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Róterdam: olores bajo control

  • El cinturón portuario e industrial de los ríos Rin y Mosa supera las 350 narices electrónicas instaladas

  • El estado del aire, accesible en tiempo real

Los más de 40 kilómetros de ribera de los ríos Rin y Mosa que jalonan la ciudad holandesa de Róterdam, sobre los que se asientan el primer puerto de Europa y un cinturón industrial de primer nivel, están vigilados permanentemente por un ejército electrónico de sensores para mantener a raya los olores que hace una década molestaban recurrentemente a los habitantes del municipio. Algo que resulta especialmente complejo de controlar en un puerto que se caracteriza por una estructura diseminada en el que además de muelles y terminales de almacenamiento -entre otras infraestructuras portuarias- se levantan cinco refinerías y plantas petroquímicas de las principales compañías mundiales.

Se trata de las narices electrónicas, unos dispositivos cuyos sensores son capaces de detectar los cambios en la composición del aire para alertar de la presencia de una sustancia extraña y como posible motivo de los olores perceptibles por la población, con independencia de que su origen sea industrial o ajeno a la frenética actividad que se desarrolla sin cesar en el laberinto de canales del Puerto.

El sistema de control, información y alerta de la ciudad de Róterdam está compuesto por más de 350 narices electrónicas instaladas durante una década, de las que 256 se encuentran en espacios públicos cercanos a instalaciones industriales y pertenecen a la administración. El centenar restante de medidores han sido colocados directamente por compañías como Vopak, que opera ocho terminales en la ciudad, si bien la red en su conjunto es gestionada por el departamento de Medio Ambiente de la Autoridad Portuaria de Róterdam, según explica Imke Deibel, responsable de gestión ambiental del Puerto, quien participó ayer durante la segunda jornada del seminario formativo para periodistas del Campo de Gibraltar organizado por Vopak y la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar.

El origen del control de los olores en Róterdam se remonta al año 2007, según Marcel van de Kar, del área de Desarrollo de Vopak. Van de Kar trabajaba entonces como responsable de la terminal de Vopak en Europort y recibía constantes quejas de los vecinos colindantes a la instalación de almacenamiento. "Esas quejas coincidían con grandes entradas de producto, pero en la terminal no olía aunque sí donde los vecinos. Entonces había cuatro narices electrónicas instaladas en el puerto de Róterdam de forma experimental", recuerda. El sistema permitió determinar que no sólo el almacenamiento de los hidrocarburos era el origen del mal olor, lo que llevó a que, poco a poco, la red fuera creciendo -junto con la concienciación social y de la administración para afrontar el problema- hasta alcanzar las dimensiones actuales gracias a la colaboración público-privada.

Róterdam es, por tanto, el ejemplo en el que puede basarse la Bahía de Algeciras para afrontar la situación actual, donde los episodios de malos olores han sido recurrentes en los últimos meses. El último caso, con un fuerte hedor a hidrocarburos el pasado junio, fue originado por el venteo ilegal de los tanques del buque Monte Toledo mientras estaba fondeado frente a la ciudad algecireña.

Los datos que toman continuamente las narices electrónicas de Róterdam pueden consultarse en una página web gestionada por el Puerto, que agrupa el flujo de información de los sensores púbicos y privados. El estado de la calidad del aire captado por cada sensor se representa por un código de colores (verde, amarillo y rojo) en un mapa satélite en el que también se muestra la velocidad y dirección del aire. En caso de recibirse más de 40 quejas por mal olor o uno de los sensores entre en un nivel que requiera de información a la ciudadanía, la web emite avisos. Las empresas, por su parte, pueden adoptar medidas como la reducción del caudal de suministro de carburantes, cese de operaciones en determinadas unidades e incluso la paralización total de una factoría.

El sistema funciona, según los datos que maneja la Autoridad Portuaria de Róterdam. Y ayuda a tomar decisiones estratégicas para reducir las fuentes de olor, según apostilla Imke Deibel. La red ha permitido que el número de quejas por mal olor relacionado con fuentes industriales haya decrecido desde el año 2013, según la responsable del área medioambiental del Puerto. En 2008, primer año con narices electrónicas operativas en la ciudad, los vecinos de Róterdam registraron algo más de 4.000 quejas, de las que la mitad estaban relacionadas con fuentes industriales. Tras un repunte en 2013, la cifra de reclamaciones vecinales vinculadas a fuentes industriales se encuentra en las cotas más bajas de la década.

La red tiene futuro más allá del entorno portuario. La Autoridad Portuaria de Róterdam, el Ayuntamiento y la provincia trabajan en un proyecto para instalar más medidores fuera del recinto portuario, lo que según la administración del Puerto contribuirá a afinar las mediciones y a discriminar con mayor precisión el origen de los episodios de mal olor en la ciudad.

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