Historias de Algeciras

El Trienio Liberal en Algeciras (III)

  • Este año se cumple el 200 aniversario de esta destacada etapa en la historia contemporánea de España, que dejó una huella política, social y económica en la localidad

Vista de Algeciras desde el hotel Anglo-Hispano.

Vista de Algeciras desde el hotel Anglo-Hispano.

Tras la reciente publicación en cinco entregas, bajo el título Riego en Algeciras 1820 (Europa Sur, 12,19, 26 de enero; 2 y 9 de febrero), continúa otra serie que intenta plasmar como se vivió en nuestra ciudad el importante periodo denominado históricamente Trienio Liberal. Su impronta política y social, afectación al desarrollo urbano y económico de la ciudad; en definitiva, como vivieron los algecireños aquel convulso periodo liberal. Recordemos que este año se cumple el doscientos aniversario de tan destacada efemérides de la historia contemporánea de nuestro país.

En el capítulo anterior se hizo mención a la violencia existente en la sociedad española tras la finalización del conflicto y aceptar Fernando VII el nuevo régimen constitucional. La dispersión de los soldados de uno u otro bando, creó graves problemas de orden público, viéndose el Ministerio de la Guerra a emitir la siguiente: “En 10 de junio de 1820 se sirvió el Rey expedir una circular mandando que a los soldados cumplidos, se les señalase en la licencia o pasaporte la ruta por donde debían dirigirse á los pueblos en que fuesen á fijar su residencia; y los que debiesen hacer tránsito se les suministrase ración de etapa, compuesta de: 1/2 libra de carne y 4 onzas de menestra […], á fin de evitar los excesos y desórdenes que en algunos pueblos cometían los licenciados por carecer de auxilio para hacer su marcha”.

En otro orden de asuntos, la Diputación hace llegar a todas las localidades de la provincia, incluida lógicamente Algeciras, copia de escrito remitido por el Ministro de Hacienda, dirigido a todas las Diputaciones Provinciales del reino, solicitando: “Den cuanta á S.M. las Diputaciones, Juntas e Yntendentes digan á la mayor brevedad su dictamen sobre los vicios que hayan observado en las Rentas actuales y remedios para corregirlos”. Siendo esta una de las primeras medidas de la tan necesaria reforma económica del país.

En Algeciras, además de normalizar la nueva situación política, el Ayuntamiento constitucional preocupado por la urbanidad local, emite un bando de policía -que una gran parte de la sociedad algecireña bien puede pensar de difícil cumplimiento-, anunciando: “Advertimos que las calles están como estaban, los cerdos se pasean por ellas como se paseaban, y que además hay una porción de jóvenes de ambos sexos, que reclaman la compasión pública sin que los funcionarios públicos traten á que se dediquen á alguna ocupación que les proporcione subsistencia”.

Un vecino de esta localidad se dirigirá en memorando a las nuevas Cortes constituidas para solicitar “carta de ciudadanía”, recogiéndose en acta por la alta cámara: “Aprobación de varios dictámenes de la Comisión para que se consiguiese Carta de Ciudadano á los sujetos siguientes: Juan Imés, vecino de Cádiz; Pedro A. Formirón, vecino de Teruel […], y á Nicolás Máximo, vecino de Algeciras”.

Por aquellos días, el Consejo municipal algecireño recibió escrito desde la capital de la provincia en el que se le instaba a publicitar lo siguiente: Según R.D. De 26 de Marzo, insertado el 6 de Abril por el Excmo. Sr. Gefe Político, declarando S. M. que todo Español que se resista a jurar la Constitución, ó al hacerlo use de protestas, reservas ó indicaciones contrarias al espíritu de ella, es indigno de la consideración de Español, quedando destituido en el propio derecho de los honores, empleos y demás, y sufrir, si fuese eclesiástico la ocupación de las temporalidades”.

Uno de los fines del nuevo sistema de gobierno fue renovar la administración

En otro orden de asuntos, la ciudad y su embarcadero, cada vez más observan la mayor presencia de navíos de otras naciones que anclan en sus aguas; instalándose en Algeciras los representantes de dichas banderas: “Santiago Pedemonte, cónsul de Cerdeña en nuestra ciudad, nombra representante al vecino Miguel González para que le represente ante cualquier administración”.

En aquellos primeros meses tras la revolucionaria victoria, una vez constituidas la llamada Junta Provisional Consultiva, se abrían las sesiones con la presidencia de Rafael de Riego, haciéndose visible en una de aquellas primarias reuniones, la petición de un algecireño: “Acta de Sesiones 29 de marzo, once horas. Aprobada la solicitud de don Patricio Rondón, vecino de Algeciras, en la que manifiesta que fue uno de los que más contribuyeron al restablecimiento de la libertad; exponiéndose para ello a los mayores peligros y pide se le recomiende al gobierno para que atienda a sus pretensiones”.

Uno de los principales objetivos del nuevo sistema de gobierno implantado, será la renovación y modernización de la maquinaria administrativa; impidiendo que cada administración local, hiciera tal evolución por su cuenta: “Se dio cuenta de la Real Orden comunicada por el Ministerio de Hacienda al de la Gobernación, sobre las alteraciones que han hecho las Juntas provinciales y Ayuntamientos constitucionales en las contribuciones rebajando estas en una parte; cuando está mandado no se haga innovación hasta que las Cortes determinen; siendo una desobediencia al Gobierno y mal ejemplo”.

Proposición construir puente en arroyo Los Cachones. Proposición construir puente en arroyo Los Cachones.

Proposición construir puente en arroyo Los Cachones.

Mientras tanto, en nuestra ciudad, la vida de los algecireños proseguía en la más absoluta rutina. Por aquellos días el matrimonio compuesto por Francisco Sánchez y Josefa Laxe, propietarios de una “casa principal” con cocina, alcoba, patio, pozo y poza y que adquirieron a Diego Martín, cuando llegaron hasta Algeciras huyendo de los franceses en 1808, se desprendieron de ella por 4.000 r.v. vendiéndola a Leonor Pardo, viuda que fue de un importante industrial local llamado Tomas Llano. También y por aquellas fechas, falleció Ana Barrero, casareña de nacimiento y algecireña por vecindad; propietaria del inmueble que en sus bajos albergaba al conocido “Café del Griego”, sito en la Plazoleta de la Cruz de la Pescadería. Esta señora había llegado a nuestra ciudad a finales del siglo XVIII, casándose en la iglesia de La Palma con el que fuera su marido durante 40 años, Juan Ferrer. Era madre de Juan, Antonio y María Ferrer Barrero. El primero viudo; y el segundo casado con Francisca Brasco; siendo la tercera esposa de Lorenzo Sobrino. La familia vivía desahogadamente, pues el difunto matrimonio había dejado entre otros bienes inmuebles: una tenería (comercio de pieles) en calle Munición; el citado inmueble, que daba albergue al reseñado café, y por último una casita baja en el llamado El Calvario.

De regreso al intento del buen gobierno, comentar que las administraciones supramunicipales, procuraban solucionar los distintos problemas de los pueblos; como por ejemplo el de las comunicaciones entres estos, no siempre aceptando las propuestas de los municipios afectados: “Sobre la oposición de los Ayuntamiento de Algeciras y Los Barrios, para que se les aprueben los arbitrios que proponen para construir un puente en el arroyo de Los Cachones: La comisión opinaba -dada la singularidad militar del Campo de Gibraltar- que las Cortes debía aprobarlos”.

Al mismo tiempo que el consistorio de Algeciras -al igual que el de Los Barrios-, queda a la espera de que se le apruebe los arbitrios para la construcción del citado puente, a la Casa Consistorial sita en la popular calle Ancha, llegó un escrito expresando: “Gefe Superior Político. Manifiesto de la Junta Preparatoria que señalará la distribución de Partidos para las elecciones de diputados a Cortes; electores que a cada uno corresponde; y advertencias conducentes a que tan majestuoso acto se verifique con orden, legalidad y buena fe”.

Aprovechando el citado escrito, el mismo responsable provincial se dirige a los Ayuntamientos de la zona para hacerles partícipes de la observancia por parte de la Comisión de Justicia, pidiéndoles: “Alojamientos perpetuos basados en la costumbre, á pesar de pagar los Pueblos las contribuciones asignadas”. Este asunto, de “exigencia de alojamiento”, contará con el rechazo de no pocas poblaciones.

En cuanto a la economía en nuestra ciudad, parece que se produce un repunte; sea por la presencia de nuevos vecinos que traen su capital y montan pequeños negocios; o, sea por el aumento de la presencia militar en la zona. Y de esta pequeña bonanza dineraria se pudo beneficiar la vecina Isabel Díaz de Lorena, viuda del prócer Juan de Lorena, al vender por 106.000 r.v. al presbítero José Moreno varias viviendas repartidas por la ciudad: “Casa en el callejón que nombran de Las Damas (hoy, Bailén); casa en calle de Jerez y otra en la Plazoleta de San Isidro, junto a la casa propiedad del presbítero de Tarifa, Antonio María de los Santos”.

Otro de los rasgos que demuestran la presencia de la buena salud económica en Algeciras, se observa en el importante nombramiento para la Aduana de un Contador Principal para todo el Partido. El cargo recae en la persona de Benito Maestre, esposo de María Manuela Ibáñez. Dada la importancia del buen desempeño del cargo para las arcas públicas, y siguiendo la normativa de la época, para “asegurar su buen cometido”, se le exige al recién nombrado: “Fianza de 14.000 reales para responder ante la Hacienda Pública”. Y para lo cual, se vio obligado a: “Hipotecar casa sita en la población de Ciudad Real, capital de la Mancha que tenía por herencia de su difunto padre”. Pero no todas las economías de los algecireños pasaban por un tan buen momento. El gremio castrense, tan abundante en nuestra ciudad, debido a la paralización de la administración se vio en una muy precaria situación, debiendo proceder en consecuencia sus integrantes. Como así lo hizo la vecina de Algeciras, Catalina de Torres, viuda de Antonio Bernal, quién junto a su menor hijo Antonio Bernal de Torres: “Reclama sueldos devengados por su difunto esposo en las Oficinas de Marina del Departamento de San Fernando”.

Por aquellos días en nuestra ciudad, en la nombrada Plaza Baxa y frente a la calle Sacramento, abre un establecimiento de impresión bajo la razón social de Pedro Roca y Hnos. El inmueble que lo alberga es propiedad de Fernando Morillo, importante empresario local que tiene otros comercios por aquella zona. Uno de los principios que defiende la revolución liberal gobernante en aquel momento será el de libertad de imprenta. El apellido Roca en las próximas décadas daría muestras de su más amplio respeto hacia este principio, liderando la información local.

Manuel Tapia Ledesma. Ex director del Archivo Histórico Notarial de Algeciras.

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