coronación canónica

Algeciras corona a María Auxiliadora

  • La Virgen es coronada por el obispo de Cádiz y Ceuta ante 3.500 personas

  • Zornoza destaca la "masiva devoción" a la Virgen desde hace "más de 80 años" de tradición salesiana

Pasados cinco minutos de las 19:00, bajo la sombra de las platanáceas del Parque María Cristina, María Auxiliadora recibió de manos de Rafael Zornoza Boy, obispo de Cádiz y Ceuta, el halo que la acredita como imagen coronada. La primera talla de Algeciras en hacerlo, algo que no quisieron perderse más de tres millares de testigos. De 3.500 fieles.

El aplauso no se hizo esperar. Se adelantó en las filas traseras, pero corrió como la pólvora para convertirse en unísono. Se trataba de algo inevitable, que incluso contagió al propio Zornoza, pero tímidamente. Hubo sollozos y mucha emoción contenida. Como la que digirió la hija del desaparecido capataz de La Borriquita Pepe Jurado motivada, quizás, por la añoranza a su padre. Como ella, cientos. Aunque otros tantos, no pocos, escenificaron su enternecimiento tras la pantalla de un smartphone, que se contaron por miles en el momento de la coronación. Nadie quería olvidar el acontecimiento y la mayoría de los presentes se lanzaron a captar la instantánea.

La Eucaristía Pontifical de Coronación arrancó con una monición de entrada, en la que la Coral y Orquesta MusicAlma de Linares interpretó Juntos cantamos Gloria a ti.

Con los sones de los jiennenses desfiló en procesión de entrada la Comisión de la Coronación, con la bandera de María Auxiliadora; el equipo directivo del centro; los padrinos de la Coronación Canónica, el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, y su esposa María José Berjaga; los seises que custodiaron la corona; y los religiosos concelebrantes de la misa junto al obispo.

Entre la nómina de sacerdotes no faltó Venerando Conde Araujo, salesiano de Algeciras que a sus entrados 90 años ha sido testigo privilegiado de la devoción que ayer se tornó en coronación.

En las lecturas del acto tomó la palabra el delegado de Seguridad del Ayuntamiento de Algeciras, Jacinto Muñoz, para leer la duodécima lectura del Apocalipsis. A él le siguió Vanesa Beneroso y finalizó la religiosa y madre superiora de las Hermanitas de Ancianos Desemparados, Benedicta Nogueira García.

En las postrimerías de la celebración seis feligreses pidieron por el Rey, presidente del Comité de Honor de la Coronación, por los jóvenes y por los devotos de María Auxiliadora. "Para que esta coronación de nuestra madre sea para todos nosotros un momento de renovación y de impulso para seguir trabajando con el espíritu de San Juan Bosco", rezaba el ruego.

La media docena de oradores fueron Manuel Delgado Cerro, presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías; José Ramón Rodríguez, miembro del equipo directivo del Colegio Salesianos; Juana Artacho, hermana sirviente de las Hijas de la Caridad; Inmaculada Pérez, hermana mayor de la hermandad de Medinaceli; José María Pizarro, hermano mayor de La Borriquita; y Juan Carlos Gordillo, casero del Colegio Salesianos de La Línea.

Del acto se hizo testigo el flamante comisario de Algeciras, Luis Esteban Lezaun, además de mandos militares de los destacamentos del municipio. Asimismo,la Corporación Municipal de Algeciras, el Consejo Local de Hermandades y Cofradías, la Asociación de María Auxiliadora y las hermandades de la ciudad, entre otras autoridades civiles, no faltaron a la cita.

Al término, antes de que a la coral le pudiese dar tiempo a entonar el Canticorum Iubilu, de las entrañas del parque brotó un grito que clamaba: ¡Viva María Auxiliadora! Y entre aplausos y gritos la advocación mariana pidió paso para su procesión.

Más de una hora y media de celebración que festejó un año de trabajo. Tras el peritaje previo por parte de la diócesis de Cádiz, el delegado encargado Pedro Velo elaboró un informa favorable de cara al inicio del proceso de coronación, que decretó el obispo con fecha de 24 de enero.

Para poder ser testigos del reconocimiento a su imagen devota, los salesianos tuvieron que elaborar cuatro proyectos de trabajo. El primero trató de la confección de una celebración de coronación, mientras que el segundo -el más importante- versaba sobre la confección de un plan de caridad, que llevó a los salesianos a cofinanciar una obra social en Burundi a la cual destinaron 5.000 euros. El último trecho del camino fueron sendas realizaciones de dos líneas de trabajo en torno a una misión evangelizadora en la localidad y a la adquisición de una corona. Para esta última, la casa salesiana decidió solo enriquecer la que ya poseía en la Orfebrería Antonio Santos de Sevilla.

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