Domino | Estreno en Movistar y Filmin

Glorioso desastre

Rodeada de numerosos problemas de financiación que afectaron a su producción y su rodaje internacional, la última película del maestro Brian de Palma, que llega ahora a Movistar y Filmin tras un discretísimo estreno en salas, es capaz de mostrar lo mejor y lo peor de un cineasta que hace ya años salió del circuito de Hollywood, donde tipos como él ya no tienen cabida, para buscar por medio mundo el dinero para seguir poniendo en pie esas películas que, a pesar de estar apegadas a su tiempo, ya no parecen interesar en sus formas nada más que a los nostálgicos de aquel cine libre, barroco y audaz de los setenta y ochenta.

Lo mejor sigue residiendo en su capacidad innata para sacarse de la manga atrevidas, ingeniosas y desaforadas set pieces en las que demostrar sus habilidades coreográficas, rítmicas, de montaje y puesta en escena, siempre con un ojo en el homenaje y otro en la posibilidad de ir un poco más lejos que la vez anterior en su exploración de los nuevos dispositivos de la imagen. En Domino, un thriller policiaco en torno a una trama de terrorismo islamista, encontramos al menos tres secuencias memorables (y fallidas) que dejan ver el talento del director de Carrie, Impacto, Doble cuerpo, Los Intocables o Femme Fatale, a saber, una persecución nocturna por los tejados al más puro estilo de Vértigo, un atentado terrorista con pantalla partida y juego de punto de vista tecnológico y la secuencia operística en la plaza de toros de Almería con hombre-bomba y drone teledirigido.

Sólo por esos tres momentos ya merecería salvar de la quema una película que, sin embargo, muestra todas sus flaquezas en un guion que, a pesar del tono sarcástico sobre los servicios secretos norteamericanos, el terrorismo o los chistes privados sobre el mundillo cinéfilo, no deja de acumular clichés y estereotipos con tal de llegar al puerto de sus momentos estelares, filmados bajo la luz y los colores del maestro Alcaine y al compás de la música de segunda mano y siempre pasada de rosca de Donaggio.

No sabemos bien si fruto de las circunstancias, las prisas o el mero desinterés, a De Palma se le escapa aquí todo control sobre las interpretaciones de su reparto de tv movie europea y sobre cualquier circunstancia dramática que tenga que ver con las vidas privadas y sentimentales de sus personajes, reducidas a meros motores de la trama. Queda, eso sí, la constancia momentánea, a veces fulgurante, de su inconfundible inventiva visual, esos anticipos, acercamientos, primeros planos, filigranas y diseños que siguen confirmándolo como uno de esos grandes estilistas a los que las estrecheces de producción no siempre sientan bien.