el reto migratorio

En Libia suena Zimbabue

  • La cena para las 87 personas a bordo del 'Open Arms' se sirve a las 19:00 y se pernocta en la cubierta

  • Por la megafonía escuchan durante la travesía rap y los éxitos de Bob Marley

La organización sin ánimo de lucro Proactiva Open Arms halló 87 personas frente a las costas de Libia y acumula dos semanas navegando por el Mediterráneo en busca de un puerto.El Gobierno dio luz verde a su desembarco en el muelle de Algeciras el pasado lunes. Será mañana cuando eche la maroma en el Centro de Atención Temporal a Extranjeros, si no se alteran las previsiones. A bordo se producen alteraciones de cuando en cuando. La desesperación se apodera de quienes cuentan por semanas el tiempo que llevan durmiendo sobre la cubierta de un remolcador reformado. Entre los rescatados se encuentran 12 menores de edad, de los cuales 5 son menores extranjeros no acompañados (MENA).

El día comienza bien temprano con el reparto del desayuno. Hasta 17 personas forman la misión humanitaria a bordo del Open Arms, cuyo jefe es el activista italiano Ricardo Gatti y el capitán, Marc Reig. Organizan guardias para atender lo que pudiera suceder por la noche. La mayoría son tranquilas. El grueso de días solo se oye el reguero de olas que produce la velocidad crucero de diez nudos a la que navegan. El barco cuenta con un motor de 4.000 cv.

Esperan que la Armada les surta en alta mar de comida y medicamentos. Se trata de una petición que realizaron el lunes y que aún no se ha satisfecho. Nadie sufre de problemas de salud ni precisa de tratamiento médico. Los ánimos se caldearon ayer. Los voluntarios tuvieron que explicar casi uno a uno cuál era la situación. Hubo que señalar en el mapa la situación geográfica de Algeciras, a dos naranjazos del África septentrional.

"De un lado agradecemos que España nos abriera las puertas de su país. De otro nos ha sorprendido que nos enviasen al puerto más lejano a nuestra posición. A Barcelona habríamos llegado ya y a Palma, el lunes por la noche. También solicitamos Valencia", expresó ayer a este periódico vía teléfono satélite Ricardo Gatti, en un fluido castellano.

En la popa se escucha rap. No deja de sonar música a lo largo del día. También reproducen algunos discos de reggae. No woman no cry y Zimbabue, algunas. La tripulación habilitó ayer unas duchas y todos se asearon. Acto seguido se preparó la merienda. La cena se sirve a las 19:00.

La escasa información que les llega es que Algeciras es el puerto de destino. Poco más. Ni el Gobierno ni la propia organización les han explicado aún los pasos a seguir una vez se aproximen al Estrecho. A diferencia de lo que ocurrió con el Aquarius, es probable que el Ejecutivo les deniegue el permiso de residencia de un mes y que se tramite la protocolaria orden del expulsión. Gatti explica que la misión de los voluntarios concluye en el muelle de atraque de Crinavis. Una vez allí organizarán el regreso a Barcelona. El barco pasará unos días en el dique para su puesta a punto y zarparán de nuevo hacia el litoral de Libia.

Rara vez duermen de corrido. Se despiertan sobresaltados durante la noche. Hace semanas que no divisan tierra en el horizonte. Se sientan a babor o a estribor y comprueban que el mar es dulce y maravilloso, pero puede ser cruel, que decía Hemingway. Los voluntarios de Proactiva Open Arms dieron con ellos a la deriva.

Se comunican en árabe y bereber. Los voluntarios hablan entre sí en inglés e italiano y usan sus redes sociales personales como un diario de a bordo. Lanzan mensajes en contra del ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Retuitean los tuits que la organización publica para mostrar el estado de salud de las personas a bordo. Leen. Mucho. Y charlan. Para ello elevan el tono porque a cubierta suena Zimbabue.

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