Generación low-cost | Estreno en Movistar+

Escenas de la vida líquida

Adèle Exarchopoulos en una imagen del filme.

Adèle Exarchopoulos en una imagen del filme.

Entre los no-lugares de Marc Augé y las vidas líquidas de Zygmut Bauman, Generación low-cost nos trae escenas y fragmentos de la vida de una azafata de vuelo de una compañía de bajo coste (estupenda Adèle Exarchopoulos) entre un destino y otro, en sus rutinas mecanizadas de trabajo y un tiempo libre que emplea entre fiestas con sus colegas, Instagram y relaciones de una noche.

Son los tiempos de la precariedad, la individualidad, el desapego y la muerte de la conciencia de clase, parece apuntar el filme en esos primeros tramos donde se impone la disciplina subordinada de estos jóvenes peones del capitalismo corporativo cuyos sueños de prosperidad no son ya los de formar una familia o comprarse una casa como trabajar para una compañía de prestigio en Dubai. La cinta adopta un logrado tono pseudocumental y acompaña el trayecto y sus espacios de tránsito con cercanía y cierta abulia dramática, aparentemente objetiva en su retrato de unos procesos y unas acciones que no juzga.

Pero lo más interesante está por llegar y no precisamente en forma de moraleja. Tras los actos y movimientos de nuestra protagonista latía, empero, una historia personal, unas raíces, una pequeña tragedia familiar. Lecoustre y Marre lo abordan sin preaviso, en el tiempo de un regreso a la casa paterna donde los afectos y vínculos primordiales espejean y dialogan ya con esa constante huida hacia adelante y las máscaras del universo del trabajo. No se trata ya tanto de hacer sociología generacional como de comprender y entender algo mejor a una joven en busca de su lugar en el mundo.