A VISTA DEL ÁGUILA

Semana Santa en puntos suspensivos

  • Miguel Ángel Del Águila supo captar a finales de los años 60 una Semana Santa de silencio y privaciones a la vez que de inflexiones y puntos de partida

Cristo del Medinaceli (1970)

Cristo del Medinaceli (1970) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

Algeciras es una ciudad que a finales de la década de los sesenta comenzó una etapa llena de puntos suspensivos en la Semana Santa de Algeciras. De las seis hermandades existentes, las de Borriquita, Columna, Buena Muerte y Nazareno se vieron obligadas a dejar de realizar estación de penitencia en un tiempo que fue de silencio y privaciones, flores mustias, polvorientas hornacinas y pasos estragados en olvidados almacenes. Solamente dos: Medinaceli y Santo Entierro salieron con regularidad con una estética que hoy nos llama la atención. La esencia es la misma, pero las formas son bien distintas y las imágenes de Miguel Ángel del Águila nos muestran de dónde venimos y cómo fueron aquellos años de paréntesis, pero también de inflexiones y nuevos puntos de partida.

1. MEDINACELI POR SAN ANTONIO Frente al edificio que albergó a la Escuela de Arte, el fotógrafo capta el Martes Santo de 1970 el paso del Cristo de Medinaceli, el cual no poseía aún nombramientos honorarios, camino de su personal ciudad del cielo en San Isidro. La arrugada túnica descansa sobre claveles que se cimbrean, largos, en las esquinas junto a los dorados faroles de inspiración sevillana que aún procesionan. El canasto es el del antiguo paso, donde la madera color caoba y el bronce dejaban salir antiguas atmósferas de viejos cargadores.

Santo Entierro (1975) Santo Entierro (1975)

Santo Entierro (1975) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

2. LA URNA DORADA En la anochecida del Viernes Santo de 1975, el paso del Santo Entierro enfila el tramo final de una calle Convento hoy irreconocible. Azulejos bicolores, plateados cierros de forja, persianas mallorquinas, pilastras, un aire de construcción gibraltareña que inspiró a no pocos edificios locales, sirve de fondo al resplandeciente misterio que cerraba nuestra escueta semana. Los respiraderos y la urna que nunca recibían los reflejos del sol son custodiados por un militar del cercano acuartelamiento de Santiago, posado en pretéritos osarios y murallas apenas presentidas.

La hermandad de Columna (1977) La hermandad de Columna (1977)

La hermandad de Columna (1977) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

3. COLUMNA DE EUROPA En 1977 la hermandad de Columna salió a la calle el 7 de abril, Jueves Santo. Entonces lo hacía aquel día, sustituyendo la ausencia del Nazareno. Pero esta cofradía no vivía tiempos mejores. Ese año tenía previsto recortar el recorrido y no subir a San Isidro; sin embargo, la lluvia acabó por impedirlo y obligó a un precipitado regreso. El cristo de José Román se alza solo bajo un olivo en el antiguo paso de noble madera y recoletos faroles. Portado por camalos, recibe una luz que acaba proyectándose en la oscura fachada barroca que daba ya avisos de indisimulada ruina. La curva arenisca de la portada se convierte en teatral signo de la decadencia. Al año siguiente, la hermandad dejó de salir y el edificio sobre el que se vertebró la ciudad dieciochesca a punto estuvo de engrosar la larga nómina de bienes perdidos.

Mayor Dolor (1977) Mayor Dolor (1977)

Mayor Dolor (1977) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

4. MAYOR DOLOR EN CARRERA OFICIAL El Miércoles Santo de 1977 era el tercer año en el que la hermandad de la Buena Muerte salía a la calle tras su reorganización. El fotógrafo capta el paso de palio en la calle Convento, antes de girar hacia San Antonio. Comercios perdidos, luminosos encendidos, airosas bambalinas, plateadas coronas, varales cincelados, galones en el techo, gladiolos blancos, velas cortas, indisimulados focos, sonrientes cargadores con el escudo de la vecina Escuela de Maestría y la sonrisa afable del padre Cruceyra. Nada de eso queda, solo la talla de Castillo y el soberbio manto de Juan Manuel permanecen rodeados de una estética muy mejorada.

Cristo de la Buena Muerte (1981) Cristo de la Buena Muerte (1981)

Cristo de la Buena Muerte (1981) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

5. CARIDAD RADIANTE Cuatro años más tarde, el cristo de la Buena Muerte abandona su sede. El primer crucificado preside su primitivo paso sin remates laterales a causa de la angostura de quicios y cantones. Los faroles antiguos con bombillas quieren iluminar un monte de claveles rojos y verdes esparragueras. Deja atrás la fachada primorosamente restaurada de la Caridad, pulcra de cal bajo la sobria espadaña sólida y sonora. Hoy esta imagen resulta imposible. La actual talla de Duarte no puede salir de su capilla. El cuerpo superior de la fachada se viene abajo. Estamos de nuevo a punto de seguir engrosando la nómina de bienes perdidos.

Hermandad de la Borriquita (1982) Hermandad de la Borriquita (1982)

Hermandad de la Borriquita (1982) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

6. DOMINGO DE PALMAS A poco de reorganizarse, la hermandad de la Borriquita inicia su recorrido dejando atrás la iglesia de los Salesianos el Domingo de Ramos de 1982. Sobre apliques y madera recién cortada, entre agudas palmas blancas de haces de sombra, flanqueada por los cuatro antiguos evangelistas, la talla de Olot se encamina a la plaza Alta por una ruta corta de subidas y bajadas. Jóvenes cargadores la llevan a hombros, en un tiempo en que los costales eran solamente sacos de tela.

Presidencia frente a la virgen de la Soledad (1982) Presidencia frente a la virgen de la Soledad (1982)

Presidencia frente a la virgen de la Soledad (1982) / Archivo Hijas de Miguel Ángel Del Águila

7. PRESIDENCIA OFICIAL Escoltada por los cascos blancos de la policía militar, el fotógrafo retrata la presidencia que discurre frente a una virgen de la Soledad sin palio y con flores de cera el Viernes Santo de 1982. Destacadas autoridades militares y representantes del equipo de gobierno de la primera corporación municipal democrática dejan atrás la puerta del consistorio alumbrado a medias por sus antiguas farolas de hierro. La calle aún conserva edificios que destilan una venerable dignidad aún no derribada. Algunos muestran sus entrañas, como las medianeras del antiguo Convento, derribado en parte para trazar la calle Trafalgar, y que fueron decoradas con yucas ante el continuo trasiego de visitas oficiales en tan representativo espacio donde el asfalto tenía sus días contados.

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