The Gentlemen: Los señores de la mafia | Crítica

Guy Ritchie vuelve a la primera casilla

Matthew McConaughey encabeza el reparto de la cinta.

Matthew McConaughey encabeza el reparto de la cinta.

Dado mi poco aprecio por el cine del señor Quentin decir que Guy Ritchie es un Tarantino de segunda supone considerarlo un director de tercera. Este mete ruido audiovisual inglés, uno de tantos enterradores del cine británico sepultándolo bajo los escombros del peor cine americano actual, debutó con la película Lock & Stock en el 98, se consagró como un british Tarantino con Snatch, cerdos y diamantes en 2000… Y después, como en esas películas había más ruido visual que nueces, pegó los petardos de Barridos por la marea y Revolver.

Se recuperó un poco el realizador con RocknRolla, dos adaptaciones macarras y oxidadas de Sherlock Holmes y el televisivo agente de Cipol para abismarse otra vez en los caros bodrios de Rey Arturo: la leyenda de Excalibur y Aladdin. Desde esos dos abismos intenta reinventarse de nuevo acudiendo a sus orígenes de mafiosos british.

Había caído tan bajo con sus dos últimas películas que solo podía subir. Pero lo hace poco, muy poco. Infla, exagera y estira su estilo de videoclip visto en cámara rápida y sigue más de cerca que nunca los pasos de Quentin Tarantino retorciendo el guión en piruetas de juegos con tiempos, verdades y mentiras, sazonadas con juegos metacinematográficos para entendidos que se sientan gratificados al captarlos. Trata de la lucha entre familias mafiosas para hacerse con un imperio de marihuana. O más bien de cómo alguien -Hugh Grant- cuenta, imagina o inventa esa lucha jugando en beneficio propio con los límites entre verdad y mentira, lo sucedido y lo inventado.Un guión puzle para un montaje mosaico que juega hasta el hartazgo con los planos breves y ritmados por una interminable banda sonora trufada de canciones.

Entretendrá y divertirá -porque no le faltan algunas gracias políticamente incorrectas- a los seguidores de las comedias gamberras de gánsteres en las que la gracia es proporcional a la violencia, que tampoco falta. Su único valor es su reparto: Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Henry Golding, Hugh Grant y Colin Farrell (el mejor); y su único mérito, reinventar a Hugh Grant.

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