Campo de Gibraltar

Algo más sobre Blas Infante

  • Pérez de Vargas reflexiona en torno a la figura de Infante, su tío segundo

  • En su obra “abundan las contradicciones ideológicas porque está generada por las reflexiones de un hombre bueno”

Despacho de Blas Infante tal y como lo dejó

Despacho de Blas Infante tal y como lo dejó

Como ocurriera con la tácita intocabilidad del rey, la de Blas Infante también ha caído. En este caso por iniciativa de Vox. Hace mal este partido no participando, como lo ha hecho este año, hace unos días (Infante nació un día 5 de julio) en el reconocimiento institucional a quien el Estatuto señala en el preámbulo como “padre de la patria andaluza”. Vox está legitimado para tratar de hacer desaparecer esa mención, pero no debiera faltar el respeto debido a lo establecido por las leyes y asumido por las instituciones.

No obstante, me parece necesario poner de manifiesto que la figura de Infante no está lo suficientemente reconocida para que la mención esté justificada. De hecho, el desconocimiento de su obra y las disparatadas afirmaciones que sobre él se han hecho, han creado un clima de confusión que abunda en el desacierto de oficializar a Infante como algo consustancial con Andalucía. Sobre todo teniendo en cuenta la tradicional desidia de las autoridades andaluzas, tanto en proyectar la figura de Infante como en robustecer su valoración política. No deja de ser chocante que la realidad de la personalidad y la obra del “padre de la patria andaluza” sean ignoradas por una muy importante cantidad de andaluces y escasamente valoradas por la clase política de Andalucía.

Sorprende, de entrada, que en el Estatuto, el nombre del “padre de la patria andaluza” aparezca sin su segundo apellido. Muy probablemente se deba a las distorsiones generadas por quienes dicen ser “Pérez” cuando es “Pérez de Vargas”. Lo sé bien, por obvias razones: su madre, Ginesa Pérez de Vargas Romo, era hermana de mi abuelo. Por ella tenía Infante una gran devoción y su familia materna desempeñó un papel sine qua non en su vida. El abuelo materno de Infante (mi bisabuelo), Ignacio Pérez de Vargas Salas, hijo de padres casareños y alcalde de Casares durante muchos años, fue su ascendiente, su mentor y quien sostuvo su formación hasta que ganara en 1906 las oposiciones a notaría.

Blas Infante Blas Infante

Blas Infante

Infante había nacido en Casares en 1885 y debió esperar, por razones de edad, a ocupar plaza de notario hasta 1910, en Cantillana, treinta kilómetros al noreste de Sevilla. El origen de su apellido compuesto radica en Garci Pérez de Vargas, conquistador de Sevilla, ennoblecido por el rey Fernando III el Santo. Hijo del caballero toledano Pedro de Vargas (“Pérez” alude a “hijo de Pero o Pedro”) –dícese descendiente de godos– y hermano de Diego al que se llamó Machuca por cuanto combatió victoriosamente en la Reconquista. La inseparabilidad de las componentes del apellido (como el de Vargas Machuca de Diego) es tan evidente como sólidamente establecida, histórica y heráldicamente.

La etiquetación política de Infante se ha intentado desde ópticas interesadas pero, de ser posible, sería la de anarquista, por mucho que Tierno Galván se esforzara en el prólogo del Ideal Andaluz reeditado en la Transición de calificarlo de “socialista malgré lui”, es decir: a su pesar. En la obra de Infante abundan las contradicciones ideológicas porque está generada por las reflexiones de un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra; muy influido por su propio estado de ánimo y por la observación de la realidad andaluza de su tiempo, hondamente preocupado por la marginación de Andalucía y el latifundio y la miseria que reinaba entre los trabajadores del campo andaluz, que no encontraba el modelo ideológico que se adaptaba a la naturaleza reivindicativa y transversal de su pensamiento. No se le ocurrió estudiar las causas de todo ello, ligadas a la idiosincrasia andaluza, al modo de ser, abierto y universalista, con el que, paradójicamente con su esfuerzo identitario, chirrían los nacionalismos.

Sus incursiones en la política son las propias de quien no cree en los partidos, improvisadas y circunstanciales, aunque siempre en el ala izquierda del espectro ideológico, incluso con tintes radicales, poniendo de manifiesto, entre otras muchas cosas, la abolición de la propiedad privada de la tierra y la municipalización del suelo urbano. No se le conoce militancia activa en ningún caso; se trata de un pensador comprometido, no de un hombre de partido.

Se presenta en una candidatura en dos ocasiones. La primera, en la circunscripción de Sevilla, con una Candidatura Demócrata Andaluza (mezcla de federalismo, andalucismo y socialismo radical) en las manipuladas elecciones de la convulsa España de 1919 (El Ideal Andaluz se publica en 1915). La encabezaba el sociólogo y folklorista sevillano, Alejandro Guichot (colaborador de Demófilo, el padre de los Machado), que disponía de un gran poder de convocatoria y fue clave en el respaldo recibido por la candidatura. Infante es el segundo y el tercero un activo ugetista asturiano, prácticamente desconocido en Sevilla, Isidoro Acevedo, que sería, poco tiempo después, uno de los fundadores del Partido Comunista de España (PCE).

candidatura candidatura

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La segunda incursión en la política se produce en las elecciones constituyentes de 1931, la Candidatura Republicana Revolucionaria Federalista Andaluza, que además acoge, entre otros, a Ramón Franco (por entonces de ideas revolucionarias de corte anarcosindicalista y único que recibe acta de diputado), hermano del general Franco; y a José Antonio Balbontín, destacado intelectual madrileño, ligado comercial y familiarmente a Sevilla, que sería militante del PCE desde 1933 hasta su muerte accidental en Madrid en 1977, tras su regreso a España en 1970. Balbontín fue colaborador en sus últimos años de los diarios Ya –de Editorial Católica, ya desaparecido- y Abc. También incluía a Pedro Vallina, médico sevillano, ácrata, de CNT y discípulo ideológico de Fermín Salvochea, el legendario alcalde anarquista de Cádiz.

Sería largo y seguramente tedioso detenerse en tantos puntos y momentos que abundan en una personalidad intelectualmente dispersa, ideológicamente inclasificable y sometida a toda clase de emociones y sobresaltos. Hay quien, en el colmo del imaginario esotérico, ha aventurado, sin fundamento alguno, su conversión al Islam. Yo estuve en el despacho de Infante, tal como él lo dejó cuando en la casa museo de Coria del Río, vivía su hija María Luisa (fallecida en julio de 2009), que conservaba intactos objetos y muebles. No faltaban imágenes religiosas católicas en su mesa y estantes de la librería. Angustias García Parias, la esposa de Infante, muy religiosa, pertenecía a una de las familias de la alta burguesía sevillana; era prima de Pedro Parias González, como ella de Peñaflor, coronel de caballería, compañero de promoción y amigo íntimo del general Queipo de Llano. Parias era el gobernador de la Sevilla ocupada por el llamado ejército nacional en 1936, y quien todos señalan –la propia Angustias lo hace- como artífice principal del asesinato de Infante.

Blas Infante Pérez de Vargas amó a Andalucía tanto que ancló su infortunio allende Despeñaperros, idealizó su historia sin advertir sus sombras y trato de construir una imposible identidad diferenciada. Él mismo dijo en una ocasión que Andalucía era la España más España, es una pena que no se percatara de que así era, en efecto.

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