Fiesta en el Mercado Ingeniero Torroja

Tosantos, 1/Halloween, 0

  • Miles de personas cumplen con la tradición y acuden al mercado de Algeciras

  • Se ven pocas brujitas, menos que otros años, y ningún niño sin una bolsa de caramelos

Un momento de la celebración de Tosantos en Algeciras.

Un momento de la celebración de Tosantos en Algeciras. / Jorge del Águila

Van a dar las ocho menos diez cuando Javier Martín levanta la persiana metálica de las pescadería que lleva el nombre de su padre. Hace ya rato que hay cola en la puerta para llevarse un cartuchito de marisco. La gente se precipita en el establecimiento. No sólo de cacahuetes vive el hombre. A unos metros, un centenar de niños botan en los hombros de sus sacrificados progenitores con la mirada fija en el escenario. La música y los muñecos de series y películas infantiles los tienen obnubilados. No son ni las nueve y en el mercado Ingeniero Torroja de Algeciras no cabe un alfiler.

Si la plaza fuera un campo de fútbol, en la que fue la cúpula más grande del mundo durante 30 años habría un marcador electrónico con un imaginario partido: Tosantos, 1/Halloween, 0.

Estas decenas de miles de personas que caminan a paso lento por alrededor del mercado debieron haberlo hecho el pasado miércoles, pero una tormenta provocó que el Ayuntamiento y los comerciantes aplazaran la celebración a la noche del sábado. Lo de los disfraces de vampiro quedó ese día, con escaso éxito a decir verdad. Ayer, esta tradición que es en realidad una oda al fruto seco y al caramelo de todos los colores arrasó a la importada Halloween, con la que ha convivido durante unos pocos años pero que cada vez parece que menos emergente.

Apenas se ven en el mercado de Algeciras algunas niñas de brujita, pero todos llevan en la mano una bolsa de caramelos. Tres hombres pregonan el kilo de castañas a un euro. Hay puestos de buñuelos, de manzanas caramelizadas, de algodón de azúcar. La música no cesa, Naomi Santos, José Barberán y David Cordobés sustituyen a los personajes de ToyStory en el escenario donde los niños bailaban.

Dentro de la plaza, los montaditos y las empanadas sustituyen a las almendras y los anacardos. Hay más marisco en los puestos de pescado. En lo del Chato, en lo de Pinteño o en lo de Sandra y Mary la gente se agolpa en el mostrador, esta vez para pedir la cervecita y la tapa. O el platito de jamón. El olorcito se percibe desde la misma entrada. No para de llegar gente a una zona de Algeciras donde, cualquier otro día a esta hora no hay ni un alma. Resiste incluso un puesto con cañas de azúcar, la estrella del día hace ya un porrón de años que simboliza el triunfo de la tradición de Tosantos sobre una costumbre alógena que tuvo una irrupción estelar pero que se ha ido apagando con el tiempo.

Ahora son las diez en el mercado. Los puestos siguen sirviendo montaditos como si no hubiera un mañana. En la avenida Virgen del Carmen el colapso de coches en busca de aparcamiento da la medida del éxito de la fiesta, que no parece que vaya a terminar pronto. La música sigue sonando. A Javier casi no le quedan cartuchitos.

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