Campo de Gibraltar

'Narcoinversiones' inmobiliarias en la Costa: la puerta al blanqueo

  • Piden intensificar las investigaciones patrimoniales

  • Agosto negro con dos asesinatos, un tiroteo con heridos y una persecución desde La Línea

"El dinero que genera el narcotráfico hay que blanquearlo. Fundamentalmente se hace con inversiones inmobiliarias y qué mejor sitio que la Costa del Sol". El que habla es Francisco Mena, coordinador de la federación de asociaciones antidroga Nexos, que asegura que el negocio del ladrillo se ha convertido en uno de los mayores receptores del dinero amasado por las organizaciones de traficantes.

La ostentación y el lujo es su seña de identidad. Los inversores buscan municipios costeros en los que lucir su grandeza y jactarse así de su capacidad económica. El blanqueo de capitales se sitúa en la diana de la Policía y de Vigilancia Aduanera.

Las narcoinversiones inmobiliarias alcanzaron su máximo esplendor en la época del boom económico, con la compra de fincas rústicas para ajustar a la legalidad fiscal -a través de sociedades interpuestas o bien testaferros- el beneficio obtenido de alijos. Hoy en día sigue siendo una realidad. Pese a haberse incrementado los controles, apostilla el coordinador de la asociación antidroga, estos aún son insuficientes.

A su juicio, la principal medida que se debe adoptar para afrontar la lucha contra el narcotráfico estriba en intensificar las investigaciones patrimoniales y conocer, de esta forma, la procedencia de determinadas fortunas, además de impulsar una batalla "desde todos los poderes del Estado y velar por que no haya descaro ni dinero sucio de la droga en la calle".

Así, el experto advierte de que la presión policial ejercida en el Campo de Gibraltar desplazará aún más el narcotráfico a la costa malagueña, donde ya se han registrado varios episodios violentos. "Los narcos funcionan como vasos comunicantes. Si no pueden campar a sus anchas, buscan lugares para continuar sus negocios con menos riesgos", señala Mena.

Las bandas criminales, que han ajustado sus cuentas dejando un agosto negro con dos asesinatos en Mijas y Estepona en solo 48 horas, además de un tiroteo en Marbella con dos heridos y la persecución desde La Línea de la Concepción de un vehículo cargado de hachís, hacen gala de una marcada jerarquía laboral que mueve millones de euros. El aguaor puede embolsarse unos 600 euros por vigilar a la Guardia Civil. Es el escalafón más bajo. Se pagan 3.000 por descargar los fardos en la playa y 12.000 por transportarla. El lanchero que pasa la droga por el Estrecho se lleva gran parte del reparto: entre 30.000 y 50.000 euros. Las redes han ido evolucionando hasta erigirse en una "empresa mercantil" que responde a los mismos criterios que el resto. "Hay una organización matriz que subcontrata trabajos a otras bandas y entre todas se reparten el pastel", explica.

Los barrios marginales son a veces caldo de cultivo para reclutar a jóvenes "sin principios, escasa formación ni perspectivas de futuro". "Ven en el narcotráfico una forma de vida, tentados por el dinero fácil. Una vez se entra en este mundo es difícil salir", se lamenta el coordinador de la federación antidroga.

El modus operandi para adentrarse en el comercio de la droga ha variado en los últimos años. "Antes, cuando alguien se quería dedicar a esto, tenía que hacer una inversión inicial con la compra de estupefacientes en Marruecos. Si tenían la mala suerte de que los pillaban, perdían ese dinero", detalla el experto, que subraya que los traficantes que ahora operan tanto en la Costa del Sol como en Cádiz no son los propietarios de la materia prima, sino meros transportistas que cobran por cada kilo que logran pasar. "En función de donde tengan que llevar la droga sube el precio", sostiene. Un kilo de hachís cuesta 600 euros, que se disparan hasta los 2.000 si la sustancia llega a Holanda.

Los expertos coinciden en destacar que la Costa malagueña es uno de los refugios idóneo para los delincuentes vinculados al crimen organizado. Mijas, salpicada de urbanizaciones que conceden la intimidad necesaria para pasar desapercibido, es ejemplo de ello. "Hay numerosas viviendas deshabitadas. Allí los narcos se sienten más protegidos. Matan a alguien y tienen la huida fácil a la autopista y al aeropuerto, que está muy próximo", afirman fuentes policiales, que denuncian la escasez de policías y guardias civiles. "En unos años se matarán entre ellos. Es un círculo complicado. O se pone freno desde el Gobierno o en unos años los asesinatos por ajustes de cuentas se normalizarán", añaden otros investigadores que suelen lidiar con estos criminales, convencidos de que cuando no actúan "es porque no quieren".

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