Campo de Gibraltar

Piratas en Algeciras

  • El taxi clama contra las mafias que operan en el entorno del Puerto

  • Hay más de 100 ilegales y sacan hasta 1.700€ por un viaje a Málaga

Piratas en Algeciras

Piratas en Algeciras / Un taxi toma la rotonda del acceso central al Puerto de Algeciras.

Una furgoneta negra de siete plazas se detiene en el paseo de la Conferencia, frente al auditorio Millán Picazo, y deja los cuatro intermitentes encendidos. Del Hostal Marrakech surge un grupo de personas cargadas con maletas y desaparecen en el interior del vehículo, que inmediatamente emprende la marcha. Se acaba de producir un fraude en pleno Algeciras y ningún viandante, ningún conductor, nadie, parece haberse percatado. Solo los taxistas que trabajan por el lugar se dan cuenta de lo que sucede: un pirata acaba de quitarles un viaje. O, mejor dicho, seis. Aquí el conflicto no lo genera la presencia de Uber ni Cabify, aquí viene de una actividad mucho más oscura.

No por cotidiana la escena deja de ser preocupante. Ni por antigua. El intrusismo en el sector del taxi en Algeciras viene de largo, pero en los últimos años se ha multiplicado por dos. En el entorno del Puerto de Algeciras llegan a operar más de un centenar de taxis ilegales, la mayoría de ellos conducidos por extranjeros, sin que las autoridades hayan logrado poner freno a un negocio que supone un fraude que afecta directamente a 200 familias de Algeciras. El problema genera además cada vez más tensiones, hasta el punto de que los taxistas algecireños denuncian las constantes amenazas que sufren de estas mafias del transporte.

Imagínese que es usted el dueño de un bar especializado en desayunos. Abre cada mañana su local, cuando llegan sus camareros, después de haber hecho las compras del día, y se dispone a preparar la comida para los clientes. Pero en la puerta, en plena calle, llega una persona y se pone a dar cafés con leche y raciones de churros. Usted se enfadaría, ¿verdad? Pensaría en los impuestos que paga, en los gastos del bar y en el negocio que se le va de las manos por una persona que ni tiene local, ni cumple con sus obligaciones fiscales ni nada. Pues esto es exactamente lo que le sucede a los taxistas de Algeciras, pero peor. Porque, además, los piratas se enriquecen a costa del negocio que les brinda el Puerto con ganancias que pueden multiplicar por seis las de un taxi legal. Es muy fácil. Usted llega en el barco desde Tánger hasta Tarifa. Allí, la naviera lo monta en un autobús y lo trae a Algeciras. Usted necesita ir al aeropuerto de Málaga, así que coge un taxi y se va por un precio de entre 150 a 200 euros. Ahora piense que se monta en un vehículo pirata. Para empezar le cuesta más caro, pongamos 250 euros, porque tiene que negociar el precio con el conductor y éste le puede pedir lo que quiera. Además tiene que compartirlo con otras seis personas, que también pagan esa cantidad. Resultado el conductor ilegal se ha embolsado 1.750 euros. El legal, 250.

"Estamos en una situación de desastre total. El intrusismo nos ha desbordado", alarma Ignacio Castro, presidente de la Asociación Radiotaxi, que pone voz al hastío de sus compañeros ante la "impunidad con la que actúan los piratas en Algeciras. "Las autoridades competentes no hace nada mientras ellos se ponen las botas. Hemos pedido ayuda en muchas ocasiones y nadie les para los pies", censura este taxista que relata cómo esta competencia desleal se multiplica en los meses de la Operación Paso del Estrecho (OPE) hasta alcanzar el centenar de coches ilegales. Algunos de ellos no son ni siquiera de Algeciras, "llegan refuerzos de Almería, de Córdoba y Huelva", subraya Castro, que insiste: "Mueven mucho dinero".

El presidente de Radiotaxi narra cómo se producen constantes enfrentamientos y cómo muchos taxistas que se atreven a censurarles sus actuaciones reciben amenazas. "Nos están robando en nuestra cara y en nuestra casa, pero no podemos hacer nada. Estamos impotentes ante una situación que es muy preocupante", manifiesta. El año pasado por estas fechas, los taxistas de Algeciras recibieron incluso un curso de defensa personal en un gimnasio para aprender a defenderse de los ladrones, pero también de los piratas. Eso no evitó que el año pasado un conductor legal de Algeciras recibiera un mordisco de uno ilegal. Pero este es sólo un ejemplo de los muchos que se producen, aunque -al contrario de aquel- no lleguen a la justicia.

El gremio de Algeciras explica que tienen un listado amplísimo de matrículas de coches que consideran piratas. También les han hecho fotos y vídeos para presentárselas a las autoridades. Apunta la cooperativa que la mayoría de los coches con los que circulan los ilegales son antiguos y trabajan de forma organizada. El 95% de estos piratas son extranjeros y captan a clientes esencialmente de procedencia marroquí, muchos de ellos inocentes por el desconocimiento al llegar a la ciudad de los servicios de taxi.

En noviembre de 2016, el sector del taxi consiguió reunir a las autoridades competentes y arrancarles un compromiso para combatir el intrusismo. El entonces jefe de la Policía Local y ahora coordinador de la Administración General del Estado, José Medina, afirmó que en Algeciras se habían intervenido más taxis piratas que en el resto de Andalucía y que había una unidad de paisano dedicada solo a esa lacra, en la que existía una línea de colaboración con la Policía Portuaria. Se inmovilizaron ese año 30 vehículos sin licencia. Entre 2014 y 2016 habían sido retenidos 47. Entonces había identificados operando en el entorno del puerto y las estaciones de trenes y autobuses unos 70 ilegales. Ahora superan en algunos periodos del año los 150. Es decir, lo que se ha hecho no ha conseguido frenar el problema, ni siquiera apaciguarlo. La actividad, denuncian los taxis, se ha multiplicado por dos. Entre las medidas que pusieron sobre la mesa hace dos años estuvieron un refuerzo de la seguridad dentro de las posibilidades de los cuerpos policiales, ahondar en la coordinación para evitar la reincidencia de los conductores irregulares, solicitar la intervención de la Inspección de Trabajo al tratarse de una actividad económica ilícita y también la de Extranjería en las materias que fueran de su competencia. Ha pasado el tiempo y aquellas medidas se revelan como ineficaces: ahora, como nunca antes, los taxistas actúan con escaso disimulo y cada vez con una mayor agresividad.

Ignacio Castro admite que la lucha contra el intrusismo en el taxi es complicada, "porque tienen que pillarlos en el acto" pero entiende que las medidas que toman los cuerpos policiales son "insuficientes". Por ello va a seguir manteniendo reuniones con las distintas administraciones, a las que reclama más implicación para acabar con esta lacra. En el pasado, los agentes locales recibieron incluso formación para detectar el intrusismo y combatirlo.

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