Crítica 'Tarde para a ira'

Nace un director

tarde para la ira. Thriller, España, 2016, 93 min. Dirección: Raúl Arévalo. Guion: Raúl Arévalo y David Pulido. Fotografía: Arnau Valls Colomer. Música: Lucio Godoy. Intérpretes: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz, Manolo Solo, Alicia Rubio, Raúl Jiménez, Font García.

Se asegura bien el arnés el actor Raúl Arévalo para su debut en la dirección, y lo hace sin las clásicas confesiones autobiográficas o el relato con pretensiones de retrato sociológico. Su modelo en Tarde para la ira es el cine de género en esencia, el thriller de venganza y sus recorridos y motivaciones viscerales, y su forma, deudora de cierto realismo de barrio muy en nuestra tradición, busca denodadamente la desnudez, la proximidad y la crudeza, el hueso de las imágenes, filmadas en un orgánico Super16mm, como estrategia de puesta en escena.

Acierta Arévalo en el pulido de su guión clásico, lastre habitual de este nuevo thriller español que suele confiar poco en el potencial deductivo de su espectador y le ata más de la cuenta, casi siempre a través de los diálogos, los cabos de la trama.

La de Tarde para la ira ha cocido a fuego lento una espera de ocho años para enfrentar a una víctima con el causante de su dolor y su duelo, y la despliega en episodios con suficiente astucia como para ir siempre por delante, primero en un elíptico juego de seducción fraguado en miradas y escenas cortas y luego con una jugada de mucho más alcance.

Se insistirá al hablar de esta película en su representación seca y sin concesiones de la violencia, en su implacable camino sin retorno por una carretera de furia y rencor ciego. Es cierto, Arévalo se la juega a una sola carta y apuesta por no hacer trampas ni prisioneros en el camino.

Un debut poderoso en fin, sólido y armónico, en el que apenas chirrían algunos detalles, especialmente el que saca fuera del tono general al personaje del Triana que encarna un Manolo Solo a quien, paradójicamente, es posible que le lluevan los premios. Demasiado personaje el suyo donde el resto, del introspectivo y tenso De la Torre al eléctrico Callejo (cuánto nos gusta este actor y cuánto nos gustaría verlo más en papeles de peso), es manejado en las dosis y el color precisos.

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