Wonder Woman 1984 | Crítica

Los superhéroes en los tiempos de la pandemia

Gal Gadot, que vuelve a protagonizar esta entrega, en una escena de la película.

Gal Gadot, que vuelve a protagonizar esta entrega, en una escena de la película. / D. S.

Hay que alegrarse del regreso de las máquinas de hacer dinero por lo que representan de relativa resurrección de las salas de cine (relativa, entre otras cosas, porque esta película saltará en breve a una plataforma). Pero se agradecería un poquito más de originalidad en el cine supercomercial abandonando de una vez por todas a los superhéroes. Ningún género o subgénero ligado a las producciones costosas y con unos límites temáticos tan estrechos ha tenido una vida tan larga.

Si nos remontamos al Superman de Donner (1978), primer taquillazo ligado a un tebeo, ha pasado casi medio siglo. Si lo hacemos al Batman de Tim Burton (1989), que inauguró una nueva etapa, han pasado 40 años. Es cierto que el western vivió en plenitud desde 1903 (Asalto y robo de un tren de Porter) a finales de los años 60 (crepusculares Monte Walsh, La balada de Cable Hogue o Pat Garrett y Billy the Kid), pero tenía una asombrosa capacidad para hibridarse con otros géneros sin perder su sello. Una película de superhéroes, por muy trascendentales que se pongan a veces algunos directores, tiene una muy limitada capacidad de hibridarse y ensancharse.    

He aquí el regreso de la amazona creada en 1941 por una editorial posteriormente absorbida por la poderosa DC Comics luchando, entre otros, contra un malo que parece representar el refrán "pleitos tengas y los ganes" (sustitúyase pleitos por deseos). Vuelve a dirigirla Patty Jenkins, directora habitualmente dedicada a la televisión que triunfó con la sobrevalorada Monster (2003) y dirigió la primera entrega de Wonder Woman (2017). Y vuelven a interpretarla Gal Gadot y Chris Pine, ambas con filmografías manifiestamente mejorables.

Curiosamente esta película supercapitalista se reviste de crítica al capitalismo extremo y depredador, esta película superconsumista se reviste de crítica al consumismo extremo que exacerba los deseos y esta película de superhéroes y supervillanos parece tender puentes críticos entre la América de Reagan -se desarrolla en los 80- y la de Trump. Además, por supuesto, de perfumarse de empoderamiento. A ver si con Joe Biden ya no son necesarios tantos precarios disfraces ideológicos para justificar lo que no es sino puro entretenimiento basado en el poderío digital. Y se esfuma o al menos se reduce el cine-tebeo. Entretendría más si no fuera tan larga y el guión no estuviera tan disperso. Funciona como espectáculo de cacharrería audiovisual que satura ojos y oídos. Y, como es lo que pretende y lo que el espectador busca en ella, no engaña a nadie.      

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