Ciclo Música(s) Contemporánea(s)

El escorpión surrealista

  • El Teatro Central acoge mañana miércoles el concierto-proyección de ‘La edad de oro’ (1930), de Buñuel, con la nueva partitura de Martin Matalon interpretada en vivo por el extraordinario grupo de percusión Drumming

El 3 de diciembre de 2020 se cumplirán 90 años de la ya famosa proyección parisina de La edad de oro, de Luis Buñuel, que acabó con la sala del Studio 28 incendiada por las bombas y con su pantalla manchada por la tinta que arrojaron los exaltados agitadores de extrema derecha y las Juventudes Cristianas que irrumpieron al grito de “¡muerte a los judíos!”, no sin antes haber acuchillado algunos cuadros surrealistas de Ray, Dalí o Miró expuestos en el hall del cine.

Un escándalo que marcaba la corta vida pública de una película que, pocos días después, sería oficialmente prohibida por la censura francesa hasta la tardía fecha de 1980 y que la obligó a circular clandestinamente durante años aumentando aún más si sabe su condición de culto. Una condena en cierto modo esperada por los responsables y el grupo surrealista, que siempre vio en la provocación una manera de remover conciencias y sacudir la moral burguesa de su época con una traslación más o menos fiel del manifiesto de Breton: “automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o por cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”.

El propio Buñuel reivindicaba años más tarde una idea del cine como “el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emociones, del instinto”. Y si Un chien andalou (1927) había sido un fértil campo de pruebas y chistes privados con la colaboración de Lorca o Dalí, La edad de oro soltaba ya definitivamente amarras con el relato, la causalidad, la linealidad narrativa, las convenciones y la moral de Hollywood para hacer una defensa del instinto sexual y el instinto de muerte como dos caras de una misma subversión en el estado del cine, por entonces en pleno tránsito del mudo al sonoro. El amour fou y la impugnación de la familia, la represión, el honor, la iglesia o los mitos de Occidente campan a sus anchas en un filme libre y desatado que atraviesa su particular simbolismo desde las primeras escenas (de archivo documental) de la vida de los escorpiones hasta un epílogo sadiano con referencias a la figura de Jesucristo, pasando por el cruento episodio del disparo al niño o la famosa escena de fetichismo estatuario. 

Matalon concibe su nueva música para 'La edad de oro' en una relación contrapuntística, no meramente ilustrativa o de acompañamiento

Los vizcondes de Noailles que financiaron la película, pretendieron inicialmente que Stravinski compusiera la banda sonora, pero la negativa de Buñuel hizo que se usaran piezas de Wagner, Mozart, Beethoven, Schubert, Mendelssohn o los tambores de Calanda. Pero no será eso lo que suene esta noche en el Teatro Central en la proyección de una copia restaurada del filme con acompañamiento musical en vivo, sino la composición original del argentino Martin Matalon, que propone “una relectura musical de la película en el contexto más vívido de la interpretación, como alternativa al contexto habitual de una proyección cinematográfica (sonora) en la que la música pregrabada se reproduce simplemente a través de un dispositivo mecánico”. Se trata, por tanto, de una relación contrapuntística, no meramente ilustrativa y mucho menos de acompañamiento, en la que la música a veces enfatiza cualidades contrarias o complementarias respecto a la continuidad, la direccionalidad o la narrativa. 

Concebida íntegramente para conjunto de percusión, Le Scorpion, que así tituló Matalon su obra encargada por el IRCAM, está escrita para piano, electrónica, vibráfono, platillos e instrumentos exóticos como el mokugio, un pequeño tambor madera, el zarb, un tambor iraquí, o incluso unas macetas golpeadas. Todos ellos sonarán en manos de los miembros del grupo portugués Drumming, uno de los conjuntos de percusión más importantes del mundo que estará dirigido por Miquel Bernat en la que se nos antoja una experiencia única en el siempre fructífero diálogo entre lenguajes de la vanguardia.