Después de la tempestad llega la calma y tras el revuelo llegan las soluciones o, al menos, el intento de alcanzarlas. Es lo que pretende el PSOE para dar marcha atrás al reparto de las presidencias de las comisiones del Parlamento acordado al comienzo de la semana. Como resultado de aquel reparto, a Vox acabó siéndole adjudicada la Comisión de Cultura y Patrimonio, con competencia en materia de Memoria Histórica. La reacción de la opinión pública fue inmediata.

De ahí que ayer, durante un acto celebrado en Rociana del Condado, el diputado por Huelva y coordinador de la Secretaría General del PSOE-A, José Fiscal, anunciara que su formación ha solicitado a PP y Ciudadanos conducir la Presidencia de la Comisión de Cultura y Patrimonio y que Vox presida la de Fomento, "algo menos hiriente para Andalucía", dijo el ex consejero en unas declaraciones recogidas por Efe.

Sobre cómo llegó Vox a ostentar la Presidencia de Cultura hay discursos contrapuestos. Si el PSOE sostiene que el reparto de las comisiones ha sido producto de una imposición de la mayoría de la derecha, los partidos del Gobierno andaluz –PP y Cs– defienden que tal acuerdo fue votado unánimemente por los portavoces de los grupos.

En la Presidencia del Parlamento explican que, durante la reunión de portavoces, ningún grupo optó por presidir la Comisión de Cultura, recayendo como última elección en Vox, formación sobre la que recaía una presidencia de las 16 comisiones legislativas. Nadie se acordó entonces de que en tal órgano se discutirán los asuntos relacionados con la Memoria Histórica. Fiscal, sin embargo, se refirió a un "rodillo" de la derecha, ya que, con más diputados que el PP, el PSOE presidirá cuatro comisiones, por cinco los populares.