Crítica de Cine (SEFF 2017)

Vislumbrar el repertorio

Meinhard Neumann, protagonista de 'Western', de Valeska Grisebach.

Meinhard Neumann, protagonista de 'Western', de Valeska Grisebach.

En la ya lejana Sehnsucht (2006), Grisebach parecía marcar distancias con la frialdad centroeuropea con un suplemento enigmático, aquella coda cálida -en forma de juego de niños- con la que se cerraba el filme, poniéndose en perspectiva el filo cortante de un amor desgraciado. Aquí, en Western, vuelve a nombrarse la melancolía (ahora como Heimweh, añoranza, nostalgia, morriña del hogar, del terruño) como un agujero negro, un humor que ya ha paralizado el organismo.

Así, ahora Grisebach ya no tiene quien le cuente o le continúe la historia, y el pliegue lo proporciona el viejo repertorio del cine del Oeste: gestos, motivos, posturas, ensayos (de iniciación, conquista, cortejo, tumulto, conversaciones de paz, declaraciones de guerra...), que no poseen la suficiente fuerza para convocar el brillo mitológico ni desencadenar el asalto de los fantasmas. No se trata, tampoco, de un simulacro, puede que simplemente del deseo de revivir toda la imaginación antropológica que palpitaba en el género y con el que se puede seguir explicando el mundo, hace tiempo en un crepúsculo sin buenos ni malos declarados.

Western, película masculina, de no-actores recios, taciturnos y con poco margen de virtualidad que corona el magnético Meinhard Neumann, soporta la mirada pasajera de Grisebach, quien se fija con curiosidad en los detalles y termina convirtiéndose ella misma en esa niña que ve y escucha el rastro de lo enterrado, como espiando estructuras que no existen, en este episodio de trabajadores alemanes en la frontera entre Bulgaria y Grecia. Allí pasan muchas cosas y a la vez pesa la sensación de que casi nada ha ocurrido, notándose la libertad de quien rueda sin red bajo sus pies, en los territorios comanche que compartimos en el viejo continente.

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