Premios Goya

Por una gala de los Goya más corta y más solemne

  • Más allá de las restricciones asumidas por cuestiones de seguridad, Antonio Banderas ya anunció un cambio de modelo para 2021: "No me da la gana hacer un programa de humor"

Antonio Banderas y María Casado, el mes pasado, en la presentación de 'Escena en blanco y negro'.

Antonio Banderas y María Casado, el mes pasado, en la presentación de 'Escena en blanco y negro'. / J. Zapata / Efe

Tal y como quedó confirmado este lunes en la lectura de nominados, la gala de los Premios Goya que acogerá el Teatro del Soho Caixabank en Málaga el próximo 6 de marzo será irremediablemente distinta: la normativa en materia de seguridad obliga a hacer frente a los contagios del coronavirus con el aforo reducido, exclusivamente para los mismos nominados, y con pruebas PCR para todos los asistentes. Pero la diferencia vendrá dada no sólo por las limitaciones, mascarillas y distancias de seguridad: también por un cambio de modelo que los responsables de la gala, Antonio Banderas y María Casado, quieren imprimir de manera bien notoria. Todo apunta, en virtud de la intención de Banderas y Casado a una gala más corta, más sobria, más solemne, con menos humor y más cine. Se trata de una decisión, tal y como han dejado los directores y presentadores, motivada por criterios artísticos, más allá de los rigores obligados de la pandemia.

Fue el pasado 1 de julio cuando el Teatro del Soho Caixabank anunció que acogería la gala de los Goya en 2021, señalada entonces para finales de febrero, bajo la dirección de Antonio Banderas y María Casado, quienes a su vez ejercerían de presentadores. La medida suponía el regreso del encuentro a Málaga tras la gala celebrada el año pasado en el Palacio de los Deportes Martín Carpena (una cita que arrojó luces, como el Goya concedido al propio Antonio Banderas por su trabajo en la triunfadora de la noche, Dolor y gloria, pero también algunas sombras, especialmente en cuestiones organizativas) y truncaba las aspiraciones de Valencia para el año del centenario de Luis García Berlanga. Había razones de peso: tal y como admitió posteriormente su presidente, Mariano Barroso, la Academia de Cine estaba obligada a buscar un recinto capaz de acoger una gala más discreta y con todas las garantías de seguridad dado que todo apuntaba a que la epidemia del coronavirus iba para largo. Y la decisión idónea resultó ser el recién inaugurado Teatro del Soho, un recinto que acababa de renovarse de forma flamante, ajustado en cuanto a las necesidades del aforo pero con suficiente brillo para la ocasión. Además, ante la obligación de mantener el teatro cerrado al público por la pandemia, Banderas decidió convertirlo en un plató de televisión y fichar a María Casado para dirigir la división televisiva del centro, Teatro del Soho TV (TST), lo que garantizaba la infraestructura necesaria para la emisión de la gala y la posibilidad de establecer conexiones en directo con otros puntos de España, un aspecto en el que la Academia había mostrado especial interés dada la segura imposibilidad de trasladar a los académicos a Málaga.

La creación de la división televisiva del Teatro del Soho resultó decisiva para que la Academia de Cine decidiera dejar el proyecto en manos de Antonio Banderas y María Casado

Fue entonces la Academia de Cine la que propuso a Antonio Banderas hacer del Teatro del Soho la sede de esta atípica gala de los Goya. El malagueño aceptó, pero a cambio de que la dirección artística quedara en sus manos y en las de Casado y de que el encuentro, por tanto, se desarrollara según su criterio. Dicho y hecho: ya en el mismo mes de julio, Banderas dejó clara su intención de hacer una gala más corta, más sobria, "con menos humor y más cine". Y afirmó que iba a hacer todo lo posible para que empezara antes. A finales de agosto, en un encuentro con los medios para anunciar la reapertura del Teatro del Soho, Banderas confirmó que su plan seguía adelante con el beneplácito de la Academia. Incluso, se reafirmó en su propuesta: "Tengo claro que quiero unos Premios Goya más cortos, solemnes y sobrios. No vamos a desechar el humor, desde luego, pero no me da la gana hacer un programa de humor. Hay otras vías que podemos explorar. Pero, ante todo, necesitamos una gala más corta y, si es posible, que empiece antes. Recuerdo bien el momento en que entregué un Goya a Isabel Coixet en Madrid un domingo a las dos de la madrugada. ¿Qué sentido tiene eso? Los Oscars comienzan a las cinco de la tarde y a las nueve todo el mundo está en la calle para que cada uno continúe con la fiesta como quiera. Vamos a hacer todo lo posible para que con los Goya suceda lo mismo".

El pasado mes de diciembre llegó a la plataforma Amazon Prime Video la primera producción de TST, Escena en blanco y negro, un programa que devolvía a la televisión la distinción de antaño, pero con una visión absolutamente contemporánea, a través de entrevistas a músicos y cantantes con María Casado y Antonio Banderas como maestros de ceremonias. La propuesta demostró la calidad de la nueva factoría audiovisual y daba garantías sobradas para la gala de los Goya, finalmente aplazada al 6 de marzo. Todo apunta a una fiesta del cine más breve, pero más espectacular y cuidada al detalle. Un dato esclarecedor: por primera vez en toda su historia, los Premios Goya tendrán su propia sintonía, obra del compositor malagueño Arturo Díez Boscovich, director musical del Teatro del Soho y de la misma gala. Queda por comprobar si estos cambios perdurarán a partir de 2022. Aunque, de entrada, la propuesta de Banderas suena bien deseable para espectadores, medios y artistas. 

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