El obispo, Antonio Ceballos Atenzia, bendecirá este viernes el columbario que una empresa de Barcelona está construyendo en la cripta de la iglesia de África. Los trabajos comenzaron hace meses para tener listo, esta semana, este conjunto de nichos con capacidad suficiente para albergar alrededor de 800 urnas con las cenizas procedentes de las cremaciones.

Esta construcción ha venido motivada por el debate abierto ante el elevado número de cremaciones que se está produciendo y la necesidad de las familias de disponer de una zona sagrada en la que poder depositarlas. La Iglesia no se opone a la cremación de los fallecidos, siendo, de hecho, una práctica cada vez más extendida en detrimento del entierro en los camposantos.

Ha sido ese interés ciudadano el que ha movido a la Iglesia a facilitar la construcción de este columbario. Los paneles que cubren los nichos, dispuestos en dos laterales, han sido ilustrados con motivos de Ceuta. Así aparecen imágenes de la parroquia de África y de los titulares de las distintas cofradías. Estas ilustraciones están conseguidas sobre cerámica y forman parte de los trabajos que están siendo desempeñados por los trabajadores de esta empresa catalana.Quien quiera saber la forma de disponer de alguna de estas urnas debe acudir a la parroquia de África, en donde se ha centralizado toda la información sobre precios y medidas de seguridad para facilitar el acceso a cada una de estas urnas.

Ceuta se suma así a otras ciudades en las que existen columbarios de este tipo, creados ante la cantidad de peticiones para guardar las cenizas de los fallecidos. Se ofrece esa vía, esa posibilidad que había sido reclamada por muchas familias caballas. El mayor columbario de Europa se encuentra en Jerez, con capacidad para 25.000 urnas y ampliable hasta 60.000.

Hoy por hoy la existencia de columbarios se erige en un servicio básico para los creyentes que disponen así de una infraestructura que sigue la tradición de los romanos, quienes idearon este tipo de guardas. Muchas familias terminan esparciendo las cenizas en sitios concretos, siguiendo la voluntad del fallecido, ante la falta de un lugar en el que depositar los restos.