¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La España plurifiscal

La ‘revolución fiscal’ de Juanma será buena para sus intereses y mala para la cohesión de España y los españoles

Juanma Moreno.

Juanma Moreno. / Juan Carlos Muñoz

LA derecha moderada, el PP, se ha hecho nacionalista en esta España más telúrica que clásica, más celtibérica que romana, más disgregadora que unitaria. Por su propio ADN al PP le tocaba ser el elemento compensador de las orteguianas tendencias centrífugas de España, moderar las adolescentes ansias de independencia de la periferia, cohesionar la nación (o, al menos, el Estado). La mejor tradición histórica del PP se encuentra en aquellos constructores del Estado español decimonónico que quisieron levantar un país unido y moderno. Si la izquierda ha mamado el federalismo y su función territorial es hacer comprender la pluralidad obligada de una geografía jalonada de cordilleras y valles, la derecha debería ser el garante de esas ansias de fraternidad hispana que, pese a todos los esfuerzos que se han hecho por disolverla, sigue latiendo en el corazón de millones de ciudadanos.

Pero la derecha moderada ha rehusado coger su cruz y, hoy por hoy, se muestra más cercana a Arzallus que a Cánovas. La guerra fiscal que políticos como Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno han iniciado sólo puede traer como consecuencia el aumento de la desigualdad entre los españoles, además de un enfrentamiento entre territorios que va camino de convertirse en un todos contra todos; o, lo que es peor, entre la España de Colón y la Frankenstein. Ahora sabemos que es verdad que Bendodo se equivocó cuando dijo que el país es plurinacional. Lo que quiso afirmar es que es plurifiscal. Con Feijóo de presidente, la peneuvización de los populares parece imparable. Olvidan que la utopía pepera debería ser acabar con la anomalía vasca, no extenderla por todo el territorio.

No me adentraré en el debate de si bajar excesivamente los impuestos es bueno o malo para la economía (por lo leído a los que saben del asunto hay argumentos para todo), pero sí en sus consecuencias políticas e, incluso, sentimentales. Convertir la batalla fiscal en un ariete para entrar en la Moncloa es un gran error.

Todos sabemos que los impuestos son la savia de la patria. Con estos pagamos lo que nos hace una nación: la escuela, los derechos sociales, la seguridad, la defensa y la sanidad. Tan mala es la mentalidad confiscatoria de cierta izquierda como el adanismo neoliberal. La revolución fiscal de Juanma será buena para él y mala para la cohesión de España y los españoles. La nación no vive del aire.

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