasta (hoy, San Antonio), arrendada a quién era su propietario don Antonio Lledó y Quesada; no así la correspondiente al Banco de España, cuyo propietario era don Antonio Cassinger Bonany; ó que decir del personal a cargo del Almacén de Ingenieros ubicado en la calle Cruz Blanca, hoy Alférez Villalta Medina; y por último, pero no por ello menos importante, los maestros del taller del Parque de Artillería, Rogelio Boloqui Acebal y José Martínez Cotelo, este último, domiciliado en el número 13 de la calle Cánovas del Castillo (Real). Todos ellos vivirían con gran desasosiego tan difíciles momentos.

Miguel Primo de Rivera, junto a Alfonso XIII (1923) Miguel Primo de Rivera, junto a Alfonso XIII (1923)

Miguel Primo de Rivera, junto a Alfonso XIII (1923) / E. S.

Mientras tanto, las voces contrarias a la medida tomada por el Gobierno de García Prieto, se van sumando, expresando en sus protestas: “Lo que se castiga con la expulsión de filas es el propósito de sindicarse, nada más que eso […], hoy cuando se divulgue por toda la Península los documentos de las clases de tropa y la gente vea en que consiste el complot de los Sres. García Prieto y Cierva, el escaso prestigio que les quedaba á quienes son dictadores, acabará de disiparse por completo […], es preciso que se dé la versión sincera de lo ocurrido. Aferrarse en mantener inhiesta la patraña del complot, es poco serio, acredita falta de entereza, más cuando se trata de un secreto á voces. Antes cuando el nuestro era un Estado aparentemente constitucional, podían tener los gobernantes ciertos escrúpulos, hoy cuando ni aún subsisten aquellas apariencias, puede decirse todo sin ningún empacho”.

Mientras el asunto de los sargentos pone en “jaque” al gobierno, el Ejecutivo también ha de hacer frente al grave asunto de la subsistencia en la Nación, que en el caso de Algeciras tendría la siguiente repercusión: “En reunión celebrada por la Junta Local de Subsistencia, se ha ocupado de los precios que alcanzan los artículos de primera necesidad, entre ellos el carbón, la patata y la leche; respecto á los dos primeros, acordó establecer por el Ayuntamiento, despachos reguladores para lo cual se han pedido precios por telégrafos, y por el rápido medio para que sea en breve un hecho esta importantísima medida. En cuanto a la leche se ha fijado precios para su venta según las épocas del año: de Febrero á Abril, 0’60 cts; de Abril á Julio, 0’40 cts; de julio á Noviembre 0’60 cts. y de Noviembre á Febrero, 0’75 cts. Manteniéndose la prohibición de exportar trigo y harinas hasta que este completamente regulado el abastecimiento en Algeciras”.

Al mismo tiempo que en Algeciras se intenta tomar medidas para paliar la escasez de alimentos y la subida de precios de estos, a nivel nacional, relacionado con el tema de los sargentos, se teme que comience una caza de brujas: “Si en los hechos que ha motivado el revuelo de estos días, hay un complot político revolucionario, no es posible que no salgan á la luz los nombres de los civiles comprometidos en el complot. No es lícito hablar de inducciones y no castigar á los inducidos, sin perseguir á los inductores.

Las fuerzas del orden, llamadas a intervenir por las reuniones del Centro Obrero

Si no ha habido más que el conato de una constitución sindicalista de las clases de tropa, y el intento de entablar esas clases comunicaciones fuera de la vida jerárquica, muy bien ha hecho el Ministro de la Guerra en sofocarlo e impedirlo […], no ha de ser presentado el movimiento como un complot revolucionario con elementos políticos, que en otras ocasiones no ha sido presentado en esa forma […], se entiende la censura puesta en marcha por el Ministerio de la Guerra […], siendo la única salida la convocatoria de elecciones generales”. Días después se hizo publica unas declaraciones realizadas por el responsable de otro ministerio: “Entre bromas y veras el Sr. Ministro de la Gobernación, resumió la situación a sus compañeros de Gabinete, mediante la siguiente frase: Es muy difícil gobernar a un pueblo hambriento; y ahí está el problema, porque al pueblo no se le puede distrae de sus preocupaciones ni necesidades con unas simples elecciones generales”.

En nuestra ciudad, las fuerzas de orden público son llamadas a intervenir ante la posible presencia de elementos subversivos que se reúnen en el Centro Obrero de Algeciras, analizando la situación social generada en nuestro país de la mano del maestro y periodista Fermín Requena. Rápidamente queda anulada la iniciativa. En la redada no fue detenido ni identificado ningún elemento relacionado con el Ejército.

La crisis de los sargentos, unida a la también crisis social por la que estaba pasando el país, en aquellos tiempos de posguerra mundial, desembocaría años después en una solución pactada entre la corona y el ejército, teniendo como protagonista principal del golpe de Estado de 1923, a un personaje que fue vecino de Algeciras en la primera década del siglo XX, contando 36 años, casado con la Sra. Casilda Sáenz de Heredia y Suárez Argudin; por aquel entonces, había sido ascendido al empleo del Tte. Coronel del arma de Infantería, siendo su nombre Miguel Primo de Rivera, quién capitalizaría la política española a lo largo de la década de los “alegres años veinte”. Pero esa es otra historia.


Manuel Tapia Ledesma es director del Archivo Histórico Notarial de Algeciras.

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