Arena | Crítica

Israel Galván. Tradición vanguardia

Israel Galván inauguró la Bienal en la Plaza de la Real Maestranza.

Israel Galván inauguró la Bienal en la Plaza de la Real Maestranza. / Antonio Pizarro.

La vanguardia es una tradición. Incluso una tradición familiar, si atendemos al papel que llevó a cabo en esta función el joven Enrique Morente siguiendo al pie de la letra y la música al de su padre en la primera versión. La música de Morente, la letra de Bergamín. Las coreografías de 'Arena' están de plena vigencia en 2018 pese a que Galván ya no sea ese toro recién salido de chiqueros, ese bailaor conceptual puro corazón, instinto puro. Su arte se ha refinado con los años, como pudimos apreciar en 'Playero', el quinto de la noche, que está más cerca de 'La fiesta', la flamante apuesta escénica del bailaor, que de 'Arena'. Salvo en este número y el que cierra la obra, las coreografías estuvieron muy cerca de las originales. Y los intérpretes, si no son los mismos, como en el caso de los hermanos Lagos, se ha buscado a cantaores que evoquen de alguna manera a los de la primera versión: Jesús Méndez poderoso en las alegrías o el mencionado Kiki Morente, magnífico en la evocación paterna.

Israel Galván se alineó desde un primer momento con esta tradición de la que hablábamos al principio y por eso cierra la obra, tan importante en su carrera y en el flamenco, con los zapatos de Vicente Escudero que están a punto de cumplir 100 años. Un anciano en plena forma, como pudimos comprobar anoche. La dificultad mayor de esta reposición era el escenario. Una plaza de toros no es un teatro y muchos detalles se perdieron cuando Galván bailaba a 300 metros de los espectadores. La pieza 'Granaíno', una de las más deslumbrantes de la obra original, y que Galván ejecuta en el centro del ruedo, es la que más ha perdido con esta distancia. El público se levantó, no obstante, con lo más tradicional, esto es, alegrías y bulerías. Hay que decir sin embargo que este concepto del baile que pasa hoy por clásico es más reciente en la historia del flamenco ya que se acuñó en los años 50 y 60 del siglo XX.

'Bailador', inspirada en el toreo parado de Juan Belmonte, sigue siendo la pieza más emotiva de 'Arena' y anoche Galván consiguió trasmitir intimidad en ella, con la complicidad de los silencios de la Maestranza, pese a que fue el número que presentó más problemas de sonido.

'Arena' fue muy importante para Israel Galván, con hallazgos coreográficos que hoy siguen formando parte de su repertorio y con plena vigencia. También su encuentro con la música contemporánea, tan importante en sus obras posteriores, data de este momento. Supuso asimismo un vuelco en la percepción de su arte por parte del público sevillano y español. Fue sin duda la obra que le abrió las puertas de Madrid y del Premio Nacional de Danza.

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