Ceuta

El hormiguero de El Biutz

  • Miles de porteadores pasan a diario a Marruecos mercancía adquirida en el polígono ceutí · Al no haber aduana, evitan el pago de aranceles · Algunas naves funcionan como consignas con textiles de China

Miles de marroquíes se agolpan, a las siete de la mañana, en El Tarajal a la espera de que abra el puesto fronterizo con Ceuta. La mayoría de estos ciudadanos son porteadores y se enfrentan a un peregrinaje cíclico durante las próximas seis horas, en las que intentarán pasar por el paso de El Biutz toda la mercancía que puedan.

Una vez atravesados los controles de la Policía Nacional y la Guardia Civil, los porteadores se apresuran a recorrer la escasa distancia que les separa del polígono de El Tarajal. Allí, en las diferentes naves comerciales, se van preparando los bultos de productos alimenticios y textiles que deberán cargar hasta El Biutz. La Delegación del Gobierno en Ceuta ha reforzado la seguridad en la última semana tras la muerte, el pasado lunes, de dos mujeres a consecuencia de una estampida. El dispositivo se nota nada más acceder al polígono, donde varios agentes de la Policía Nacional empiezan a formar filas indias para evitar nuevos accidentes. Poco a poco, las mujeres van llegando a las naves y, tras hacerse con la carga, se incorporan a la siguiente cola para enfilar la cuesta que les llevará a El Biutz. El número de hombres que portan mercancía es mucho menor y acceden al paso por el lado opuesto a través de otra fila delimitada con vallas metálicas. Así se acordó hace años para respetar las costumbres musulmanas.

Una vez los porteadores llegan al lado marroquí, se arriesgan a que la Policía les ponga trabas para pasar la mercancía. Es entonces cuando llega el turno de las negociaciones para desbloquear la carga, a través de acuerdos económicos que hacen las veces de los tributos que no se pagan por esta ruta. Marruecos no reconoce a El Biutz la categoría de frontera comercial, por lo que no está expuesta al pago de aranceles como pasa en Tánger. Este paso está concebido sólo para productos de primera necesidad, pero también se usa para el transporte masivo de textiles que se almacenan en las naves comerciales del polígono ceutí. Es una forma de sortear las cargas impositivas de las aduanas marroquíes y ante la que el Gobierno de Rabat hace la vista gorda. Es aquí donde radica la razón de ser de las porteadores y sobre la que gira esta extenuante forma de transporte, que se ha incrementado tras la implantación de las consignas en el polígono de El Tarajal.

El primer eslabón de esta cadena comienza en el puerto de Ceuta, donde llegan los camiones y contenedores con la mercancía. A primera hora de la mañana es trasladada a El Tarajal, donde se distribuye entre las 240 naves del polígono. Dentro de éstas hay dos categorías: las comerciales y las consignas. Las primeras adquieren los productos para luego venderlos. Las segundas -de las que hay una treintena- ya han pagado previamente al por mayor la mercancía y sólo funcionan de almacén. En ellas no se realizan transacciones y los comerciantes que las han alquilado -por unos 2.000 euros al mes- contratan a los porteadores para que, bulto a bulto, transporten la mercancía a Marruecos. Las mujeres hacen las veces de los camiones soportando cargas que a veces superan su peso corporal. Por cada viaje cobran entre tres y cinco euros. La necesidad les obliga a hacer esfuerzos sobrehumanos, más aún cuando entre las porteadoras no es difícil ver a algunas con muletas, piernas ortopédicas y numerosas ancianas. El perímetro fronterizo y las cuatro fases del polígono -vistos desde la altura que confiere la ladera cercana a la barriada de El Príncipe- recuerdan a un hormiguero, en el que por las diferentes filas del circuito se contempla un constante ir y venir de personas.

La actividad de las consignas está perjudicando a los comerciantes de El Tarajal, que ven cómo el control hacia las porteadoras impide la libre circulación en el recinto. El portavoz del polígono, Mohamed Ahmed, dice que son una "enfermedad" que está minando el negocio. Ahmed explica que las consignas pertenecen a comerciantes de fuera de Ceuta -en su mayoría de Marruecos- que compran productos textiles procedentes de China en polígonos de Madrid. Una vez transportada la mercancía a Ceuta, la almacenan y la llevan a Marruecos a través de las porteadoras para evitar pagar los "brutales" aranceles. También denuncian la existencia de casas ilegales donde se preparan los bultos. Esta práctica colapsa el polígono por la mañana, lo que disuade a los ceutíes de comprar productos de primera necesidad en el recinto hasta que no se cierra El Biutz.

Un mal que también padece el presidente de la primera fase del polígono, Fernando Núñez, que admite que la mayoría de los alimentos los vende por la tarde, entre otras cosas porque en las primeras horas del día tampoco se permite la entrada de vehículos.

La organización en torno a las consignas se completa en el lado marroquí, donde las porteadoras entregan la mercancía. Allí, otros miembros de la red les pagan por el porte y organizan la distribución hacia otros puntos del país. La parada más cercana es la localidad de Castillejos, a varios kilómetros de Ceuta. A las once de la mañana -dos horas menos en Marruecos- empieza la actividad comercial. Mediante furgonetas o motocicletas va llegando la mercancía, que se reparte entre los mercados, tiendas o vendedores ambulantes. Esta actividad ha provocado que Castillejos pierda parte de su identidad, ya que por las calles es más fácil encontrar ropa fabricada en China que los artículos propios de la marroquinería.

Mientras, las porteadoras emprenden el camino de vuelta hacia la frontera. El Biutz cierra a la una de la tarde y hasta entonces seguirán haciendo viajes. En caso de no llegar a tiempo para pasar el último bulto se las tendrán que ingeniar para introducirlo por otra vía.

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