Campo de Gibraltar

La fugacidad de la buena estrella

  • Llegó de rebote a la Alcaldía. La suerte le abandonó en su 'pelea' con España

Tomás Herrera fue catalogado en sus inicios como un político con buena estrella. Estaba en el lugar y el momento adecuado cuando fue designado alcalde de Algeciras, tras la dimisión de Juan Antonio Palacios. Luego logró ser el candidato del PSOE en las municipales de 2007 -pese a las reticencias del secretario local-, cita electoral en la que rozó la mayoría absoluta. Sin embargo, esa suerte se volvió esquiva cuando intentó repetir como alcaldable para los comicios de este año. Rafael España no dio su brazo a torcer y Herrera acabó a regañadientes como subdelegado de la Junta. Un cargo por el que ha pasado de forma fugaz.

Herrera llegó a la política de forma tardía, en 2003, como número dos de la lista de Palacios. El PSOE venció en las urnas y le tocó ocupar varias delegaciones, siendo la más destacada la de Hacienda, en la que hizo valer su experiencia en el sector de la banca. Su oportunidad para dar el gran salto llegó en marzo de 2005, cuando Palacios decidió tirar la toalla al frente del Ayuntamiento. Pese a no contar con el beneplácito de la ejecutiva local, Herrera fue propuesto de inmediato para tomar el relevo. La decisión la adoptó el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves. "Tomás, tú serás el alcalde", le indicó Chaves en plena crisis por la marcha de Palacios, según ha reconocido el propio Herrera.

Herrera tuvo mejor sintonía que su antecesor con los andalucistas, por entonces socios de gobierno. Eso no quitó que al año de ser investido destituyera a José Ortega como edil de Urbanismo por el escándalo de Somixur. También apartó del Gobierno a Francisco Calvo. Una criba que no hizo tambalear el pacto con el resto de los concejales ya exandalucistas.

Los momentos más notorios de Herrera llegaron a finales de ese año 2006, con motivo de los actos conmemorativos del centenario de la Conferencia Internacional de Algeciras y la Junta de Obras del Puerto. La ciudad fue sede de una cumbre sindical a nivel internacional, en la que se abordó la Alianza de las Civilizaciones. Herrera llegó a proponer que Algeciras fuera foro permanente del entendimiento entre culturas. Pese a su entusiasmo, la idea no fraguó: Zapatero se decantó por Sevilla.

Herrera tuvo que lidiar de nuevo con la oposición del secretario local para ser el candidato socialista en las elecciones de 2007. Ganó el asalto, de nuevo, gracias al apoyo de Chaves, lo que le sirvió también para colocar en la lista -aunque no en los puestos principales- a concejales afines. La victoria en la urnas no impidió, sin embargo, que el PSOE presentara un equipo fracturado. La división se ha palpado a lo largo de todo este mandato en la gestión del Ayuntamiento. Y lo que al principio eran peleas que se quedaban dentro del vestuario, al final fueron desaires públicos tanto de sus compañeros de partido como de sus socios de IU.

Herrera tuvo la gran prueba de fuego con el catastrazo, cuando en dos ocasiones más de 5.000 personas se echaron a la calle en señal de protesta. Miembros del PSOE le responsabilizaron de la gestión. IU también se hizo el sueco. Herrera logró salvar los muebles gracias a las medidas acordadas con Fapacsa. Pero la guerra dentro del partido ya estaba declarada.

También tuvo que soportar que IU le vetara en los actos de sus delegaciones pese a su condición de alcalde. Tardó en dar el puñetazo sobre la mesa por la falta de respaldo de su partido, pero al final consiguió acabar con el esperpento.

Herrera acabó besando la lona a finales de 2010, cuando el PSOE debía elegir al candidato para las municipales. Él se postuló para repetir, pero España se negaba en rotundo. De nada le sirvió que el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, le apoyara frente a la dirección local y provincial. Fue descabalgado y presentó su dimisión como alcalde. En una noche en la que se intercambiaron demasiados sillones, le tocó el de la Subdelegación de la Junta. Nunca estuvo a gusto en el cargo. Ayer reconoció que no dimitió antes -sólo ha durado nueve meses- para no interferir en las elecciones del 22-M, en las que España -el que acabó con su buena estrella- capitaneó al PSOE en una derrota histórica. Herrera cree que ha tocado techo en su carrera política y que ésta -de momento- ha llegado a su fin.

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