L Efectos del temporal

El agua ahoga el futuro de los negocios de la Cuesta del Rayo

  • Los comerciantes pierden maquinaria y vehículos · Los propietarios de un bar cerrarán · Los vecinos de la calle Carteya denuncian la falta de ayuda durante las inundaciones · 100 afectados pasan por la oficina habilitada

¿Y ahora qué? Ésta era ayer la pregunta más repetida por los vecinos y comerciantes de la Cuesta del Rayo, de la calle Jacinto Benavente y vías aledañas. Ellos se enfrentan desde el pasado lunes -como muchos otros algecireños- a la incertidumbre, al qué pasará, al desconocimiento de qué ayudas recibirán. Y, mientras las administraciones discuten sobre el futuro, allí continúan las labores de limpieza.

A falta de cualificar monetariamente los daños provocados por las precipitaciones, algunos negocios ya han decidido que no volverán a abrir. Es el caso del restaurante De boca en boca. "El local está destrozado. Hay que tirar todo: muebles, vajilla, electrodomésticos. No se salvó nada", relata Lorena Campos, propietaria del establecimiento, quien narró como en el momento de la inundación el bar se encontraba abierto. "Empezó a salir agua por el váter. La chica que estaba trabajando ese día intentó hacer algo. Pero el agua comenzó a elevarse. Entonces, se subió a la barra y allí estuvo dos horas, viendo como la riada se llevaba sillas y mesas. Algunas las encontraron en la playa", destacó la joven. En menos de un año, los dueños de este local han vivido tres inundaciones.

Los hermanos Ortega también sufrieron los efectos de la tempestad. La lluvia destrozó el interior de su panadería y rompió la maquinaria. Más de 2.000 kilos de harina se perdieron, según contó uno de ellos, Antonio. "El lunes tuvimos que comprar el género a otro negocio porque no pudimos trabajar y, en estos momentos, tan sólo funcionamos a la mitad de nuestra capacidad", matizó Ortega, quien expuso que la lluvia también sepultó tres de sus vehículos.

Rosalía Rueda no sabe especificar la cifra, desconoce todavía cuánto ha perdido. "Mucho", afirma. El establecimiento de prensa que regenta quedó absolutamente anegado. "La fotocopiadora no funciona y estamos guardando en cajas todo el material estropeado para que el perito lo valore", apunta. Su madre lo presenció. "El agua tiró los electrodomésticos y embarró todo", continua Rosalía. En la tienda de congelados de Ana Rueda las consecuencias de la inundación también son manifiestas. "No ponen medios para evitar este problema. El año pasado arreglaron las aceras y la calzada de la calle [Jacinto Benavente], pero el colector lo dejaron igual. Fue un intento de lavado de cara", insiste.

Por su parte, un taller ubicado junto a la iglesia del Corpus Cristi tampoco se salvó. En el negocio, al estar situado por debajo del nivel del suelo, la lluvia alcanzó una altura de dos metros. Según confirmaron los trabajadores, nueve coches y dos motos quedaron inservibles. "Además de toda la maquinaria, muebles y utensilios. El barro llegó a todos sitios", explicó Rosa, quien hizo especial hincapié en que los empleados llevan ya tres días limpiando y aún quedan muchas horas de labor por delante.

Por todo los experimentado el domingo, en la barriada de la Cuesta del Rayo los vecinos decidieron comenzar a movilizarse. Por las calles se han colocado numerosos carteles de la asociación Manuel de Falla, donde se advierte a los residentes de la zona que la próxima semana se desarrollará una marcha de protesta para pedir al Ayuntamiento que arregle el colector.

Pero esta barriada tan sólo representa una parte de los ciudadanos afectados por las precipitaciones. En otras zonas de la ciudad también reclaman auxilio.

Desamparados y sin ayuda. Así se encontraban ayer los vecinos de la colonia San Miguel tras sufrir los efectos de las lluvias torrenciales y así de contundente lo manifestaron: "Nadie del Ayuntamiento se ha dignado a venir por aquí; y, si algún técnico lo ha hecho, ni siquiera se ha bajado del coche". Y es que las consecuencias de la tempestad aún dibujaban al mediodía el paisaje de la zona baja de la barriada, sin divisarse ningún operario consistorial trabajando. Solos. Así se hallaban los residentes de la calle Quiejigo, donde una ola gigante destrozó los muros exteriores de varias viviendas e inundó los inmuebles. "No pusieron ni cubas para tirar los escombros. Tan sólo, una excavadora echó los cascotes a los lados para que pasaran los coches", recalcó un vecino.

Pero el tránsito por dicha vía resulta prácticamente imposible. La calzada se encuentra llena de socavones, barro, ramas de árboles, piedras y restos de los muros arrastrados por la corriente. De esta forma, según explicó uno los habitantes de la colonia San Miguel, la lluvia comenzó a acumularse el domingo tras la pared del jardín posterior de una de las casas de la calle Quiejigo. "Todo el agua se iba amontonando en ese punto porque el colector que transcurre por allí estaba taponado. Cuando el muro no aguantó más, éste se rompió en mil pedazos y salió despedido hasta seis metros", destacó Isidoro Vera, uno de los trabajadores contratados por los propios vecinos para recoger los escombros.

Entonces, se formó una ola gigante que atravesó la vivienda y se precipitó contra el inmueble situado en frente (destrozando también sus muros) y, tras rebotar allí, el agua se abalanzó contra el resto de casas de los alrededores -hundiendo completamente hacia dentro, por ejemplo, la puerta del garaje de uno de ellos-. El nivel de la lluvia alcanzó el metro de altura y los residentes de las edificaciones de una sola planta tuvieron que subirse a los tejados para evitar ser arrastrados por la corriente. "Un vecino se encuentra en el hospital porque, al intentar refugiarse en una vivienda contigua, empezó a llevárselo el agua. Entonces se agarró a una farola y un vehículo a la deriva chocó contra él", añadió uno de los habitantes de la zona.

Los vecinos de la calle Carteya, junto a la estación de autobuses, denunciaron una situación de olvido por parte del Consistorio. Hasta allí, afirmó José Manuel Pérez (hijo de uno de los afectados), ningún efectivo del servicio de emergencias ni de la Policía Local se acercó durante las inundaciones y, después, la presencia de operarios municipales fue testimonial. "Entró una riada que superó los 80 centímetros", apostilló Pérez.

Por su parte, más de 100 personas pasaron por la oficina habilitada en la Barriada del Arroz para gestionar las ayudas. Unas subsidios que las concederá el Estado mediante la aplicación del decreto 307/2005. El PP instó al equipo de Gobierno a pedir la declaración de Zona Catastrófica para Algeciras y habilitar nuevos centros de atención en otras barriadas. Una postura compartida por el PA, que calificaron de irrelevantes las subvenciones que se otorgarán.

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