HISTORIA

Los Negritos: 400 años del Cristo de la Fundación

El Cristo de la Fundación en 1906 por la Plaza de San Francisco

El Cristo de la Fundación en 1906 por la Plaza de San Francisco / M. G.

"Este Cristo se hizo en Sevilla, año de mil seizientos y veinte y dos. Hizolo Andrés de Ocampo, maestro escultor". Así quedaba recogida en un pergamino la autoría de este crucificado que cumple ahora 400 años (1622-2022). El documento fue encontrado en el interior de la talla, durante la restauración llevada a cabo en 1940 por Agustín Sánchez Cid.

Andrés de Ocampo fue un importante escultor nacido en Villacarrillo, Jaén, en 1555, que a los doce años de edad viajó hasta Sevilla para aprender el oficio junto al maestro Jerónimo Hernández. En vida dejaría los moldes y bocetos de su taller a su sobrino Francisco de Ocampos. Sus restos mortales descansan en la Parroquia de San Vicente, templo donde se encuentra uno de sus más valiosos retablos, el del Descendimiento.

Retablo del Descendimiento de Cristo de la Parroquia de San Vicente Retablo del Descendimiento de Cristo de la Parroquia de San Vicente

Retablo del Descendimiento de Cristo de la Parroquia de San Vicente / José Luis Filpo Cabana

El Cristo de la Fundación es poco posterior al del Calvario, tallado por Francisco de Ocampo en 1612; anterior al Cristo la Conversión, de Juan de Mesa en 1620, o al del Gran Poder, del mismo autor en 1620; más de un lustro posterior al Señor de Pasión, obra de Montañés en 1615. Justo por aquellos años se talló al Nazareno del Silencio, obra no documentada atribuida a Francisco de Ocampo y a Gaspar de la Cueva, y el crucificado de la Carretería.

Esto nos hace ver la cantidad de imágenes de gran valor artístico y devocional que nacieron en las primeras décadas del siglo XVII, y faltarían algunas por citar. Las influencias artísticas de la época hacen complicado acertar con las autorías de las tallas no documentadas, dadas las similitudes y la repetición de cánones.

Andrés de Ocampos falleció el 10 de enero de 1623, meses después de realizar este crucificado. Su viuda, que era ya su cuarta esposa, realizó un inventario tres días después del fallecimiento de Ocampo, en cuyo documento cita a un crucificado.

Pergamino encontrado en el interior del crucificado Pergamino encontrado en el interior del crucificado

Pergamino encontrado en el interior del crucificado / Instituto del Patrimonio Cultural de España

Se trata de una imagen de 1,62 metros de alto, muy similar a otro Cristo realizado en 1620 para Honduras. Posiblemente esta imagen tuviese un destino parecido, ya que de Ocampo anotó en el documento descubierto en el interior de la talla la aclaración: "Este Cristo se hizo en Sevilla".

La imagen pasó a propiedad del pintor luxemburgués, Pablo Legot, quien lo vendería a la cofradía de Nuestra Señora de los Ángeles por la cantidad de 1.400 reales de vellón, curiosamente el mismo precio del valor medio de un esclavo en aquella época. Este joven estaba casado con Catalina de Alarcón, tía del pintor Juan del Castillo, y se dedicaba a revender encargos de otros pintores y escultores, obteniendo un porcentaje como intermediario.

El Cristo de la Fundación en la tarde del Jueves Santo El Cristo de la Fundación en la tarde del Jueves Santo

El Cristo de la Fundación en la tarde del Jueves Santo / Juan Carlos Vázquez

Puede afirmarse que estamos ante una imagen de estilo manierista, de ahí su idealizada figura para representar la muerte lejos de cualquier estridencia. En cambio el barroco aparece en la colocación del sudario, en la cabellera o en la posición de los pies, como preludio de una nueva corriente artística que comenzaría a dejar huella en la iconografía de nuestra Semana Santa.

La policromía original deja ver signos de lividez post mórtem. Algunas de las policromas de sus obras fueron realizadas por Vasco Pereira y Juan de Salcedo, ya que los escultores no se encargaban de esos menesteres en aquella época. Esta en concreto podría haber sido realizada por el citado pintor Pablo Legot, después de adquirir la talla.

La llegada del Santo Cristo a la cofradía de los negros

El Santo Cristo llega a la calle Recaredo tras los arzobispados de Fernando Niño de Guevara (1601-1609) y de su sucesor, Pedro de Castro (1610-1623). Fueron años muy difíciles para la cofradía de los negros, en los que hubo conflictos con cofradías y autoridades blancas, un pleito con la hermandad de la Antigua y hasta el intento de disolución de la hermandad.

Bien lo relata el antropólogo sevillano Isidoro Moreno en su libro La antigua hermandad de los negros de Sevilla: etnicidad, poder y sociedad en 600 años de historia, publicado en 1997.

Durante el Luis Fernández de Córdoba Portocarrero (1624-1625) cambia el rumbo de la cofradía y comienza a ser aceptada por las autoridades que antes habían procurado su desaparición. Uno de los objetivos principales es la reanudación de la estación de penitencia y con ello llega en 1635 la imagen de este crucificado de Andrés de Ocampo.

Hasta 1727 no aparece por primera vez con la advocación de Cristo de la Fundación, en recuerdo de la primitiva fundación del hospital para personas de raza negra que realizara el arzobispo Gonzalo de Mena.

Un hospital-hermandad para los negros de Sevilla

Sepulcro del arzobispo Gonzalo de Mena en la Catedral de Sevilla Sepulcro del arzobispo Gonzalo de Mena en la Catedral de Sevilla

Sepulcro del arzobispo Gonzalo de Mena en la Catedral de Sevilla / Belén Vargas

Esta cofradía, la actualmente conocida como de los Negritos, se fundó en 1393 por cardenal Gonzalo de Mena y Roelas, junto con el hospital en el que se atendían a las personas de raza negra de Sevilla, inicialmente levantado cerca del Humilladero de la Cruz del Campo y luego trasladado, en 1549, a un solar del monasterio de San Benito. De esta fundación, como ya se ha citado anteriormente, nace el nombre de la advocación del crucificado.

El hospital fue bautizado con la primitiva advocación de la hermandad: la Virgen de los Reyes. Pero no de los reyes que reinan, sino de los Santos Reyes: los Reyes Magos. Una advocación común en las cofradías de morenos. La identificación de los negros con un Santo Rey Mago fue propiciada por la Iglesia como uno de los medios de facilitar la integración de los africanos en la fe cristiana.

Gonzalo de Mena y Roelas fue arzobispo de Sevilla entre 1394 y 1401. En 1400 fundó el Monasterio de la Cartuja, donde descansaron sus restos mortales hasta 1594, antes de ser trasladados definitivamente a la Capilla de Santiago de la Catedral de Sevilla.

Las Reglas más antiguas que se conocen de esta hermandad datan del 16 de junio de 1554, aunque no debieron ser las primeras. Su fecha de aprobación es posterior en cuatro años a la compra de los tres solares en los que tiene su sede.

La cofradía respondía a un modelo estrictamente étnico y cerrado: en el capítulo primero de las Reglas se citan solamente a los negros como posibles hermanos. En primer lugar, se cita como potenciales cofrades a los negros libres, pudiendo serlo también los negros esclavos pero a condición de que acrediten por escrito el permiso de sus amos.

La historiadora Ruth Pike, que ha escrito varias publicaciones sobre la sociedad sevillana, ha calculado que habría más de 6.000 negros y negras en Sevilla el año 1565, originarios de Etiopía y Guinea. Sólo unos pocos cientos serían hermanos de la cofradía y sólo dentro de esta podían reunirse, organizarse y expresarse libremente, además de que a sus actos públicos debieron acudir muchos hermanos de etnia aunque no fuesen hermanos de la cofradía.

El nombre de la Virgen de los Reyes sería cambiado más tarde por el de la Virgen de los Ángeles, posiblemente coincidiendo, entre otros factores, con la llegada de la imagen Dolorosa.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios