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Lo que el Campo de Gibraltar espera del nuevo ministro de Exteriores

  • José Manuel Albares, ante el reto de restaurar la cordialidad con Rabat mientras vela porque el acuerdo del Brexit se convierta al fin en Tratado Internacional

Albares, en un acto de promoción de turismo de Barcelona y Sevilla en París.

Albares, en un acto de promoción de turismo de Barcelona y Sevilla en París. / Martí Rodríguez / Efe

Estamos en el edificio Europa, en Bruselas, y es 21 de marzo de 2019, en lo más crudo de la negociación del Brexit. Los líderes de los 27 acaban de aceptar un retraso en la salida del Reino Unido si el Parlamento británico aprueba el pacto de retirada. Además,  descartan la prórroga hasta el 30 de junio que había solicitado Londres. En una sala contigua, una nube de asesores, diplomáticos y embajadores se dispone a redactar la respuesta en torno a un ordenador portátil. Justo detrás de la alemana Sabine Weyand, la negociadora europea más importante en esa fase y mano derecha del negociador jefe de la UE, Michel Barnier, un español sigue atento la escena. Se llama José Manuel Albares y es un joven pero experimentado diplomático que asesora a Pedro Sánchez en unos momentos muy delicados que en el Campo de Gibraltar se siguen con incertidumbre y expectación. Ahora, poco más de dos años después, el presidente español lo ha nombrado ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación. En el Campo de Gibraltar, la negociación del Brexit, que él conoce de primera mano, mantiene a los ciudadanos en el mismo mar de dudas.

Albares sustituye a Arancha González Laya, nombrada en enero de 2020, que vivió entre la Bahía de Algeciras y el Estrecho de Gibraltar su mayor éxito y el conflicto que ha acabado con su mandato. Esta experta en comercio internacional, europeísta convencida, pasó a la historia de la comarca el 31 de diciembre de aquel año cuando poco antes del almuerzo se puso delante de las cámaras y dijo: “Se derriba la Verja”. Con la frase anunciaba un acuerdo in extremis -faltaban horas para que Gibraltar abandonara la Unión Europea junto a Reino Unido- y tranquilizaba a miles de ciudadanos, especialmente de La Línea, que temían que se produjera un Brexit duro que tuviera una incidencia desastrosa en sus vidas.

La Verja no solo sigue en pie, sino que España continúa su remodelación. El pacto que González Laya y su equipo alcanzaron con los británicos esa Nochevieja de suspiros de alivio sigue estancado en Bruselas, donde la UE todavía no ha cerrado ni siquiera sus directrices para la negociación que lo conviertan en un Tratado Internacional. Los cimientos de "seis meses de trabajo intenso y dos noches en blanco" -según definió ella misma- siguen ahí, a la espera de que se resuelva el conflicto de Irlanda y por fin pueda incluirse a la Roca en el espacio de Schengen, lo que implicará trasladar el control fronterizo europeo al aeropuerto y puerto de la colonia, dejando expedita la conexión entre La Línea y el Peñón.

Ahora es José Manuel Albares el que debe tratar de impulsar el Tratado, tan esperado en el Campo de Gibraltar, mientras lidia con la crisis diplomática con Marruecos que, a juicio de todos los expertos, ha terminado por costarle el puesto a su antecesora.

Las desavenencias con el Gobierno del país vecino -después de que González Laya permitiera acoger en España, el 18 de abril, a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario gravemente enfermo de Covid- han hecho mucho daño al Campo de Gibraltar, especialmente a los puertos de Algeciras y Tarifa.

Llega Albares para reconducir la situación, después de que Rabat no ocultara su animadversión por la anterior ministra, señalada por una declaraciones que acabaron por convertirla en un escollo insalvable. En mayo, González Laya convocó a la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, para manifestarle su “descontento” por la “entrada masiva de migrantes marroquíes en Ceuta”. Benyaich acuso a González Laya de realizar declaraciones "inapropiadas" y presentar "hechos erróneos" en la crisis política, en la que estaría en juego el "respeto mutuo" entre los dos países vecinos. “Marruecos toma nota de esto y actuará en consecuencia”, apostilló. Unos días después, el Gobierno de Marruecos excluyó a los puertos españoles (Algeciras y Tarifa aglutinan la inmensa mayoría de los viajes) de la Operación Paso del Estrecho. Solo se permitirían barcos procedentes de los puertos franceses de Marsella y Sète, además del italiano de Génova. El Gobierno español mostró su respeto a una decisión que situó "en un contexto de pandemia en la que hay que extremar la máxima seguridad". La realidad es que las relaciones estaban muy dañadas y el ministerio de Exteriores se encontraba en el eje del huracán.

Arancha González Laya, en la Aduana de La Línea. Arancha González Laya, en la Aduana de La Línea.

Arancha González Laya, en la Aduana de La Línea. / Erasmo Fenoy

Algeciras y Tarifa, que absorben el mayor porcentaje de los buques que trasladan cada a unos tres millones de magrebíes y cerca de 800.000 vehículos a la costa marroquí, calcularon la pérdida de "millones de euros" para el enjambre de empresas que trabajan dando servicio a los ferrys. Así lo dijo Manuel Piedra, presidente de Aesba, la Asociación de Empresarios de Servicios de la Bahía de Algeciras, un colectivo al que están vinculadas más de 170 empresas de 19 sectores diferentes.  "Empezamos a pensar que al final esa crisis se iba a llevar por delante la OPE. Sin ser expertos en geopolítica empezamos a pensar que iban a terminar con la OPE más por cuestiones políticas que sanitarias”, explicó el responsable de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO en el Campo de Gibraltar, Miguel Alberto Díaz

El cambio de responsable en el ministerio da esperanzas a miles de trabajadores del Campo de Gibraltar de que llegue cuanto antes el final del conflicto y el paso del Estrecho vuelva a la normalidad. El Gobierno de Rabat había retirado a su embajadora y se negaba a retomar el diálogo. La esperanza del Gobierno español es que ahora lo haga. Ese es el reto de José Manuel Albares. El Campo de Gibraltar lo espera y la Europa que él tan bien conoce lo exige.

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