Campo de Gibraltar

"No será fácil, pero lograremos un futuro"

  • Los extranjeros llegados esta semana al complejo de Campano, en Chiclana, relatan la odisea de su viaje en patera con el sueño de rehacer sus vidas en Europa

Los cientos de inmigrantes llegados estas semanas a las costas andaluzas son conscientes de que el camino que tienen por delante, sin "papeles", no será fácil. "Sabemos que Europa no es un paraíso pero, poco a poco, conseguiremos un futuro", dice uno de ellos.

Cientos de historias difíciles se cruzan en las instalaciones del Complejo Campano, en Chiclana, al que desde este lunes son trasladados decenas de hombres, mujeres y niños que han llegado en pateras en las últimas semanas a las costas de Cádiz, con poco más que el sueño de una vida mejor como equipaje.

Desde que estoy aquí tengo la sensación de que soy una persona; me tratan con respeto"Mandan fotos allí y dicen que aquí están muy bien. A mis amigos les contaré la verdad"

En sus primeros días en España ya han podido constatar que en Europa no se han acabado sus problemas. Pero, en cualquier caso, no dudan de que ya han logrado un primer "éxito", dejar atrás las violencias, miserias o falta de expectativas que les hicieron emprender la huida.

"Desde que estoy aquí tengo la sensación de que soy una persona. Me han tratado con educación, con respeto, nos han dado ropa limpia y comida, y hemos podido lavarnos", cuenta a Efe Moubarack Njoya, un camerunés que dice tener 16 años y haber huido de la violencia y la miseria en su país.

Él llegó el pasado 25 de julio a Tarifa en una balsa de plástico a remos con otras doce personas. Salieron a las 3:00 de Marruecos y llegaron a las 18:00 a Barbate rescatados por Salvamento Marítimo.

En la misma balsa viajaba otro joven camerunés que dice llamarse Kossi Charly Rodríguez y tener 17 años y que cuenta que con este viaje, con las olas haciendo zozobrar la barca, ha terminado para él un periplo que empezó hace dos años y 8 meses.

Huérfano desde muy niño de ambos padres, vivía en Camerún con su abuelo. Decidió marcharse para "buscar trabajo" y poder mantener a sus dos hermanas pequeñas.

Fue en moto a Nigeria y después en autobús a Níger. Caminó tres días por el desierto para llegar a Argelia. Allí trabajó un año hasta que se lanzó a cruzar clandestinamente la frontera con Marruecos.

En Rabat trabajó también en lo que pudo para subsistir y para poder seguir su ruta a Europa. Esperó tres meses en un bosque para intentar saltar la valla de Ceuta. Lo vio difícil y decidió que sería mejor cruzar por mar.

Ahora tiene una pulsera y un papel en el que las autoridades españolas hacen constar que llegó indocumentado e irregularmente y con el que, después de pasar unos días en este centro, en el que Cruz Roja les ofrece atención sanitaria y social, debe continuar su camino.

"Voy a aprender español en seis meses, quiero quedarme en España, encontrar trabajo aquí", dice este joven que no tiene ningún familiar ni contacto en España ni en ningún otro país de Europa y al que todas las dificultades que le cuentan que puede encontrar aquí le parecen superables, comparadas con las que ha pasado desde que a los 15 años se marchó de su casa en Camerún.

A Harouna Barry, un joven de 20 años y procedente de Guinea-Conakri, estos primeros días en España sí le han servido para descubrir que muchas de las noticias sobre la vida y las posibilidades de los inmigrantes en Europa son "engaños".

"Mandan fotos allí y dicen que aquí están muy bien: no cuentan la realidad. Yo, a mis amigos en África, les contaré la verdad de lo que me pase", afirma. Harouna Barry estudió Botánica en la universidad de su país. Terminó sus estudios, vio que no tenía posibilidades de encontrar trabajo y pensó en ir a Francia a seguir su carrera y buscar empleo.

Obtener un visado le pareció imposible y decidió entrar de forma irregular en patera. Para ello tomó un avión a Casablanca y, después de una semana, se subió a una zodiac con otras 50 personas el 10 de julio a las 23:00 horas con la que llegó a Tarifa, rescatado por Salvamento Marítimo, once horas después.

Pagó por este viaje 10.000 euros a las mafias y ahora, que ha gastado todo el dinero que reunieron "muchas personas" de su familia para que emprendiera su sueño, siente cierta "decepción". "La decepción no me va a poder. nada será fácil, pero voy a luchar", afirma.

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