Patrimonio

La repoblación de la Villa Vieja de Algeciras (y II)

  • Representantes significados de las clases acomodadas gibraltareñas convirtieron el solar de la antigua Villa Vieja en un enclave británico entre finales del XIX y principios del siglo XX

El Hotel Reina Cristina en una imagen de época.

El Hotel Reina Cristina en una imagen de época.

El proyecto aprobado para la descatalogación y posterior derribo de Villa Patricia en Algeciras, aprobado en el pleno celebrado el pasado 31 de enero, trae a la actualidad esta casona y otros inmuebles emblemáticos que formaron parte de la repoblación de la Villa Vieja de la ciudad. Por su interés y actualidad, reproducimos en dos entregas un artículo originalmente publicado en Almoraima. Revista de Estudios Campogibraltareños, en 2009. 

La calle Marqués de la Ensenada (Parte II)

La progresión de viviendas en la calle Marqués de la Ensenada preocupa al Comandante General del Campo de Gibraltar, que en septiembre de 1904 dirige una comunicación al pleno en la que pide “que no se permita edificar en el escarpado que se halla en el frente este de la caseta de Carabineros llamada Las Barcas, situada al final de la calle, con el objeto de que se pueda ejercer la vigilancia debida en el litoral de este puerto”. El Ayuntamiento acuerda no volver a conceder autorización alguna y da por terminado el proceso urbanizador que queda detenido, durante no mucho tiempo, a la altura de la caseta de Carabineros mencionada. A partir de allí la calle enlaza con el camino rural preexistente que permite el tránsito público hacia el sur, en dirección a la Torre de Don Rodrigo (torre albarrana existente en la muralla sur de la Villa Vieja medieval) y ya en la playa del Chorruelo, atravesando las propiedades de W.J. Smith y del Hotel Reina Cristina.

W. J. Smith, ciudadano británico vecino de Gibraltar, comerciante y consignatario de buques, vicecónsul de Inglaterra en Algeciras, adquirió en 1897 una finca de tierra de labor de más de 17 fanegas (aproximadamente el 80% de la superficie total de la Villa Vieja). Un año más tarde vendió algo más de 10 fanegas (alrededor de 65.000 m2) de la parte sur de su propiedad a Alexander Henderson, director general de la Compañía del Ferrocarril Bobadilla-Algeciras, que construyó en ella el hotel Reina Cristina. En el resto, unos 40.000 m2, construyó Smith su propia vivienda con salida a la calle Marqués de la Ensenada.

Villa Patricia (1906) Villa Patricia (1906)

Villa Patricia (1906)

También Smith construye en la calle Marqués de la Ensenada. Aunque no consta la fecha de concesión de la licencia, las obras de la vivienda que se levanta en los terrenos de su propiedad, colindantes con los jardines del Hotel Reina Cristina, se inician ya en 1904 o como muy tarde en 1905 porque a principios de enero de 1906 está disponible para que en ella se alojen algunos de los delegados que han de asistir a la Conferencia de Algeciras.

Dos meses más tarde, a finales de marzo, el pleno debate la petición de Smith de cercar su propiedad porque algunos dudan de que el muro que propone respete la servidumbre existente de tres varas de ancho en la calle Marqués de la Ensenada y reclaman que se lleve a cabo el deslinde pertinente. La servidumbre que se menciona (cuya anchura, equivalente a unos dos metros y medio, fue convenida en una reunión mantenida entre Juan Morrison, en representación de los propietarios del hotel y el alcalde de la ciudad Manuel Pérez Santos) corresponde al tramo final de un camino rural sobre el que discurría la calle Marqués de la Ensenada. Dicho tramo se mantiene en uso, probablemente en peores condiciones que hace cien años.

La calle San Nicolás

Hacia 1900 la calle San Nicolás es apenas algo más que un camino entre la propiedad de W. J. Smith, al sur, y las de los hermanos Jerónimo, Antonio y Leopoldo del Río y de Guillermo Lombard al norte. Sólo aparecen algunas construcciones que se sitúan en las proximidades de la calle Marqués de la Ensenada: a la acera sur presentan sus fachadas una finca o patio perteneciente a la familia Santacana que hace esquina y la vivienda de Luis Clará Barceló, marcada con el número 1 de la calle, actualmente habitada por sus propietarios y en buen estado de conservación, incluida en el Catálogo del Patrimonio Arquitectónico del Plan General Municipal de Ordenación. En la acera norte se alinean una habitación grande, destinada a aserradero de maderas, y la casa número 2, ambas dentro de la finca de los hermanos del Río.

El desarrollo de la calle San Nicolás, peculiar por la importancia de las propiedades y la calidad de los edificios, la mayoría pertenecientes a británicos y gibraltareños, se produce a partir del final de la primera década del siglo. A mediados de 1910, por iniciativa de los gibraltareños propietarios de fincas y parcelas en la zona, se llevan a cabo las obras de mejora del estado general del firme y del acerado de las calles San Nicolás y Marqués de la Ensenada y de construcción de una escalinata de acceso a la zona desde el antiguo camino del Chorruelo que ahora, desde el muelle de madera hasta la entrada al hotel Reina Cristina, se llama Paseo de la Conferencia. El proyecto, fruto de un compromiso adquirido por el pleno en vísperas de la Conferencia e incluido en los presupuestos de 1909, sólo se ejecuta finalmente gracias al ofrecimiento de Adolfo Ruggeroni de pagar todos los gastos, devolviéndole el Ayuntamiento la mitad por anualidades.

Las expectativas de urbanización hacen que, a principios de 1909, Guillermo Stevens Johnson, marino natural de Londres, solicite licencia para construir una casa cuyos planos adjunta en una parcela de 1.000 metros cuadrados que hace esquina con la calle del Recreo, adquirida a W. J. Smith y separada de la finca matriz por una servidumbre conocida como camino al tejar de Duarte. El edificio se conserva en buen estado, habitado por sus propietarios, pero lamentablemente no tiene ningún tipo de protección pese a sus valores históricos y arquitectónicos. Sí están incluidos en el Catálogo los jardines de la finca, pero el descontrol municipal ha permitido la desaparición de la mayor parte de la superficie ajardinada. La servidumbre de paso al tejar de Duarte, recuperada en su día por la presión de los vecinos, es hoy la calle Museo.

En julio de 1910 se autoriza a Adolfo Ruggeroni a cerrar con pared de mampostería y verja de hierro los más de 4.000 metros cuadrados de una finca existente en las calle San Nicolás, esquina a Marqués de la Ensenada, adquiridos unos meses antes a los hermanos del Río para su hija Leonor, en la que levanta un edificio rectangular de una planta con casi 300 metros cuadrados de superficie construida.

En la parcela inmediata, Guillermo Lombard construye Villa Patricia, un hotel de recreo de dos plantas y sótano, que ocupa 125 metros cuadrados de superficie. El edificio, situado en la finca que fue el número 4 de la calle San Nicolás, deshabitado y en estado de conservación deplorable, es el elemento 3.42 del Catálogo del Patrimonio Arquitectónico del Plan General.

También en julio de 1910 los hermanos José y Manuel Gaggero, vecinos de Gibraltar, solicitan licencia para cercar de mampostería y hierro la parcela colindante con Villa Patricia, situada entre la calle San Nicolás y el camino del Recreo, adquirida a Guillermo Lombard y anuncian la próxima petición de licencia para construir allí una vivienda principal, Villa San José, y dos edificios menores.

En julio de 1915, Bartolomé Sacarello compra a Smith una parcela de alrededor de 1.250 metros cuadrados, con frente a la calle San Nicolás, colindante con la residencia de Stevens, en la que levanta un edificio de dos plantas. Con ella se completa el catálogo de edificios que ocupan las propiedades que conforman la calle, que adquiere el perfil que tendrá buena parte del siglo. La vivienda, rehabilitada, ha sido hasta hace pocos años sede del Museo Municipal.

El camino del Recreo

A escasos metros del borde del barranco de poniente, que cae casi a plomo sobre la calle Aníbal, el camino del Recreo recorre la Villa Vieja de norte a sur. A su izquierda, el camino deja sucesivamente las viviendas de los hermanos Gaggero, de Stevens y de Smith y el hotel Reina Cristina. A su derecha, la propiedad más importante es la finca rústica de más de 6.000 metros cuadrados que da nombre al camino, y que pertenece desde los años ochenta del siglo XIX a Luis Antonio Lombard, otro ciudadano británico avecindado en la ciudad. En marzo de 1906, Lombard pide licencia que el pleno concede para sustituir el caserío primitivo, que incluye un molino de viento situado en el punto más alto de la Villa Vieja, por una nueva vivienda para su uso particular. Más allá de la finca de Lombard sólo se encuentran algunas otras huertas de propiedad privada y terrenos baldíos o de titularidad pública, cuyo uso solicitan algunos vecinos y que el pleno en unas ocasiones concede sin más y en otras deniega alegando las razones más diversas. En mayo de 1902, el Ayuntamiento niega al ciudadano británico Ernesto E. Coombe, ingeniero jefe de la Compañía del Ferrocarril Bobadilla-Algeciras, el terreno que solicita en un lugar a espaldas del tejar de Duarte para su uso como campo de juego de pelota “por ser propiedad del común de los vecinos y no poderse dar en usufructo”.

Es también en el camino del Recreo donde se levanta un edificio de uso público que evidencia el carácter peculiar del desarrollo urbano de la nueva Villa Vieja. En junio de 1913 Smith segrega de su propiedad una parcela de casi 800 metros cuadrados, colindante con los jardines del Hotel Cristina, y la vende a los representantes de la sucursal del Banco Anglo-Egipcio en Gibraltar que, de conformidad con la condición impuesta por el vendedor, edifican en el terreno una capilla de casi 250 metros cuadrados de superficie construida dedicada al culto anglicano. La iglesia fue consagrada con el nombre de Iglesia del Buen Pastor el 22 de diciembre de 1921, aunque la primera celebración en su recinto tuvo lugar el 17 de febrero de ese año. El autor del proyecto fue el prestigioso arquitecto victoriano T. E. Collcutt (1840-1924), autor de los proyectos de edificios londinenses tan importantes como el Imperial Institute (del que se conserva la torre central formando parte del Imperial College), el Hotel Savoy (que posteriormente sufrió importantes modificaciones), el Palace Theatre y el Wigmore Hall (que felizmente se conservan como los concibió el autor). Sin culto y abandonada desde los comienzos de la Guerra Civil, fue demolida a finales de los años sesenta del pasado siglo.

Conclusión

A principios del siglo XX, la construcción del ferrocarril de Bobadilla a Algeciras y, sobre todo, la puesta en servicio de la línea marítima de vapores a Gibraltar hicieron posible la recuperación del antiguo solar de la Villa Vieja medieval, urbanizado y repoblado por representantes significados de las clases acomodadas gibraltareñas que lo convirtieron en un enclave británico. Protegido del exterior por las propias características físicas del lugar y por voluntad de sus habitantes, durante casi medio siglo el barrio se mantuvo al margen de los cambios acaecidos en el resto de la población, manteniendo intacta su identidad hasta finales de la década de los cincuenta.

Aún hoy, el barrio conserva todavía buena parte de su solera primigenia gracias a que hasta ahora se han conservado por su importancia el hotel Reina Cristina y la villa y buena parte de los jardines de Smith y, quizás por su propio aislamiento, los hoteles de recreo de Sacarello, rehabilitado en su día para museo, y de Stevens, conservado por sus sucesivos propietarios. En pie todavía, arruinado, abandonado a su suerte, en desuso desde los últimos treinta años, condenado inicialmente a la piqueta, en la calle San Nicolás sigue en pie todavía Villa Patricia, el hotel de recreo de Lombard, esperando un milagro.

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