Lucía Álvarez 'La Piñona'

"Quiero darle al público la mejor versión de mí"

  • El Teatro Central acogerá el miércoles 'Insaciable', que la bailaora Lucía Álvarez 'La Piñona', en su mejor momento, define como un intenso catálogo de emociones

Lucía Álvarez, ‘La Piñona’, presenta esta semana su nueva propuesta en la Bienal de Flamenco.

Lucía Álvarez, ‘La Piñona’, presenta esta semana su nueva propuesta en la Bienal de Flamenco. / José Ángel García

Por mérito de su protagonista, Insaciable se ha convertido en una de las propuestas más esperadas de la presente edición de la Bienal. En un momento en el que casi todas las primeras figuras del baile buscan nuevos y a veces desconcertantes lenguajes, La Piñona ha logrado el consenso del público, aficionados o no al flamenco, porque, además de ser una elegante y magnífica bailaora, sigue fiel a sus grandes maestras y trata de evolucionar ahondando en la tradición.

Aunque debe ser difícil identificar una tradición, las raíces sustentan con más fuerza los pies de Lucía Álvarez Howard, nacida de una aristócrata inglesa llegada a Tarifa en los años del movimiento hippie y de un andaluz nacido en Cuba, y criada en Jimena de la Frontera, un pueblo del Campo de Gibraltar de cuyo dulce estrella, el piñonate, ha tomado su nombre.

Entre discos de Patti Smith, Chavela Vargas y Lole y Manuel, la niña inquieta y rebelde que era se decidió por los volantes y los lunares y, tras formarse en Algeciras, en Granada y finalmente en Sevilla, en la Fundación Cristina Heeren, empezó una carrera llena de noches de tablao hasta llegar a los escenarios más importantes del mundo de la danza.

Su nombre empezó a sonar con mayor intensidad en 2018, tras el estreno en el Festival de Jerez de Emovere. En la pasada Bienal estrenó un hermoso y ambicioso trabajo titulado Abril, dirigido por Pedro G. Romero y dedicado al poeta Juan Manuel Flores, letrista de Lole y Manuel.

"En este momento creo que Abril supuso una transición ya que es ahora, después de haber pasado una crisis muy fuerte, personal y artística, de quitarme muchas de las vergüenzas que me limitaban, cuando siento que puedo mostrar mi baile sin miedos y reafirmarme como bailaora", afirma.

Insaciable, muy sencillo escénicamente, gira en torno a lo sensorial ("un roce al paso" o "una mirada fugaz entre las sombras", como dice Cernuda), o como ella misma afirma, "es un catálogo de emociones con momentos muy intensos".

Pero se trata de emociones universales y ella misma aclara que "aunque la gente suele asociar el título con lo sexual no hay nada sexual en el espectáculo, ni he pretendido hacer un alegato feminista, ni contarle nada a nadie sino sencillamente mostrarme como soy hoy".

Para ayudarla a transmitir esas emociones y esa libertad, la bailaora ha contado con el asesoramiento literario y artístico de Sara Arguijo, compañera de este periódico, y se ha inspirado, por un lado, en el poema No decía palabras de Luis Cernuda, y por otro, en las mujeres que han sabido romper los moldes que las aprisionaban, especialmente en folclóricas como Lola Flores o Rocío Jurado. "Me encanta el desparpajo y la estética de esas mujeres, incluso su vestuario", confiesa.

Otra pieza importante ha sido la complicidad de su partenaire Jonatan Miró, según Lucía "un artista muy especial que me ha ayudado convirtiéndose en mi padre, mi amante, mi amigo o una relación tóxica; alguien que a veces te cuida y a veces te desafía…".

Un momento de los ensayos de ‘Insaciable’. Un momento de los ensayos de ‘Insaciable’.

Un momento de los ensayos de ‘Insaciable’. / D. S.

No obstante, tal vez lo más determinante haya sido la dirección de un tándem que nunca falla: Rafael Estévez y Valeriano Paños. Según la artista, "hemos vivido un proceso maravilloso; serio, pero también lleno de cariño y respeto y, al ser ellos también bailaores, el diálogo ha sido facilísimo y el entendimiento total. De todas formas, soy yo quien ha decidido los bailes que quería hacer, la estética, el vestuario y la energía que quería para mi espectáculo".

Insaciable se acabó de fraguar en mayo, en una residencia de un mes que les ofreció el Centro Coreográfico del Canal de Madrid, donde realizó un preestreno el pasado 6 de septiembre dentro del programa Canal Baila que apoya cada año la creación coreográfica acogiendo diez propuestas de todos los estilos.

Una iniciativa que ya podrían emular los teatros de Sevilla (una de las cunas del flamenco) y de la que el pasado año se benefició La Confluencia de Estévez y Paños, pieza que también visitará la Bienal el día 23.

"No hay nada sexual en el espectáculo, ni he pretendido hacer un alegato feminista, sino sencillamente mostrarme como soy hoy"

El elenco fue también decisión de La Piñona. "Yo tenía claro que esta vez no quería percusión ni nada que no fuera guitarra y voz, por eso, junto a Jonatan Miró, he contado con la guitarra de Ramón Amador y con tres cantaores muy diferentes entre sí como son Matías López El Mati (con todo su espacio sonoro), José El Pechuguita y Jesús Corbacho", aclara la artista.

Como a otras bailaoras actuales, La Piñona confiesa que le encanta rodearse de hombres en el escenario, pero también, dice, de mujeres fuera de él, "por eso me acompañan aquí Olga García, maravillosa con las luces, Belén de la Quintana en el vestuario, mi hermana Marta en la regiduría…".

Como decíamos al inicio, La Piñona sigue fiel a los bailes y al flamenco que ama y en esta ocasión, además de una soleá, que nunca antes había bailado en un espectáculo, veremos una farruca, una alegría… y una preciosa bata de cola.

Y es que, frente a muchas propuestas actuales que tienden a olvidar, o incluso despreciar al público "para mí es importantísimo tenerlo presente y, sin venderme, invitarlo a compartir mi trabajo, involucrarlo de algún modo en él haciendo un buen programa y tratando de darle siempre la mejor versión de mí". Palabra de La Piñona.

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