Sinjar | Crítica

Tres mujeres frente al fundamentalismo

Nora Navas, una de las tres protagonistas del filme.

Nora Navas, una de las tres protagonistas del filme.

Entre Barcelona y la frontera entre Iraq y Siria, Sinjar nos trae una historia triple basada en hechos reales protagonizada por mujeres que sufren los estragos y las consecuencias del fundamentalismo islámico y la guerra.

La película de Anna Bofarull (Barcelona 1714) asume no pocos riesgos y ambiciones en su intento de ofrecer una perspectiva múltiple y la vez íntima, en el propio terreno del conflicto pero también en la distancia de seguridad de Occidente: en Barcelona, una madre (Nora Navas) sufre cada día la angustia de ver cómo su hijo convertido al Islam se ha radicalizado para marcharse y unirse al Estado Islámico; en la región de Sinjar, una madre y sus hijos viven como esclavos y prisioneros de un Imán que los veja y maltrata; no muy lejos, una joven que ha conseguido escapar de una situación parecida, decide unirse a la milicia kurda para combatir con las armas.

Voluntariosa en su mensaje de denuncia con enfoque global y femenino, audaz en su búsqueda de cercanía física y emocional a través de la puesta en escena, Sinjar no justifica ya tanto el estiramiento de un metraje que tiende a lo repetitivo. Cabe saludar al menos que no caiga en la tentación de cruzar sus tres historias, pero en cualquier caso el filme adolece en ocasiones de esquematismo e inconsistencias que lastran el tono y las buenas intenciones para quedarse en el esbozo del que se intuye verdadero drama.      

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