El cantaor granadino Juan Pinilla, nacido en 1981, es un comunicador nato. Dijo tras cantar por alegrías que en su tierra natal gusta mucho el cante del Campo de Gibraltar, el del sanroqueño Jarrito y el del linense el Chaqueta. Quiso así conectar pronto con el respetable de esta tercera semana de bienal flamenca sanroqueña.

Luego recordó el histórico concurso jondo que se celebró en la capital nazarí en 1922 auspiciado por intelectuales de la talla de Manuel de Falla y Federico García Lorca. En él estuvo un jovencísimo Caracol y también el mítico Manuel Torre. El presidente del jurado de aquel certamen que está en todos los libros y tratados flamencos fue ni más ni menos que Don Antonio Chacón. Y la musa lorquiana, la gitana sevillana Pastora Pavón Cruz, la Niña de los Peines.

De una forma muy didáctica, Pinilla intercaló en su intervención en la II Bienal de Canela de San Roque fragmentos explicados y cantados centrados en estas figuras de la edad dorada del flamenco clásico. Es un estudioso y se le nota. 

Su puesta en escena en el palacio de Los Gobernadores fue, de esta manera, muy original. Algo diferente. Prácticamente, una clase de flamenco ilustrada por la voz particular de un artista que, pese a su juventud, tiene entre sus reconocimientos uno de los otorgados en la Lámpara Minera murciana de 2007. 

Quiso recordar, también, al tocaor de La Línea de la Concepción Quino Román, a quien él conoció en Loja cuando éste llegó a esta localidad para acompañar a la cantaora Paqui Lara. 

Su recital representó bien a la juventud cantaora. Está en el camino y queda trecho por recorrer. Lo escoltó a la guitarra el almeriense David Caro, cuya tierra sirvió a Pinilla para iniciar un recorrido geográfico este-oeste -también explicado y cantado- que inició por el fandango de esa capital de la Andalucía oriental y pasó luego por el de la costa granadina y el de la Axarquía malagueña o Ronda previo paso por Coín. Todo un viaje. Muchos kilómetros en Los Gobernadores.