Obituario

Muere el dominico algecireño Fray Carlos Lledó

  • El fraile algecireño ha fallecido a los 90 años

Fray Carlos Lledó, en una foto de 2015

Fray Carlos Lledó, en una foto de 2015 / Lourdes de Vicente

El padre José María Alcedo Ternero me acaba de comunicar que, a los noventa años, ha fallecido el padre Fray Carlos Lledó López, un hombre inteligente, un sacerdote de intensa vida interior, un fraile dominico lúcido que ha sabido conjugar la oración, la dedicación al estudio teológico y la entrega a la predicación, impulsado por su amor a Jesús, a María, a su familia, a sus hermanos dominicos y a sus gentes de Algeciras.

En reiteradas ocasiones acudí a él con la intención de que me contara sus diferentes tareas como sacerdote y como fraile, sus múltiples cargos en la Orden Dominicana, los importantes Conventos en los que había sido prior como, por ejemplo, en el Convento de San Esteban de Salamanca, Santo Domingo el Real de Madrid, y la relación de los libros que él había escrito sobre predicación, pero una y otra vez me repetía que, más que las tareas importantes, lo realmente valioso era la manera de asumirlas para seguir creciendo hacia su destino y, sobre todo, ahondando en sus raíces con el fin de llegar al fondo espiritual y trascendente.

Por más que le insistí, no logré que, por ejemplo, me detallara los pormenores de aquellas misiones que, por encargo del Obispo Añoveros, él dirigió en Cádiz el año 1965, en la que participaron 85 dominicos y a las que asistió una sorprendente cantidad de ciudadanos. “Acudí a la llamada del Obispo y de mis paisanos los gaditanos. Les expliqué lo importante y lo fecundo, para la vida personal, para el bienestar familiar y para la convivencia ciudadana que era la conversación con María, la persona que más escuchó, mejor interpretó y más intensamente vivió los mensajes de Jesús de Nazaret. Eso es –enfatizaba una y otra vez- el rosario: el reiterado saludo a la Virgen y la petición agradecida para que nos cuente el trato de su Hijo con los pobres, con los enfermos, con sus amigos y con sus amigas, con los hombres y con las mujeres buenos y con los no tan buenos”.

El padre Pascual Saturio, prior del Convento de Santo Domingo, que de manera permanente ha estado pendiente de toda su vida durante los seis años que ha permanecido en la Residencia de San Juan de Dios, me ha detallado cómo este “incansable predicador del Evangelio ha fallecido tranquilamente, sin dejar un solo día sus oraciones, su sonrisa ni su bien mirar todas las cosas”. Confieso que, el rasgo de su personalidad que más me ha llamado la atención en las múltiples conversaciones que he mantenido con él durante estos años ha sido su profunda convicción de que esta etapa de “recogimiento” seguía siendo extraordinariamente fecunda para su crecimiento espiritual y también para la fertilidad apostólica de sus diversas tareas pastorales. “Sería peligroso -me dijo textualmente- que el apóstol cayera en el desaliento y pensara que no es posible seguir subiendo a la cumbre. Esta etapa debilitada de la vida corporal puede ser la más importante si logramos seguir el camino que conduce hacia esa conversación en la que Dios nos revela su amor a cada uno de nosotros”.

A sus hermanos y a sus sobrinos -con los que siempre estuvo muy unido-, al prior Pascual Saturio, a la comunidad de dominicos y a los ancianos que con él han convivido durante estos años les expreso mi profundo sentimiento de dolor por su fallecimiento. Que descanse en paz.

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