Cultura

El secreto para que el cante se entregue

Un canto a la libertad. Cante: Pansequito. Guitarra: Manuel Parrilla, Diego del Morao. Violín: David Moreira. Teclados y cajón: Diego Magallanes. Palmas: Rafael Junquera, El Eléctrico, Luis Peña, Javier. Lugar: Teatro Central. Fecha: Jueves, 30 de octrubre. Aforo: Lleno.

El cantaor de La Línea y criado en El Puerto hizo lo que sabe hacer. Sin experimentos. Cantar con una entrega absoluta. Si es personal, si patentó una forma de ligar los tercios, es precisamente por su entrega al cante, que le permitió que el cante se le entregara a él. Hacer de la melodía, sobre todo del ritmo, una forma de entender la vida. Por eso puede cantar con total libertad, con el cante como lenguaje propio, moldeándolo a su forma, a sus facultades, a su temperamento. Panseco hizo su recital habitual de los festivales de verano, con algunas letras de su último disco y un par de instrumentales: unas bulerías protagonizadas por Magallanes y Moreira y otras a cargo de los dos guitarristas, jerezanos ambos, tan estupendos y tan distintos: uno puro dulce, el otro más frenético, con más aristas. Por eso me sorprendió que el cantaor hiciera el taranto manueltorreño con la guitarra clara de Parrilla. Es uno de sus estilos bandera, aunque habitualmente lo completa por cartageneras, cosa que no hizo anoche. También la soleá con la que abrió el recital. Y la seguiriya de esa forma corta, directa, sin solemnidad, sin énfasis, de frente a la emoción. Tal y como es el cante gaditano. Y, para cante gaditano, las alegrías ligadas, con melodías tradicionales y otras de nuevo cuño, un puro virtuosismo rítmico. Completó la noche con tres tandas por bulerías. Dos canciones, una del nuevo disco, y fiesta clásica. Siempre a su manera. La voz del cantaor ha madurado. Su potencia ha disminuido y eso le ha permitido que aflore un tono ocre, ferruginoso, que es una delicia de sabor. Aunque no puedas verlo, cuando este intérprete abre la boca sabes que es él. Y eso, el sello propio, es lo que hace grande a un cantaor. El secreto, ya lo he dicho, es la entrega.

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