HISTORIAS DE ALGECIRAS | EL TRIENIO LIBERAL

Y hoy Algeciras en alegre coro...

  • La ciudad celebra la visita de dos importantes personajes liberales del momento, los diputados José Moreno Guerra y Francisco Díaz Morales

  • Mientras las fuerzas políticas siguen su enfrentamiento, gran parte de la ciudadanía continúa con su tradicional actividad comercial ilegal

Se suprime el gasto del campanero de La Palma.

Se suprime el gasto del campanero de La Palma.

Durante las primeras semanas del segundo año liberal de 1821, una Real Orden afectaría directamente a los órganos doceañistas de la comarca al determinar: “Se establece interinamente y hasta la resolución de las Cortes, un gobierno político subalterno en Algeciras y distrito de la Comandancia militar del Campo de San Roque”.

En otro orden de asuntos y dentro del mismo paquete legislativo que se recibe en el consistorio de la calle Ancha, se establece: “Se hace efectiva la responsabilidad á todos los Tribunales, Justicia, Gefes y demás autoridades que en cualquier manera entorpezcan a la Comisión apostólica del subsidio extraordinario del clero”. Comisión resultante, por otro lado, de las negociaciones establecidas por el nuevo gobierno liberal con la Santa Sede. Acuerdos que no fueron obstáculos para que las autoridades provinciales como las gaditanas, remitieran a los Ayuntamiento de su jurisdicción, la siguiente circular en relación a los hospitales en manos de los religiosos, como el algecireño Hospital de la Caridad: “Se faculta a los Yntendentes para poner estos Hospitales a cargo de los Ayuntamientos, ó del Prior, ó de los Religiosos, ó de las personas que estimen conveniente y en verdad es asombro de que en la latitud que el gobierno dá para que el Yntendente elija, y este no halle persona más adecuada que los mismos ex Priores, cuando la opinión pública son los que más excluye por lo poco satisfecho que ella se encuentra del manejo de la generalidad de ellos, y se asombra con tanta más razón que los Ayuntamientos, son los que parecen ser más adecuados para cuidar de estos establecimientos y por lo tanto los primeros indicados por el gobierno”.

Y mientras los recelos entre las instituciones civiles y religiosas, a pesar de los contactos de las altas instancias, persistía, la vida de los algecireños transcurría con plena normalidad haciendo frente a sus diarios asuntos. Como así le aconteció a la anciana viuda Isabel Ramírez, propietaria de nuestra ciudad, que: “Para hacer frente a diferentes pagos tras el fallecimiento de su segundo esposo Salvador Salazar, y previo cumplimiento con lo estipulado por la ley en defensa de sus nietos menores de edad: Juan, José, Ramón, Ramona y María del Pilar Morilla Ramírez; herederos de sus difuntos hijos habidos en su primer matrimonio: Ramón Morilla y María Ramírez, se vio obligada a vender una casa sita en calle San Antonio, junto al Convento de Mercedarios, al Teniente Coronel de los Exércitos Nacionales, Joaquín Robledo”.

De vuelta a las políticas progresistas que se pretenden implantar por los constitucionalistas, y tras unos fuertes días de lluvias en la provincia que aparta a los jornaleros de su trabajo diario, se remite a los Ayuntamientos la siguiente circular: “Las atribuciones de los Ayuntamientos son muy suficientes para obtener resultados, activando la anivelación de fortunas, arranquen por medios legales de las manos de los usurpadores el patrimonio del pueblo, pueblen sus dilatados términos con los trabajadores, auxilienlos con todo su poder; promuevan cuanto este de su parte la realización del repartimiento de tierras, el adelanto de las artes, el buen estado de los caminos haciendo otros nuevos. Persigan a los vagos y las malas doctrinas, y de este modo se conseguirán los beneficios y resultados que son de desear y que promete el actual sistema”.

También y por aquellos días, el jefe del Partido del distrito algecireño, recibe oficio del Yntendente, de gran importancia para el fondeadero local y la relación comercial con Gibraltar y los puestos del norte de África: “Permitiendo el transporte por mar de los géneros, frutos y efectos nacionales y de los comestibles extranjeros que están permitidos, en beneficio del tráfico y el comercio”.

Liberado el comercio marítimo, el consistorio local recibe oficio de las autoridades provinciales en relación a los “sueldos establecidos”, haciendo constar: “Las plazas de médicos y cirujanos, no se considera inútiles y estima que deben subsistir; pues no teniendo dotación no tendrán tampoco de quién disponer en los casos de oficio, que hoy son por desgracia frecuentes, bajo la obligación de asistir a los enfermos pobres, jornaleros y otros indigentes, por cuya salud debe procurar el Ayuntamiento, cuya clasificación será por notoriedad, en caso de duda, será suficiente una papeleta de los Alcaldes, Regidor Decano, Síndico ó Comisión del Cuerpo municipal, quién deberá condicionarlo así con los facultativos en quién provean dichas plazas; cuyos nombres, con expresión de las calles de su vecindario, y funcionario a quién se deba acudir en su caso por la papeleta. Se hará notorio para la inteligencia del vecindario”.

Algecireños versos para los héroes liberales. Algecireños versos para los héroes liberales.

Algecireños versos para los héroes liberales.

En cuanto a la enseñanza y dentro del mismo contexto salarial, expresa el reseñado oficio: “El preceptor de latinidad, si el Ayuntamiento lo considera inútil debe suprimirse y su sueldo destinarlo a dos maestros de primeras letras, con la obligación de enseñar á los niños pobres, extrañándose […], que el Ayuntamiento nada diga de estos establecimientos tan recomendables a su ministerio, como indispensables para formar a ciudadanos, por lo cual deberá manifestar cuantas escuelas hay en aquella ciudad, y las que no reciban estipendios de los alumnos que carecen de medios”. Prosigue: “Las partidas destinadas al campanero por el toque de la queda podrá suprimirse, pues su objeto se llena con los Bandos de buen gobierno que designan la hora de cerrarse los establecimientos públicos y recogerse los vecinos”.

Y mientras se implantan estas medidas que se califican de buen gobierno, los algecireños prosiguen su diaria actividad, dentro del nuevo contexto administrativo, como le aconteció al comerciante Ramón Lagares, quién: “Participó en la subasta de la renta de tripería, que quedó a su favor, pidiendo se le baje una parte de la cuota del remate, por los perjuicios que dice ha sufrido, y que al parecer el Ayuntamiento ha tenido con este”. Promovido el expediente, se recoge: “Interesadas todas las condiciones que la equidad y prudencia exigen, en su consecuencia se acuerda la aprobación de todo los dispuesto por el Ayuntamiento; y que si Ramón Lagares no facilita la fianza que le está pedida se procederá a la nueva subasta de dicha renta, siendo las resultas de cuenta del propietario Lagares y que en caso de no haber postor se administre con la intervención del expresado Lagares como verdadero postor”.

Y llegó el mes de febrero y con él, la llegada de importante personajes liberales del momento: “Algeciras 6 de Febrero. En la madrugada de hoy hemos tenido todos los habitantes de esta ciudad la extraordinaria satisfacción de ver pisar nuestro suelo á los dignísimos diputados á Cortes don José Moreno Guerra y don Francisco Díaz Morales […] el público concurrió en numerosos grupos que acudió a felicitarlos en la casa que se les tenía preparada por un amante de sus virtudes y méritos […] disponiéndose una parada que dio el patriota primer batallón de Cataluña, cuya música alternaba con canciones e himnos análogos á nuestra libertad […] colocándose en el frente del balcón principal un transparente con la octava siguiente: Canten las ninfas de la lira de oro/ Del gran pueblo español la época octava/ Cante el esclavo libertad, tesoro/ En vez de la opresión que antes lloraba/ Y hoy Algeciras en alegre coro/ Cante también la dicha que anhelaba/ Pues ya en su seno al despótico aterra/ El invicto español Moreno Guerra. De este modo hemos procurado festejar á personas cuyos nombres nos son tan sagrados y respetables”.

De Moreno Guerra se publicó en su momento: “Cuando Riego se presentó con su columna en Algeciras, pasó a verle desde Gibraltar, donde llegó fugado de Cádiz en 1819, y cooperó cuanto pudo en dicha plaza para el suministro de algunos recursos que le mandaron los patriotas, sin perdonar medio alguno de darle cuantos avisos y noticias podían serle saludables […] Por fin el restablecimiento de la Constitución y la tranquilidad le restituyó al seno feliz de su familia, y la provincia de Córdoba quiso premiar sus sacrificios haciéndole representante en Cortes para las legislaturas de 1820 y 1821”.

Semanas después de la marcha de los diputados liberales, nuevamente se vuelven a producir en el Partido de Algeciras diversos altercados de orden público

Y tras la marcha de los -bien recibidos y atendidos- diputados, surge la crítica: “El Ministro de la Gobernación de la península ha puesto en Algeciras un Gefe Político Subalterno con 36.000 rs; con un secretario de 18.000 rs, y dos oficiales, cuyo total asciende á 83.000 rsv; pregunto ¿el Señor Ministro no ha traspasado su autoridad con este acto?. Supongo que cuente con que sus amigos en las Cortes aprueben el hecho […] y que los 83.000 del pico debieran salir de su bolsillo”. Mientras que para el ahorro del erario público se sugiere supresión de la popular figura del campanero de la Palma, no se observa análoga preocupación por el gasto, para la implantación del comisionado subalterno y su equipo, que se establece en nuestra ciudad.

Semanas después de la marcha de los diputados liberales, nuevamente se vuelven a producir en el Partido de Algeciras diversos altercados de orden público que obligan a las autoridades a solicitar medidas urgentes sobre significados absolutistas -referidos en capítulos anteriores-, para lo cual: “De resultas de una nueva conmoción popular ocurrida en el día de hoy, se ha reunido extraordinariamente el Ayuntamiento de Algeciras presidido por el General Político del Partido y con asistencia del General, y del Cura párroco. Después de una breve discusión sobre el suceso y la reunión de la Milicia y Pueblo que aún permanecía, se acordó dar entrada en la Casa Consistorial á una comisión nombrada por aquellos, la cual se componía de varios sujetos condecorados, y que gozan de la mejor reputación y en vista de lo que expusieron sobre la desconfianza que inspiraban varias personas residentes en aquella ciudad, y en la inmediata de San Roque, se tomó la siguiente: Nuevamente trasladar al general O'Donell de San Roque hasta Algeciras; y ponerlo en reclusión; como igualmente al coronel Velasco; al ex-inquisidor Sis; al médico Santos y al capellán del Hospital Fray Hilario de Barcelona”. Estas medidas disciplinarias, al parecer, estaban cayendo en la rutina.

Mientras estos hechos acontecen, otro asunto preocupa a los ciudadanos de la comarca, pues: “En aplicación de la R. O de 14 de diciembre del año anterior (1820), y oficio remitido por el Ayuntamiento se conforma expediente para la subasta del aguardiente, pidiendo aprobación, mediante oficio de esas autoridades provinciales”. Respondiéndose desde la capital de la provincia: “No pueden tener lugar las subastas de las referidas especies de aguardientes, las cuales deben quedar libres y extinguidas estos estancos de puestos públicos”. Para alegría de los asiduos consumidores, las políticas económicas liberales, les mantendrían al alcance el consumo de tan popular bebida alcohólica. Y como si de una realidad paralela se tratara en el Partido del distrito algecireño mientras que las fuerzas políticas mantenían su normalizado enfrentamiento, gran parte de la ciudadanía proseguía con su tradicional actividad comercial ilegal: “Noticioso del Comandante General de este Campo, que 150 contrabandistas se reunían en Cabo de Plata para proteger algún desembarco de género de ilícito comercio, ha mandado un fuerte destacamento para que lo evite”. La clase política marchaba por un lado y el pueblo con sus necesidades por otro.

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