La gallina Turuleca | Crítica

Karaoke en la granja

Una imagen de la cinta de animación infantil 'La gallina Turuleca'.

Una imagen de la cinta de animación infantil 'La gallina Turuleca'.

Astuta operación comercial para atraer a niños y mayores a las salas en estas fechas navideñas de escasa resistencia al consumo, coles cerrados y demasiado tiempo de ocio, La gallina Turuleca tira de nostalgia generacional setentera para dar vida al repertorio musical de aquellos Payasos de la Tele en una blanca aventura gallinácea de regreso al hogar a través de una esforzada animación digital 3D apenas disimulada a golpe de color y enlazada a la manera de un festivo karaoke (con especial protagonismo de la popular canción original del mismo nombre en varias versiones junto a la no menos clásica Hola, Don Pepito y una Macarena emplumada y con nueva letra) para abuelos, padres, hijos y nietos.

Diseñada, producida, escrita y dirigida por Víctor Monigote (Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo), Eduardo Gondell (Valentina) y Juan Pablo Buscarini (Pérez, el ratoncito de tus sueños; La gran aventura de Los Lunnis), la película, que recupera la etiqueta de “especialmente recomendada para la infancia” de los cajones del Ministerio de Cultura, no brilla precisamente por su excelencia técnica ni por la originalidad de sus diseños o su argumento. Si en el primer apartado estamos ante un fotorrealismo digital más bien reducido y esquemático, la aventura de la gallina flacucha y parlanchina en busca de la anciana que le enseñó a hablar y cantar tampoco deslumbrará al espectador adulto en su reivindicación del circo ambulante, la solidaridad y los buenos sentimientos más elementales. En su favor, habrá que destacar que ni la voz de José Mota, como el malvado Armando Tramas, ni la de Eva Hache, como la propia gallina Turuleca, molestan demasiado.