Treinta años después: una prevención que debe mirar al futuro
Tribuna libre
Se cumplen treinta años de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, un texto que marcó un antes y un después
Este sábado, 8 de noviembre, se cumplen treinta años de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), un texto que marcó un antes y un después al reconocer el derecho de las personas trabajadoras a una protección eficaz frente a los riesgos del trabajo. Tres décadas después, la prevención es parte del lenguaje y la estructura de las empresas, pero los datos siguen golpeando la conciencia colectiva: en 2024 fallecieron 679 personas por accidente de trabajo con baja en jornada en España. Son vidas truncadas que no deberían formar parte de ninguna estadística.
La coordinación real entre servicios de prevención y administraciones es fundamental, sin una acción conjunta la cultura preventiva no se consolida, se fragmenta. La Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027 insiste en ello, es necesario fortalecer la coordinación entre los distintos niveles institucionales —europeo, estatal y autonómico—, y apostar por una prevención moderna, cohesionada y eficaz.
La LPRL introdujo un cambio cultural sin precedentes. Su artículo 14 estableció el deber del empresario de proteger la salud de las personas trabajadoras, impulsando la evaluación de riesgos en su origen, la planificación preventiva y la participación de los trabajadores a través de Delegados de Prevención y Comités de Seguridad y Salud.
Ese marco legal permitió avances significativos pero la realidad actual es tozuda. Las muertes laborales no descienden al ritmo esperado y surgen nuevos riesgos que la ley de 1995 no podía prever. Los riesgos psicosociales, el estrés crónico, el acoso laboral o el burnout son ya causas principales de incapacidad laboral. Los cambios en las relaciones laborales, la digitalización y el teletrabajo, el coworking, freelancing, la precariedad contractual dificulta la formación y la interiorización de la cultura preventiva.
Además, la prevención debe incorporar de forma real una perspectiva de género y de salud mental, abordando diferencias en la exposición a riesgos y reconociendo que el bienestar emocional también forma parte del derecho a la salud laboral.
Treinta años después: la prevención que necesitamos
No basta con una buena ley si su cumplimiento es desigual. La prevención no puede quedarse en la formalidad documental ni en la gestión del papel, sino materializarse en acciones reales, recursos suficientes y una inspección de trabajo con capacidad para actuar.
Es urgente fortalecer la coordinación interterritorial, simplificar la normativa, y mejorar la formación preventiva desde las etapas escolares y universitarias, especialmente en los estudios técnicos. Solo así lograremos que la seguridad y la salud se integren desde el diseño de los procesos y productos.
Una llamada a la responsabilidad compartida
El anuncio de declarar 2026 como el Año de la Seguridad y Salud en el Trabajo debería ser algo más que un gesto simbólico. Mientras dos personas sigan muriendo cada día en su puesto de trabajo, no podremos hablar de éxito.
El reto no es solo jurídico ni técnico: es humano. Prevenir es proteger la vida, y eso requiere convicción, no mera obligación. La LPRL fue y sigue siendo una herramienta formidable, pero su espíritu necesita renovarse en las empresas, en la administración y en la conciencia social.
Porque, treinta años después, la mejor forma de homenajear aquella ley es seguir construyendo, entre todos, un futuro laboral más seguro, más saludable y plenamente digno para cada persona trabajadora.
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