Acoso escolar

Educación niega la existencia de 'bullying' a una niña que ha sufrido dos agresiones

  • La alumna de 1º de ESO no va a clase desde el 13 de enero y no puede cambiar de centro si no se le reconoce que hay acoso

  • La Fiscalía de Menores cita a las partes tras una denuncia ante la Policía Nacional

El IES Federico García Lorca

El IES Federico García Lorca / Jorge del Águila

Los padres de una alumna de 1º de ESO del IES Federico García Lorca de Algeciras denuncian que su hija está siendo objeto de acoso escolar y que, debido a que el centro ha abierto y cerrado dos protocolos sin reconocer que existe bullying, no pueden cambiarla de instituto.

La delegación territorial de Educación ha confirmado a Europa Sur que el centro ha abierto un protocolo de acoso en dos ocasiones, pero informó de que los ha concluido “por no probarse de forma fehaciente un acoso, aunque pudiera existir algún incidente de convivencia y/o somatización por parte de la alumna”. La Junta también indica que la Inspección Educativa respalda el protocolo abierto por el centro.

La niña, de 12 años, lleva sin ir a clase desde el 13 de enero, tres días después de que se produjera la segunda agresión -denunciada ante la Policía Nacional- y sus padres lamentan que vaya al perder el curso después de un primer trimestre en el que aprobó todas las asignaturas. Tras esa denuncia ante la Policía Nacional, las partes han sido citadas por la Fiscalía de Menores de Algeciras, que ya ha tomado declaración a la menor agredida.

La menor tiene diagnosticado un trastorno por déficit de atención e hiperactividad, por el que tiene un tratamiento y acude una vez a la semana a la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil.

La primera agresión se produjo a principios de curso, el 26 de septiembre, después de que empezara a recibir insultos el día 17 de ese mes. La agresión tuvo lugar en clase, tras una disputa por un pupitre en clase de dibujo, y la agresora fue expulsada un mes. La menor afectada tuvo que acudir al hospital, de donde salió con un parte de lesiones.

“¿Es que acaso tiene que haber sangre? Nos dicen que la niña tiene que venir al instituto, pero allí no se hacen responsables de lo que le pase. Tiene mucho temor a que le vuelvan a pegar”, afirma su madre.

Los padres de la agredida solicitaron entonces el cambio de clase, pero obtuvieron la negativa de la dirección del centro al no reconocer que existe un caso de bullying. Los padres de la afectada lamentan que cuando pasó del colegio al instituto a principios del presente curso, la mayor parte de sus compañeros pasaron a otra clase y la dirección del centro le negó el cambio para estar junto a ellos.

Desde entonces la niña, según cuentan sus padres, se pasa los recreos siempre cerca de algún profesor por si sufre otra agresión. El segundo protocolo de acoso escolar se abrió el pasado 10 de enero, en este caso por la agresión de otras compañeras fuera del centro, cuando se disponía a subirse al autobús escolar que la lleva a casa.

Su tutor la suele acompañar a la salida del centro para que tome el bus, pero ese día cuando el profesor se marchó, un varias niñas se fueron hacia ella y la agredieron. En este caso, algunos compañeros pudieron mediar para evitar que la agresión fuera a mayores.

Este último episodio fue la gota que colmó el vaso. En un primer momento los padres acudieron al centro, pero tras esta segunda agresión decidieron presentar una denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional y la Fiscalía de Menores ya ha iniciado un procedimiento. La familia abrió un segundo protocolo por acoso escolar, pero también se cerró sin reconocerlo.

Desde el 13 de enero la menor no va a clase, solo acude a la Unidad de Salud Mental Infanto Juvenil una vez a la semana. El problema para la afectada es que si no tiene reconocido que sufre un caso de bullying, no puede cambiar de centro educativo. Entretanto,  su familia teme que se le abra un expediente por absentismo escolar.

Durante este tiempo, la joven estudiante no ha podido examinarse. Los profesores coinciden en señalar que es buena alumna, aunque no han podido evaluarla por falta de asistencia. Los padres se preguntan qué tiene que pasar para que tanto el centro como la inspección tengan que reconocer que se trate de un caso de acoso. “¿Es que acaso tiene que haber sangre? Nos dicen que la niña tiene que venir al instituto, pero allí no se hacen responsables de lo que le pase. Tiene mucho temor a que le vuelvan a pegar, no puede estar en el patio del instituto por miedo”, afirma su madre.

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