Ciencia abierta

Mortal olor a rosas

  • El consumo de setas silvestres puede tener consecuencias fatales e incluso causar la muerte

La “oronja verde” o Amanita phalloides contiene toxinas llamadas amanitinas.

La “oronja verde” o Amanita phalloides contiene toxinas llamadas amanitinas. / F. G.

02:50 A.M. Por fin una noche tranquila. Aquella guardia nocturna en el servicio de urgencias le iba a permitir el lujo de cerrar los ojos un rato. Con los años, José Luis se había acostumbrado a dar una cabezada en esa incómoda postura, medio reclinado en el asiento de la ambulancia. Después de unas semanas de locos, participando en la ayuda a los afectados por las lluvias torrenciales de Málaga, se merecía un poco de calma. Al fin y al cabo, sólo era lunes.

03:08 A.M. –¡Aviso para la ambulancia 632! ¡Aviso para la ambulancia 632! Diríjase a la calle de Honrubia nº 15, sexto piso. ¿632, me recibe?–. Sobresaltado, abrió los ojos de repente. Teresa, su compañera médica, que estaba revisando los suministros, escuchó el aviso y cogió el micrófono de la radio. –Recibido, central. ¿Qué tenemos?–, contestó. –Una niña de ocho años con fuertes dolores abdominales, vómitos, calambres y diarrea sanguinolenta. Los padres están muy nerviosos. Creían que era una gastroenteritis y por eso han tardado en llamarnos. ¡Daos prisa!–, dijeron desde el hospital. Sirenas, luces y acelerador pisado a fondo. Los resaltes del asfalto hacían botar hasta la última aspirina de los cajones.

03:32 A.M. El ingreso fue inmediato. Teresa retuvo a los padres y los llevó a una salita, para hablar con ellos calmadamente y poder averiguar qué había pasado. –¿Qué le pasa a mi niña? ¿Qué le pasa?–, repetía la madre, sollozando. La doctora preguntó: –¿Qué ha comido en estas últimas 24 horas? ¿Algún alimento que pudiera estar en mal estado? ¿Han salido a comer fuera, a un restaurante? ¿Productos peligrosos a su alcance en casa: de droguería o medicamentos?– Ella contestó: –No, ninguna de esas cosas. No hemos ido a ningún restaurante. Por la mañana estuvimos en el campo y los tres comimos lo mismo: unos bocadillos de tortilla que yo misma preparé, una bolsa de patatas fritas y unas mandarinas. Por la tarde ya no quiso merendar y dijo que le dolía mucho la barriga. Empezó a vomitar, angelito. Fue entonces cuando la cubrió ese sudor tan frío–. El padre añadió: –¡Con lo contenta que estaba a mediodía en el alcornocal, jugando y buscando setas! ¿Recuerdas que dijo que había una muy bonita, de color verde claro, que olía como a pétalos de rosas? ¡Qué cosas tienen los críos!–.

A Teresa se le encendió una luz. ¿Setas? ¿Alcornocal? ¿Olor a rosas? Y preguntó: –¿No habrán estado ustedes en el Alcornocal de Lújar, el de Haza del Lino?–. La afición a las setas silvestres de José Luis, con quien había hablado en tantas ocasiones del tema, le había hecho encajar esa información casual del padre. Conocía bien la zona, cercana a la costa granadina, y había disfrutado muchas veces de las magníficas vistas hacia la cara sur de Sierra Nevada que se despliegan desde allí. Estaba casi segura de que la niña padecía una intoxicación por oronja verde, la especie a la que los botánicos llaman Amanita phalloides. Podía causar la muerte. –¡Sí, exactamente, allí es donde estuvimos!– dijo la madre, sorprendida porque la doctora lo hubiera adivinado. Mientras salía corriendo de la salita, les respondió: –Gracias por la información. ¡Les mantendré al tanto de cualquier novedad!–. Tenía que decírselo inmediatamente a los técnicos de laboratorio para confirmarlo.

07:20 A.M. Cansado de la atmósfera cargada del interior del hospital, el padre de Lucía salió a la entrada de urgencias, donde estaban aparcadas las ambulancias. Necesitaba fumar para relajarse un poco. José Luis andaba por allí, con un café de la máquina entre las manos, que más le servía para calentarse que para mantenerse despierto. –¿Cómo sigue su hija?–, le preguntó. –Pues muy grave, la verdad. Nos han confirmado hace poco que comió de una seta muy venenosa en el campo. Está en la UCI. Le han metido un tubo enorme por la nariz hasta el intestino… y luego ha vomitado una cosa negra. ¡Qué impresión, mi niña! Además, le están sacando sangre cada dos por tres, ¡yo no sé por qué hace falta pincharla tanto!–, le espetó muy serio.

–Mi compañera Teresa me ha comentado que es una intoxicación por oronja verde, pero que la han pillado a tiempo, no se preocupe. Verá, esa seta tiene un tóxico muy potente, llamado amanitina, que daña órganos vitales del cuerpo. Primero afecta al hígado, de dos maneras: haciendo que sus células mueran rápidamente e impidiendo que pueda fabricar otras nuevas. Después, la toxina que queda por la sangre puede llegar a hacer daño también a las células de los riñones, produciendo fallo renal. A su hija le están sacando sangre con frecuencia para ir conociendo cómo está respondiendo su cuerpecito a esos daños. Tardarán al menos un par de días en ver si los niveles vuelven a estar normales en la sangre y en la orina–. José Luis trataba de calmar así al padre, mientras Teresa salía para seguir con el turno de ambulancia. –¡Ah! ¡Está usted aquí! El médico y su mujer le estaban buscando para informarle de tratamiento, pero si quiere ya le digo yo. Lo primero, tranquilo, que a pesar de la espectacularidad de los síntomas, Lucía está respondiendo muy bien a los fármacos.

Con la sonda que le han metido por la nariz, se ha conseguido aspirar gran parte de la seta que todavía quedaba en el intestino. Después le han aplicado una dosis importante de carbón activado, que es adsorbente, y se ha conseguido eliminar gran cantidad de las toxinas. Para proteger a las células del hígado, le van a administrar un derivado de las semillas de una planta, el cardo mariano. –¿De una planta? ¡Qué irónico!–, resopló el padre, algo más calmado después de las explicaciones. –Sí, el cardo mariano se llama científicamente Silybum marianum y contiene una sustancia llamada silibinina, que impide que entren toxinas de esta seta dentro de las células del hígado. Así, poco a poco, con la hidratación adicional del suero, la niña podrán ir eliminando los restos de amanitinas por la orina.

09:15 A.M.Mamá, ¿dónde me llevan?–, dijo Lucía con una débil vocecilla. –Subimos a otro piso del hospital, cariño. Hay una habitación preciosa preparada para ti. Ya estás mejor.

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