La Jefa | Estreno en Netflix

Empoderamiento negativo

Cumelén Sanz y Aitana Sánchez-Gijón en una imagen de 'La jefa'.

Cumelén Sanz y Aitana Sánchez-Gijón en una imagen de 'La jefa'.

Flaco favor le hace este primer filme de Fran Torres a los nuevos retratos femeninos empoderados que pueblan las pantallas al dictado de los tiempos. Y es que el perfil de sus dos protagonistas, la estirada jefa de una empresa de moda que interpreta Aitana Sánchez-Gijón y la joven empleada (Cumelén Sanz) que quiere prosperar dentro de la misma, comparte un mismo aroma a vieja misoginia, a saber, ambas vienen cortadas por el patrón de la ambición, la falta de escrúpulos y el cálculo egoísta y arribista como rasgos que las convierten en modelos altamente antipáticos y negativos.

El guion que firma Laura Sarmiento tampoco mide demasiado bien los niveles de intensidad y los quiebros y giros de su trama: ahí donde la llegada de la joven a la empresa se antoja creíble, todo lo que viene después, la rápida aceptación de tutelaje, el embarazo, la propuesta y el contrato de adopción, con unos amorales intermediarios mediante, la reclusión en la jaula dorada y, sobre todo, el abrupto, violento y desmedido desenlace, va tirando poco a poco por la borda la posibilidad de ahondar en la psicología de los personajes, sus motivaciones y contradicciones a cambio de un efectismo cada vez más escorado hacia las dinámicas del cine de género sin que las formas acompañen además el tono y la deriva.

A la postre, La jefa no aborda nunca con seriedad los temas peliagudos que subyacen bajo su duelo de hembras reducido a los instintos primarios y a la supervivencia: la imitación de los roles masculinos de poder, los anhelos y las frustraciones femeninas en dos generaciones, la diferencia de clases o la ética y sus límites a golpe de talonario.