Un café con Paula

La conciliación durante la pandemia, ¿es posible?

  • La sociedad se ha adaptado al teletrabajo en un momento muy difícil, pero las familias necesitan más medidas ante la nueva normalidad

Una mujer trabaja en casa junto a una hija.

Una mujer trabaja en casa junto a una hija. / E. S.

Desde la incorporación de la mujer al mundo laboral uno de los grandes retos sociales es la conciliación familiar. Jornadas partidas de 8 horas que se convierten en 12, hijos solitarios, cuidados por otros miembros de la familia como los abuelos si pueden, o si no por un profesional del cuidado. Madres y padres exhaustos, deseando tener tiempo para estar con sus hijos, pero agotados cuando lo consiguen incluso para sí mismos. Esta situación social, ya era una realidad dura para muchas familias españolas antes de la pandemia.

Durante el confinamiento del país, vivimos momentos realmente difíciles. La adaptación al teletrabajo, a las clases online, a convivir de repente todas esas horas juntos… encuestas realizadas durante el verano han mostrado que sobre todo para las mujeres esa situación ha causado mayor índice de ansiedad y estrés, y ha sido un gran reto terminar a altas horas su jornada laboral, hombres y mujeres hablan de la dificultad del trabajo a deshoras, la dificultad de cuidar a la pareja y el problema de concentración en sus trabajos teniendo que compartir espacio con sus hijos y sus necesidades y tareas.

Sin embargo, algo han sacado las familias en positivo, y ha sido el tiempo que han podido compartir por la obligación de permanecer todos en el mismo hogar, pudiendo así en la gran mayoría de la población atender a sus hijos. Ahora todo está cambiando, la nueva normalidad empieza a volver al trabajo presencial y a los colegios, a los horarios encontrados, pero sobretodo con el hándicap de los contactos con el virus y los confinamientos. Ahora, tendremos que adaptarnos a casi un imposible, confinar a miembros de la familia en el mismo hogar mientras otros deben salir a realizar sus obligaciones diarias, como ocurrirá si confinan una clase de niños pero sus padres deben salir a trabajar.

Llevamos años necesitando infraestructuras para poder conciliar, convivir y disfrutar con nuestros hijos, pero la pandemia las está pidiendo a gritos, y es urgente que el estado responda a la demanda. Por ahora, la adaptación de jornada laboral es la alternativa propuesta por éste para conciliar. Podrá acceder a ella cualquier trabajador o trabajadora que acredite deberes de cuidado respecto a otro miembro de la familia por consanguineidad hasta de segundo grado. Dentro de esta adaptación se contemplan; cambios de turno, alteración y flexibilidad de horario, cambios de jornadas (partidas o continuadas), cambios de centros de trabajos y funciones, cambios en la forma de prestación del trabajo incluyendo el trabajo a distancia. También se podrá solicitar la reducción de jornada con hijos menores de 12 años, siendo un derecho de ambos progenitores (salvo estar en la misma empresa).

Existen medidas posibles, pero no suficientes para la situación crítica y urgente que vivimos. Las familias están perdiendo ingresos básicos para subsistir con ellas y eso hace muy difícil poder cumplir las normas de convivencia actuales y respetar los tiempos impuestos para proteger la salud pública.

Por todo ello, es necesaria la atención a la familia y la inversión en ella, poder ofrecer ayudas reales, tangibles y efectivas en menos de 24 horas, que es el tiempo que se tarda en que actualmente cambie nuestra vida con el virus. Mientras tanto, las familias seguirán sobreviviendo como lo hacen, aunque ya estamos viendo efectos negativos en la salud mental de madres, padres e hijos por el estrés prolongado que estamos viviendo. Por tanto, los organismos deberían plantearse si el coste económico y social a medio plazo en medidas para la ayuda a la conciliación será menor que el que a largo plazo será necesario para paliar los efectos psicológicos de esta pandemia.

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