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El modelo extensivo de la sierra de Cádiz, un claro ejemplo de economía circular

  • ASAJA Cádiz pone de relieve la importancia del sacrificio, el trabajo y la entrega de agricultores y ganaderos serranos como Álvaro Domínguez.

Álvaro Domínguez Sotomayor, uno de nuestros asociados.

Álvaro Domínguez Sotomayor, uno de nuestros asociados.

Álvaro Domínguez Sotomayor empezó en el campo a los 28 años, en 1992. Hoy tiene 55 años y es el último de una familia que vivió de la agricultura y de la ganadería, pero que acabaron vendiendo sus fincas por uno de los principales problemas del campo en la actualidad: la falta de relevo generacional.

Sin embargo, Álvaro sostiene que se levanta “todos y cada uno de los días con las mismas ganas de trabajar” en su finca, ‘Cortijo San José’ ubicada en Algodonales. Ama tanto el campo que vive en la misma finca en la que trabaja, enclavada entre la Sierra de Grazalema, la Sierra de Lijar y el Peñón de El Gastor. Posee una explotación mixta dedicada tanto a la agricultura de secano como a la ganadería en extensivo. Todos sus procesos y productos son ecológicos y cuenta con la certificación del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE).

ESu finca tiene 300 hectáreas de superficie, de las cuales 120 son de labor y el resto son dehesa. En las más de 100 hectáreas dedicadas a la labranza Álvaro siembra sobre todo cereal, cuya cosecha se divide en tres partes. Una de ellas se dedica “para comer a diente por el ganado”, nos explica, y una segunda“es para producir forrajes, y en concreto, heno”, también para su ganado. La tercera parte de sus cultivos de secano los dedica a la obtención de grano para la siembra del año siguiente,“por lo que prácticamente toda la producción agrícola es para autoconsumo de la propia finca”.

En cuanto a la ganadería, en las 180 hectáreas de dehesa conviven 40 vacas nodrizas, 600 cabras payoyas y 60 ovejas de leche.

Álvaro Domínguez Sotomayor, en plena faena. Álvaro Domínguez Sotomayor, en plena faena.

Álvaro Domínguez Sotomayor, en plena faena.

Así, en realidad el producto final de su explotación, además del autoconsumo del secano, se lo da su ganadería: de los becerros que paren sus 40 vacas, que vende al destete, y sobre todo, de la leche que producen sus cabras y ovejas. Produce unos 160.000 litros anuales de leche de cabra, una cantidad que vende a queserías como Payoyo, enVillaluenga del Rosario.

Como ganadero y agricultor, Álvaro Domínguez ejemplifica el compromiso diario con una profesión sin vacaciones, sin descansos y sin horarios ni calendarios. “Trabajo los 365 días al año desde que sale el sol hasta que se pone, entre cuidar del ganado, arar y sembrar”, sin olvidar que normalmente culmina el día en la oficina “rellenando interminables documentos burocráticos, gestionando los libros de ganado, de la explotación, la reinversión de lo obtenido en la propia finca, la adquisición y aplicación de productos veterinarios…”,gestiones para lo que es una garantía contar con una organización como ASAJA Cádiz.

Es la parte que menos le gusta de su trabajo, porque para él, lo más gratificante es “poder estar al aire libre. Eso es un lujo, que tu lugar de trabajo sea un espacio abierto. De hecho, yo antes de dedicarme a esto trabajaba en la administración, en una oficina, y lo cambié todo por esto”.

Antes de la pandemia, Álvaro ya veía con preocupación la situación de su sector. “Si antes de todo esto el campo estaba fatal, imagínense como está ahora”. Además.“los precios en origen no paran de caer en picado y encima tenemos la amenaza de más recortes a la Política Agraria Común”.

Álvaro, quien se confiesa “más ganadero que agricultor”sostiene que la parte más satisfactoria de su trabajo es poder criar animales “y sacarlos adelante viéndolos crecer. Que tú ayudes a una de tus vacas a parir de madrugada y en mitad de una tormenta, y sacar ese nuevo becerrito. Y que compruebes que vas mejorando la raza por todo el trabajo de selección genética que llevas hecho, y que éste dé sus frutos”.

Desde ASAJA Cádiz queremos poner el acento en que efectivamente, la agricultura y la ganadería en la Sierra de Cádiz se enfrenta al enorme reto de lograr subsistir y mantenerse, teniendo en contra el éxodo rural, la ausencia de relevo generacional y la competencia desleal. Sin embargo, nos quedamos con la frase de nuestro asociado Álvaro Domínguez Sotomayor, quien resume bien por qué y qué sentimos los que estamos ligados diariamente al campo: “Yo mando mucho ánimo a todos los agricultores y ganaderos: sobre todo tenemos que estar unidos para poder luchar juntos por nuestra forma de vida. Porque los que trabajamos en el campo lo llevamos en la sangre, y a pesar de todo no lo cambiamos por nada”.