El malestar y la irritación por el anuncio sorpresa de Grecia fue expresado ayer por el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, quien aseguró que Papandreu tomó la decisión "sin haber consultado" previamente a sus homólogos europeos. Tampoco Juncker pudo descartar una suspensión de pagos: "no puedo excluir que ése sería el caso" si ganara el "no", en las urnas, dijo a una emisora de radio luxemburguesa.

El anuncio provocó frenéticas gestiones en las principales capitales de la Eurozona. Sarkozy convocó una reunión interministerial y mantuvo una conversación telefónica con la canciller alemana, Angela Merkel, tras la cual ambos reafirmaron su determinación de garantizar que todo el plan anticrisis será aplicado. En las escaleras del Elíseo, Sarkozy subrayó que el plan de rescate de la Eurozona es "la única vía posible para resolver el problema de la deuda griega". "Dar la palabra al pueblo siempre es legítimo, pero la solidaridad de todos los países de la Eurozona sólo puede ejercerse si cada uno acepta los esfuerzos necesarios", declaró.

Un tono más diplomático emplearon los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo Europeo, Herman van Rompuy. Tras conversar por teléfono con Papandreu, recordaron a Atenas sus compromisos y las obligaciones que conlleva compartir una moneda. "Tomamos nota de la intención de las autoridades griegas de celebrar un referéndum. Estamos convencidos de que este acuerdo es lo mejor para Grecia. Confiamos plenamente en que Grecia honrará los compromisos que ha asumido con la eurozona y con la comunidad internacional", afirmaron.

Los líderes europeos tendrán hoy la oportunidad de expresar su malestar a Papandreu en persona en una reunión que se celebrará antes de la cumbre del G-20 en Cannes. También acudirán al encuentro los representantes de las instituciones comunitarias y del Fondo Monetario Internacional.