El test | Crítica

¿Neoliberal, comprometido o cuñado?

San Juan, Ibarguren, Suárez y Santos en una imagen del filme.

San Juan, Ibarguren, Suárez y Santos en una imagen del filme.

Con un guion basado en la propia obra de Jordi Vallejo, El test se suma a esa nueva comedia española de premisas y querencias teatrales, escasos personajes y espacio único destinadas a parodiar y levantar diagnóstico exprés sobre la condición humana y sus mezquindades en el nuevo paisaje sociológico del capitalismo tardío.

Bajo la tan vieja como falsa dialéctica entre el pájaro en mano y la paciencia y el autocontrol como rasgos positivos de carácter, la cinta que dirige el servicial Dani de la Orden encierra en un chalet de diseño de los barrios altos barceloneses primero a un trío y luego a un cuarteto de personajes para que diriman a la mesa sus diferencias, principios y contradicciones en un calculado juego de simulacros destinado a revelar personalidades y, a la postre, en el tramo final y menos interesante del filme, viejas cuitas sentimentales no resueltas que ponen ya en segundo plano el macguffin de partida.

Se trata de devolver al espectador un falso dilema sobre la condición cuñada, la fidelidad a los ideales o el asomo del colmillo neoliberal en tiempos de confusión, crisis y diazepam, debate-trampa que, en realidad, tiene como objetivo fundamental el estudio cómico de unos personajes-tipo en sus constantes vaivenes y quiebros fruto de un guion que se guarda demasiados ases en la manga para estirar la partida.

No se puede negar que De la Orden saca brillo y dinamismo a la situación única, pero son sobre todos sus cuatro intérpretes, con nuestra querida Miren Ibarguren al frente como madre comprometida y políticamente correcta hasta la caricatura, los que sostienen con solvencia y un amplio catálogo de tics cómico-naturalistas una función que es siempre más divertida cuando juega en el terreno de las hipótesis y las dudas que cuando se empeña en revelar un pasado aún abierto.