Cultura

Pantalla electrónica

  • Varias bandas sonoras recuperan los sonidos y ritmos electrónicos del cine de género de los 80, que tuvo a John Carpenter o Tangerine Dream como abanderados y creadores de tendencias.

Los 80 están de vuelta. Ya ha pasado la treintena necesaria para que su estética de brillantina, mechas, plástico, videojuegos, VHS, cuellos levantados y sintetizadores entre a formar parte de una nostalgia generacional, orgullosa y sin complejos. Y el cine y sus bandas sonoras no parecen ajenos a este revival contagioso en el eterno ciclo comercial de las tendencias. Como muestra más reciente de este hype ahí tienen el cortometraje sueco Kung Fury, todo un fenómeno viral que, tras su paso por Cannes, circula estas semanas por internet saludado por sus fans como una auténtica "obra maestra": un (caro) homenaje al cine popular de aquella década, ese mismo que se celebra hoy ensalzando las otrora denostadas producciones de Golam-Globus para Cannon Films.

Si Kung Fury se hace fuerte en su reciclaje delirante del cine de artes marciales, las buddy movies, los viajes en el tiempo, las películas de dinosaurios o el cine bélico con el mismísimo Hitler como maestro del kung-fu, no es menos importante para su éxito el hecho de contar con una banda sonora arrolladora que remezcla aquellos sonidos y ritmos sintetizados y pone a David Hasselhoff al frente del pegadizo tema principal, True Survivor, que bien podría pasar por un nuevo hiteurovisivo.

Firmada por Mitch Murder y Lost Year con temas de Betamaxx, Highway Superstar (que parodian, es fácil, a Kenny G) o Christopher Ling, la música de Kung Fury suena a copia y refrito perfectos de aquel pop-rock ochentero de teclados y guitarras sintetizadas, cajas de ritmos, efectos y baterías de parches electrónicos orientado a la radio-fórmula o a las pistas de baile y que la crítica musical, tan amante de las etiquetas, ha bautizado como synth-wave en su penúltima reencarnación posmoderna.

Hay que remontarse a los años 70 y 80 del pasado siglo para rastrear los orígenes de este estilo musical que hoy vuelve al cine en forma de pastiche, cita, homenaje o remezcla. Justo cuando John Williams y su neosinfonismo orquestal y épico se imponían como modelo de acompañamiento para la vertiente más espectacular y cara del Nuevo Hollywood, desde la serie B, el neo-noir, el terror o el cine fantástico empezaban a darse a conocer también sonidos más contemporáneos que iban a transformar las bandas sonoras acercándolas al pop, el rock o la música de baile de su tiempo.

Hablamos de la música de John Carpenter para sus propias películas (Escape from L.A., Halloween, Vampiros, La niebla, Dark Star, Asalto a la comisaría del distrito 13), también hoy de actualidad con la edición de un disco, Lost Themes, que ha sido recibido con gran entusiasmo por la crítica; de Giorgio Moroder y sus bandas sonoras para El expreso de medianoche, Cat People, American Gigolo o el relanzamiento de Metropolis; o de los sonidos, ritmos pautados y atmósferas sintéticas de los alemanes Tangerine Dream para películas de culto como Carga maldita, Thief o Risky Business.

Todos ellos son los padres de los nuevos sonidos cinematográficos que encontramos ahora y destacan sobremanera en dos cintas como Lost River o It Follows. Dirigida por Ryan Gosling, la primera busca sin demasiado éxito una fórmula híbrida entre el universo y las atmósferas de Lynch y el retrato de una Norteamérica deprimida y sórdida bajo las claves de un formalismo barroco, suntuoso y saturado. La banda sonora forma parte fundamental de su voluntad de estilo y viene firmada por Johnny Jewell, líder de Chromatics, que ya participara en la banda sonora de Drive, la influyente película de Winding Refn y responsable principal de este renacimiento ochentero bañado por luces de neón. La música de Jewell (también la de Glass Candy o Desire) se mueve entre pasajes melódicos cristalinos, flotantes y ensoñadores y zonas de penumbra ominosa y siniestra, aunque son los dos temas que abren el disco (editado por Italians Do It Better), Tell me (en la voz de la actriz Saoirse Ronan), y Yes (también con voces femeninas sobre una base rítmica continua), los que marcan las líneas directrices y recurrentes del conjunto sonoro.

También es fundamental la labor de diseño sonoro y musical en el filme de terror de culto de la temporada, It Follows, otro híbrido que mira a los 80 suburbanos conjugando las fórmulas del género adolescente con un tratamiento visual en el que algunos han querido reconocer el sendero abierto por Gus van Sant en Elephant.

Su banda sonora (Milan Records) la firma Disasterpeace, nombre bajo el que se esconde el compositor de música para videojuegos (Fez) Rich Vreeland. Su trabajo reformula las claves atonales, atmosféricas y efectistas del género con un tratamiento que, en palabras del director David Robert Mitchell, se mueve entre "la belleza, la amenaza de la muerte y el asalto a los sentidos". Los sintetizadores juegan aquí un papel protagonista, con un oído puesto en Carpenter y otro en la creación de atmósferas sostenidas que son súbitamente atacadas por ritmos constantes, zumbidos industriales y clusters en clave de urgencia que provocan o anticipan un notable desasosiego y extrañamiento en su escalada de tensión hacia el horror y lo desconocido.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios