Junto a las manifestaciones de carácter regionalista, no tienen menor importancia las republicanas. En Zaragoza se celebró entre el 9 y 12 de febrero la Asamblea Municipal republicana presidida por Lerroux, a la que asistieron delegados de los territorios de la antigua Corona de Aragón, es decir Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares, y en la que se discutió sobre la necesidad de la autonomía municipal. El 12 Joaquín Costa habló sobre los principios que deben sustentar a un gobierno republicano para regenerar al país.

La conjunción catalanista-republicana propiciará un discurso del diputado republicano Melquíades Álvarez en el Congreso contra el proyecto de Ley de delitos contra la patria y el ejército, porque ésta entregaba al fuero militar los delitos contra ella y el estamento castrense. El mismo día 17 se celebró una reunión de diputados y periodistas para acordar un frente común contra la misma. En Madrid, organizada por políticos, periodistas e intelectuales (Emilia Pardo Bazán y Azorín, entre otros), se celebró una conferencia de Miguel de Unamuno (25 de febrero) en el teatro de la Zarzuela sobre el patriotismo y el militarismo, en relación con dos artículos suyos publicados en la revista Nuestro Tiempo en los que reflexionaba sobre la crisis del patriotismo en uno, mientras que en otro combatía el militarismo. Ambos tenían como eje común los llamados males de España.

Los políticos catalanistas Joseph Roca, Francesc Cambó y Miquel Junyent.

El otro foco de tensiones provenía de la continua carestía de trabajo en el campo andaluz, en el que se produjeron diversas manifestaciones en Jerez, Córdoba, Málaga, Antequera, Sanlúcar de Barrameda y Coín; el asalto del Ayuntamiento de Montellano el 23 de febrero y varios motines en Trebujena, Sanlúcar y Jerez. Ante el agravamiento del problema en la comarca del Bajo Guadalquivir, el Ayuntamiento de Sanlúcar promovió un proyecto de reparto de tierras de propios a favor de los obreros. En este contexto hay que situar las dos visitas del ministro de Fomento, Rafael Gasset, a Andalucía. Entre sus consecuencias cabe destacar el establecimiento de una granja central pecuaria en Sevilla, la aprobación en febrero de un real decreto sobre el fomento de las obras públicas en Andalucía, y una convocatoria de una reunión de representantes de diputaciones para tratar de los caminos vecinales, que se llevó a cabo ente el 12 y el 14 de mayo. En la práctica se llevó a efecto durante este periodo la inauguración de las obras del pantano de Guadalcacín, “una obra de redención, porque con ella se salvarán los propietarios y los obreros”. Para el ministro la solución del problema de Andalucía se encontraba en el desarrollo de las obras hidráulicas porque “no sólo se da ocupación a los que las construyen, sino que se fomenta de un modo duradero la agricultura”.

Esta ‘crisis jornalera’ también se extendía a otras regiones: en Fraga (Huesca) se produjo un motín el 5 de marzo, en el mismo Madrid (primera semana de abril) el Ministerio de Fomento, en coordinación con el resto de las autoridades civiles, organizó el reparto de bonos de trabajo para una serie de obras públicas y la distribución de comida gratuita. En Villafranca de los Barros (Badajoz) se produjo un motín de mujeres. En Aragón también se encontró parte de la solución en las obras públicas y en la actividad desplegada por los ayuntamientos. Así, el Rey inauguró el sifón de Sosa en el canal de Aragón y Cataluña el 2 de marzo, y el Ayuntamiento de Zaragoza adoptó medidas para combatir la crisis obrera.

Joaquín Costa

Entre los llamados ‘ecos de sociedad’, que ocupaban la mayor parte de las páginas centrales, destacaban las actividades de la familia real, y entre ellas la primera fue la boda de la infanta María Teresa con el infante Fernando de Baviera, el viernes 12 de enero en Madrid, y luego el noviazgo y posterior enlace del propio Rey con la princesa Ena de Battenberg, que una vez convertida al catolicismo tomó el nombre de Victoria Eugenia. Para este enlace se esperaba la llegada del Rey Eduardo VII, para “reanudar los lazos anglo-hispanos que se rompieron en las manos inexorables de Felipe II”, y la inauguración de las obras de la Gran Vía madrileña, que en aquellos momentos se encontraba paralizada.

Curiosamente el Rey y los infantes Mª Teresa y Fernando de Baviera parten en este entreacto de Cádiz para visitar las Canarias el 23 de marzo y cuando regresaron el 7 de abril, el mismo día que se firmaba el protocolo de la Conferencia de Algeciras, no se acercaron a la ciudad de la cita internacional, pasaron discretamente camino de Jerez y Sevilla. La boda, celebrada el jueves 31 de mayo, tuvo desgraciadamente el epílogo del atentado de la calle Mayor.

En un primer momento fueron detenidos como sospechosos varios anarquistas y un súbdito inglés. El anarquista Morral, uno de los sospechosos, se suicidó en la venta de Los Jaraíces en Torrejón de Ardoz. La ventera avisó a su marido de la llegada del sospechoso. Cuando éste se disponía a dar parte, llegaron dos trabajadores y un guarda rural, éste también sospechó, y le pidió al forastero que le acompañase para identificarlo en el pueblo. Se levantó y se fue con el guarda, pero se volvió y le disparó, dejándolo muerto, pero no tardando mucho apretó el gatillo contra su pecho y se suicidó con su pistola Browning.

De las pesquisas se concluyó que la bomba se arrojó desde el cuarto piso del número 88 de la calle Mayor, del que eran inquilino el señor Cuesta, que fue llevado al lugar para que reconociera al terrorista Mateo Morral Sabadell. Éste pertenecía a una familia acomodada y abandonó la casa paterna con 10.000 pesetas ese mismo año. Colaboraba con la Escuela Moderna de Barcelona y editaba los libros de este centro de enseñanza. El director de la Escuela (5 de junio) fue detenido como sospechoso, y el 6 lo era el republicano Nakens como encubridor de Morral. La última noticia que se recoge sobre este hecho fue que, dado el carácter de magnicidio del atentado, la autoridad militar pidió al juez civil que se inhibiera a su favor.

Victoria Eugenia y Alfonso XIII

Sorprendentemente aún latían los ecos del 98. El 9 de marzo se rechazó en el Congreso una comisión para depurar responsabilidades en las últimas guerras, y el 15 de marzo el presidente del Congreso presentó en el Senado la apertura de juicios de residencia a los exgobernadores generales de Ultramar ¡a los ocho años del Desastre!Entre los desastres naturales, este año fue especialmente llamativo en cuanto a seísmos y erupciones volcánicas. De entre los terremotos destacarían por su virulencia dos zonas: el Caribe con dos focos en las Antillas francesas, el 25 de febrero en el Monte Pelado de la Martinica, y en Port de France el 30 de mayo, pero sobre todo los más terribles fueron los de la orla del Pacífico, que comenzaron el 14 abril en Taiwán, en aquel momento histórico conocida como isla Formosa. Pero los sismos más importantes tuvieron su punto de máxima expansión en la ciudad californiana de San Francisco, cuyas primeras sacudidas se iniciaron el 18 de abril y continuaron los días 21, 27, y 30 de abril, 19 de mayo y 5 de junio. Y en paralelo en Japón (6 de mayo), Tacna y Arica (8 de mayo) y Manila (8 de junio), acompañados de erupciones volcánicas en Samoa y Nuevo México (22 abril). Además, en San Francisco se produjo un violento huracán (29 de mayo), que contribuyó a empeorar las terribles condiciones de supervivencia en esta próspera metrópolis del Pacífico.

En Europa fue el sur de Italia quien se llevó el protagonismo: en Sicilia con el terremoto de Ustica (29 de marzo, 1 de abril), y la región de Nápoles con varias erupciones del Vesubio (4 de abril). El 9 de abril las cenizas del histórico volcán sepultaron el pueblecito de Boscotrecase y al día siguiente en Nápoles se hundió el techo de un mercado y otros edificios se vinieron abajo a causa del peso de las cenizas procedentes de nuevas erupciones. La lluvia de cenizas se prolongó hasta la primera quincena de mayo. Los desastres que destruyeron en el año 79 Pompeya, Herculano y Stabia volvieron a repetirse con su terrorífica persistencia. En España se produjeron terremotos en Crevillente, con dos sacudidas el 23 de febrero y el 9 de mayo, y en La Coruña el 23 de mayo.

1906 tuvo un comienzo de año agitado, en todos los sentidos. Durante este entreacto tuvo lugar la Conferencia Internacional sobre Marruecos en nuestra ciudad, pero mientras se desarrollaron otros hechos que marcarían los pasos que habría que marcar en un futuro no muy lejano, baste recordar a nivel internacional la Primera Revolución Rusa (1905), que sólo fue posible tras la aplastante derrota rusa ante Japón ese mismo año. El mundo de un modo inesperado se enfrentó ante una potencia hasta ese día casi infravalorada. Japón sólo salió de su aislamiento voluntario en 1854 y prácticamente en tan sólo 51 años, a partir del tratado de Kanagawa de 1854, había sido capaz de convertirse en el árbitro indispensable para las relaciones internacionales en el área del océano Pacífico y Rusia había salido escaldada ante el imprevisto ‘enano amarillo’.

En este juego de potencias el káiser Guillermo II quiso saber cuál era la vitalidad de la entente franco-británica, porque Japón era aliado de Reino Unido y Rusia de Francia y pudo comprobar que los asuntos de Oriente quedaban para Oriente y los de Occidente para Occidente, por lo que la Conferencia de Algeciras no supuso un cambio de orientación para la Entente Cordiale.

En España en paralelo se vivía una agitación larvada de fuerzas opuestas al régimen de la Segunda Restauración Borbónica (1870-1931), en el que el regeneracionismo de corte republicano de Joaquín Costa convergió con el regionalismo catalán, que favorecería el desarrollo de estrategias también regionalistas en lo que en aquella época se llamaba Vascongadas y Valencia, básicamente.

Erupción del vesubio

La fuerza de la naturaleza siempre ha sido una gran incógnita para el ser humano y prueba de ello fue la fuerza de los terremotos en el área del Caribe y el Pacífico, en el que destacó sobre todo el terremoto de San Francisco y entre la del vulcanismo impactaron las erupciones del Vesubio que sepultó Boscotrecase en el área metropolitana de Nápoles y en las faldas del Parque Natural del Vesubio, que afortunadamente se recuperó del desastre.

Un hecho significativo que convivió con la Conferencia Internacional sobre Marruecos en Algeciras, un evento que duró 82 días (entre el 16 de enero y el 7 de abril de 1906) con un entramado internacional y nacional muy jugoso.