Cultura

En el feudo acorazado de Aladeen

  • El equipo de rodaje de 'El dictador', con Sacha Baron Cohen, graba sus primeras tomas en una calurosa jornada en la sevillana Plaza de España.

La Plaza de España de Sevilla amaneció ayer con las banderas de Fediya, convertida ya completamente en el feudo acorazado de Aladeen, el ficticio e hiperbólico tirano árabe que interpreta Sacha Baron Cohen en El dictador. La presencia del cómico y actor británico no estaba prevista hasta hoy, pero la productora de la película, Paramount Pictures -junto a la española Kanzaman-, parecer querer jugar al despiste, y lo cierto es que el protagonista de Borat y Brüno sí asistió a los ensayos de una de las escenas que se rodarán en Sevilla hasta el jueves.

Por la tarde el acceso al conjunto monumental quedó cerrado a cal y canto, pero por la mañana turistas y curiosos -los que tuvieron ganas de soportar la intensidad de un sol que por momentos caía a plomo- pudieron presenciar de cerca el trabajo del equipo de la película. Antes de esa hora, el gran entretenimiento fueron los coloridos y ostentosos coches deportivos -valga la redundancia- aparcados en la plaza. Había una selecta muestra: un Rolls-Royce, un Ferrari y un Lamborghini. De momento -la encuesta no es científica- los sevillanos se vuelven locos mayormente con los Ferraris. Cerca de ellos había una intimidante caravana de tanquetas y jeeps militares y tres enormes hummers dorados, el convoy de Aladeen.

El verdadero ajetreo comenzó alrededor de las 13:00. Primero aparecieron más de veinte barbudos vestidos con chilabas, botines de piel claros, chaquetas burdeos y gorritos a juego, dignos de azafatas de congreso mundial de Mickey Mouse. Y todo empezó a ser (más) cómico. Poco después se sumaron a la escena las vírgenes-guardianas del dictador y varios soldados, unos con boinas negras, amarillas las de otros, pero todos con uniforme verde. Los tres grupos conforman la comitiva que recibirá al tirano, y en el primero de ellos se esconde un infiltrado que tratará de asesinarlo.

Durante alrededor de una hora todos ensayaron los movimientos corales del atentado, a los que asistieron Baron Cohen, que se limitó a observar, y Larry Charles, que para sorpresa de algunos espectadores fue a trabajar sin respetar la etiqueta. "¿Ése es? ¡Jesús!", exclamó una señora tras ser puesta al día por su hija, mientras hacía visera con la mano para poder apreciar mejor al director del filme, que lucía pantalón de chándal, camiseta verde, sombrero de paja y barba de bregado guitarrista de ZZ Top. Toda la comprensión que le negó al director la tuvo para los figurantes: "Les va a dar un soponcio. Se están ganando los 50 euros, pero bien", decía mientras emprendía el camino hacia una de las escaleras para seguir visitando el conjunto.

Por la tarde, después del descanso para comer y resguardarse un rato del calor, el equipo de rodaje y los figurantes, que habían sido convocados a las 11:00, volvieron a la plaza, esta vez ya para rodar. A partir de las 17:00 se grabaron planos generales y aéreos -estos desde un helicóptero- del palacio presidencial y de su principal puerta de acceso. Allí esperaba la entrada del convoy otro grupo de figurantes, los desharrapados que aclaman y exhiben pancartas y retratos del tirano cuando la marcial comitiva de éste llega al lugar, justo antes de que intenten liquidarlo; una fugaz acción de la que se tomaron varias tomas con las proverbiales largas esperas del cine entre una y otra.

Ayer todo esto pudo verse, primero cerca, luego lejos. Hoy curiosear será más difícil, si no prácticamente imposible. Según miembros de la empresa de seguridad contratada por la productora, se cortará totalmente la Avenida Isabel la Católica, por lo que nadie ajeno al rodaje podrá acceder a la Plaza de España ni a sus inmediaciones.

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